Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia.
Estamos en tiempos de crisis y muchas personas han perdido sus puestos de trabajo. Hay mucha gente sufriendo y sin saber qué va a pasar con sus vidas y las de sus familias. Son tiempos difíciles los que estamos viviendo, pero en medio de todas estas cosas los cristianos tenemos grandes promesas de Dios y no tenemos que vivir con ansiedad o preocupación.
Mateo 6:33. (RVR1960) Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.
Es el deseo de Dios que le busquemos de todo nuestro corazón, que estemos con él por la eternidad como esta revelado en la oración intercesora más poderosa que se ha hecho sobre esta tierra (Juan 17), en dónde nos deja ver el deseo profundo del Señor Jesucristo y la perfecta y amorosa voluntad del Padre Celestial para cada ser humano. Sólo hay una manera de buscar a Dios, un sólo camino, un sólo Dios, un sólo ayudador, es a la manera de Dios y no a la manera de los hombres, el Señor nos ha dejado revelado en su Palabra como debemos hacerlo. Dios ha prometido cuidar de Sus hijos y Él siempre cumple Sus promesas. Hebreos 13:5b dice: “Nunca te dejaré ni te abandonaré”. Eso lo experimentamos los cristianos cada día.
Nada de lo que les pasa a los hijos de Dios puede ser para mal ni está fuera de Su control; podemos descansar en Sus promesas. Entonces, ¿podemos pensar que Dios va a permitir que nos falte lo necesario? De ninguna manera. Dios sabe cuáles son nuestras necesidades y las va a suplir.
Hechos 5:29 (LBLA) Mas respondiendo Pedro y los apóstoles, dijeron: Debemos obedecer a Dios antes que a los hombres.
Nuestro Señor Jesucristo con su propia vida consumó el plan de Salvación por toda la humanidad derramando su sangre en aquella cruz y entregando su propia vida para podernos redimir de la muerte, Salmos 40:8. (LBLA) Me deleito en hacer tu voluntad, Dios mío; tu ley está dentro de mi corazón. Lucas 22:40-43. (LBLA) 40 Cuando llegó al lugar, les dijo: Orad para que no entréis en tentación. 41 Y se apartó de ellos como a un tiro de piedra, y poniéndose de rodillas, oraba, 42 diciendo: Padre, si es tu voluntad, aparta de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya. 43 Entonces se le apareció un ángel del cielo, fortaleciéndole.
Juan 17:1-11. La Biblia de las Américas (LBLA) Oración intercesora de Jesús.
1 Estas cosas habló Jesús, y alzando los ojos al cielo, dijo: Padre, la hora ha llegado; glorifica a tu Hijo, para que el Hijo te glorifique a ti, 2 por cuanto le diste autoridad sobre todo ser humano para que dé vida eterna a todos los que tú le has dado. 3 Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado. 4 Yo te glorifiqué en la tierra, habiendo terminado la obra que me diste que hiciera. 5 Y ahora, glorifícame tú, Padre, junto a ti, con la gloria que tenía contigo antes que el mundo existiera. 6 He manifestado tu nombre a los hombres que del mundo me diste; eran tuyos y me los diste, y han guardado tu palabra. 7 Ahora han conocido que todo lo que me has dado viene de ti; 8 porque yo les he dado las palabras que me diste; y las recibieron, y entendieron que en verdad salí de ti, y creyeron que tú me enviaste. 9 Yo ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por los que me has dado; porque son tuyos; 10 y todo lo mío es tuyo, y lo tuyo, mío; y he sido glorificado en ellos. 11 Ya no estoy en el mundo, pero ellos sí están en el mundo, y yo voy a ti. Padre santo, guárdalos en tu nombre, el nombre que me has dado, para que sean uno, así como nosotros.
El evangelio es sencillo pero muchos lo hacen complicado para ellos y para otros, en estos tiempos peligrosos de cumplimientos proféticos en dónde la maldad y la falta de amor están en todas las naciones de una manera sin precedentes. Mateo cap. 25; 2 Timoteo cap. 3.
Sólo hay que colocar cualquier canal de noticias y podemos ver como abundan el egoísmo, la envidia, el amor por el mundo, el amor por las cosas del mundo, en miles no hay temor a Dios, no hay respeto por los padres, no hay respeto por las autoridades, se respira anarquía, muchos buscan lo suyo, adulterios, fornicaciones, orgías, borracheras, asesinatos, violaciones a mujeres, niños y hombres, hay injusticias, la corrupción abunda en los organismos de los estados y de los sectores privados en todas las naciones, la mentira y el engaño son una forma de vivir para muchos, el amor al dinero y la avaricia ha hecho que muchos y muchas busquen cualquier manera de conseguir lo que desean a cualquier costo como el narcotráfico, la prostitución (de mujeres, de hombres, de niños, de homosexuales, de lesbianas), vendiendo armas, secuestrando, la pornografía, la drogadicción es aceptada de manera normal por muchas sociedades. Se respira maldad en toda la tierra a pesar que los avances tecnológicos y de la ciencia han llegado a niveles nunca antes vistos como lo declaró el profeta Daniel.
Así también nosotros cuando vemos estas cosas que nos recuerdan las palabras de la Biblia, debemos recordar que antes de la Segunda Venida del Señor tienen que venir muchos dolores como los de una mujer de parto. Dios está en control de todo.
Daniel 12 (LBLA) El tiempo del fin.
12 En aquel tiempo se levantará Miguel, el gran príncipe que está de parte de los hijos de tu pueblo; y será tiempo de angustia, cual nunca fue desde que hubo gente hasta entonces; pero en aquel tiempo será libertado tu pueblo, todos los que se hallen escritos en el libro. 2 Y muchos de los que duermen en el polvo de la tierra serán despertados, unos para vida eterna, y otros para vergüenza y confusión perpetua. 3 Los entendidos resplandecerán como el resplandor del firmamento; y los que enseñan la justicia a la multitud, como las estrellas a perpetua eternidad.
4 Pero tú, Daniel, cierra las palabras y sella el libro hasta el tiempo del fin. Muchos correrán de aquí para allá, y la ciencia se aumentará. 5 Y yo Daniel miré, y he aquí otros dos que estaban en pie, el uno a este lado del río, y el otro al otro lado del río. 6 Y dijo uno al varón vestido de lino, que estaba sobre las aguas del río: ¿Cuándo será el fin de estas maravillas? 7 Y oí al varón vestido de lino, que estaba sobre las aguas del río, el cual alzó su diestra y su siniestra al cielo, y juró por el que vive por los siglos, que será por tiempo, tiempos, y la mitad de un tiempo. Y cuando se acabe la dispersión del poder del pueblo santo, todas estas cosas serán cumplidas.
8 Y yo oí, mas no entendí. Y dije: Señor mío, ¿cuál será el fin de estas cosas? 9 El respondió: Anda, Daniel, pues estas palabras están cerradas y selladas hasta el tiempo del fin. 10 Muchos serán limpios, y emblanquecidos y purificados; los impíos procederán impíamente, y ninguno de los impíos entenderá, pero los entendidos comprenderán. 11 Y desde el tiempo que sea quitado el continuo sacrificio hasta la abominación desoladora, habrá mil doscientos noventa días. 12 Bienaventurado el que espere, y llegue a mil trescientos treinta y cinco días. 13 Y tú irás hasta el fin, y reposarás, y te levantarás para recibir tu heredad al fin de los días.
Muchos tienen conocimiento de que Jesús dijo: “Buscad primeramente el reino de Dios”. ¿Pero qué significa esto? ¿Por qué es necesario? ¿Cómo podemos cumplir este mandato?
Como parte de su famoso Sermón del Monte Jesús habló sobre las cuestiones comunes que cada uno de nosotros enfrenta para sobrevivir (Mateo 6:25-34). ¿Cómo voy a llenar mis necesidades? ¿Tendré comida y bebida? ¿Tendré ropa? Hablando sobre estas cuestiones, Jesús dijo: “Buscad primeramente el reino de Dios, y su justicia; y todas estas cosas os serán añadidas” (v. 33). En esencia, Jesús estaba advirtiéndonos de no preocuparnos acerca de estos intereses humanos y más bien darle prioridad a buscar el Reino de Dios.
Por qué debemos buscar el Reino de Dios.
La razón por la que debemos buscar el Reino de Dios es que miles de años de historia muestran que los seres humanos no podemos gobernarnos de manera efectiva; y al final, todos los gobiernos humanos con la excepción de Dios fracasarán. Salomón escribió en Proverbios 14:12 que “hay camino que al hombre le parece derecho; pero su fin es camino de muerte”. Jeremías agregó: “Conozco, oh Eterno, que el hombre no es señor de su camino, ni del hombre que camina es el ordenar sus pasos” (Jeremías 10:23).
¿Cómo podemos buscar el Reino y la justicia de Dios?
En su enseñanza Jesús incluyó instrucción sobre cómo buscar el Reino de Dios: “El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio” (Marcos 1:15). El arrepentimiento y la fe son las dos piedras fundamentales por las cuales será permitida la entrada a este Reino glorioso.
La razón por la que debemos arrepentirnos es porque “todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios” (Romanos 3:23). Romanos 6:23 agrega que “la paga del pecado es muerte, mas la dadiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro”.
Arrepentirnos significa que debemos cambiar nuestra forma normal de pensar, la cual es contraria a Dios. La Biblia revela que “los designios de la carne (la mente natural, humana) son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden” (Romanos 8:7). Por lo tanto, nosotros necesitamos un cambio en nuestra forma de pensar que entonces nos conducirá a apartarnos del pecado y a guardar los mandamientos de Dios. Como dijo Jesús: “Si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos” (Mateo 19:17).
Los humanos han probado toda forma de gobierno, no obstante todas finalmente han llegado a su final. Al hablar acerca de los acontecimientos que conducirán al fin de la era en que el hombre se gobierna a sí mismo y el principio del gobierno de Dios sobre esta tierra, Jesús dijo: “Porque habrá entonces gran tribulación, cual no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá”. Continuando, Él dijo: “Y si aquellos días no fuesen acortados, nadie sería salvo” (Mateo 24:21-22).
Cuando nos arrepentimos de nuestros pecados y empezamos a guardar los mandamientos de Dios, el siguiente paso es el bautismo. Hablándoles a personas que habían sido convictas de sus pecados y querían saber lo que debían hacer, Pedro dijo: “Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo” (Hechos 2:38). El bautismo—inmersión bajo el agua como un símbolo del lavamiento de nuestros pecados y el final de nuestro estilo de vida pecaminoso—es un pacto que hacemos con Dios y Cristo. Representa nuestro entendimiento de que hemos quebrantado la ley de Dios y necesitamos ser perdonados de nuestros pecados. También significa nuestro compromiso de obedecer la ley de Dios.
Nosotros ahora somos convictos de nuestra necesidad de vivir por cada palabra que viene de Dios y Cristo. Como Jesús advirtió: “No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” (Mateo 4:4).
El siguiente paso en el bautismo es recibir el Espíritu Santo (Hechos 19:6). El don del Espíritu Santo es lo que lo convierte a uno en un hijo de Dios. “Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios” (Romanos 8:14).
Como hijos de Dios, nosotros entonces debemos crecer en “la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo” (2 Pedro 3:18). Juan se refirió a esto como un proceso continuo de purificación (1 Juan 3:3).
El plan de Dios para nosotros en el Reino
Dios creó al hombre a su imagen con poderes y habilidades inferiores con el fin de preparar al hombre para gobernar con Él en un gobierno que será eterno. El propósito de Dios al decirnos “buscad primeramente el reino de Dios y su justicia” es ayudarnos a desarrollar, a través de nuestras experiencias en esta vida, su carácter santo y justo y prepararnos para gobernar bajo Cristo como reyes y sacerdotes sobre esta tierra (Apocalipsis 5:10).
Pero no podemos hacerlo solos, ni a nuestra manera, todo comenzó en el corazón de Dios y su gran amor por la humanidad, no podemos entenderlo desde nuestras mentes humanas y carnales; lo podemos entender cuando es el mismo Dios abriéndonos el entendimiento y dándonos una mente espiritual, cuando hemos nacido de nuevo, cuando el velo que el diablo puso en nosotros es quitado, cuando viene sobre nuestras vidas el Espíritu Santo y empieza a hacer su obra en nosotros, nos redarguye, nos enseña, nos da vida, nos restaura, nos guía, nos lleva a rendirnos al señorío de Jesucristo, nos lleva a la presencia de Dios, nos enseña y ayuda a orar conforme a la voluntad del Padre Celestial.
Juan 17:12-19. La Biblia de las Américas (LBLA) Oración intercesora de Jesús.
12 Cuando estaba con ellos, los guardaba en tu nombre, el nombre que me diste; y los guardé y ninguno se perdió, excepto el hijo de perdición, para que la Escritura se cumpliera. 13 Pero ahora voy a ti; y hablo esto en el mundo para que tengan mi gozo completo en sí mismos. 14 Yo les he dado tu palabra y el mundo los ha odiado, porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. 15 No te ruego que los saques del mundo, sino que los guardes del maligno. 16 Ellos no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. 17 Santifícalos en la verdad; tu palabra es verdad. 18 Como tú me enviaste al mundo, yo también los he enviado al mundo. 19 Y por ellos yo me santifico, para que ellos también sean santificados en la verdad.
Busquemos su presencia para que hallemos tiempos de refrigerio como está escrito en su Palabra, Dios no ha cambiado, él es el mismo ayer y por todos los siglos, escrito está que Jesucristo el Hijo de Dios apareció en medio nuestro para deshacer las obras del diablo, que él vino a darnos vida y vida en abundancia; escrito está que dónde está el Espíritu de Señor allí hay libertad, peleemos la batalla de la fe con la ayuda del Espíritu Santo y con la Palabra de Dios, estamos en una guerra por nuestras almas, vistámonos con esas armas de luz que Dios ha provisto.
El Señor Jesucristo ya pidió al Padre por nosotros y sigue intercediendo por su pueblo, por su iglesia para que seamos protegidos de la maldad del diablo y de los habitantes del mundo; la parte que nos corresponde es buscarle de todo nuestro corazón, viviendo vidas en rectitud, en santidad, amando su palabra como nos lo pide en Juan 14:15. Si me amas, guarda mis mandamientos.
Juan 17:20-26. 20 Mas no ruego sólo por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos, 21 para que todos sean uno. Como tú, oh Padre, estás en mí y yo en ti, que también ellos estén en nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste. 22 La gloria que me diste les he dado, para que sean uno, así como nosotros somos uno: 23 yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfeccionados en unidad, para que el mundo sepa que tú me enviaste, y que los amaste tal como me has amado a mí. 24 Padre, quiero que los que me has dado, estén también conmigo donde yo estoy, para que vean mi gloria, la gloria que me has dado; porque me has amado desde antes de la fundación del mundo. 25 Oh Padre justo, aunque el mundo no te ha conocido, yo te he conocido, y éstos han conocido que tú me enviaste. 26 Yo les he dado a conocer tu nombre, y lo daré a conocer, para que el amor con que me amaste esté en ellos y yo en ellos.
Como respuesta a ese perfecto y grande amor que Dios ha derramado sobre los corazones de los que hemos creído en él, debemos disponernos para ser sal y luz en medio del lugar dónde nos encontremos, ser parte de la obra y el deseo de nuestro Señor Jesucristo, alcanzar y ganar almas para Dios a través del evangelio de salvación. No nos preocupemos por lo que debamos decir porque será el mismo Espíritu Santo de Dios colocando las palabras en nuestra boca. Dispongamos nuestro corazón para ser sanados, restaurados y llenados con la Palabra de Dios y su presencia.
Recordemos una vez más lo siguiente: Porque del Señor es la obra, él es el que llama, forma, equipa, afirma y da el crecimiento; lo que él pide es dependencia, obediencia, esfuerzo y valentía de cada uno de sus hijos quienes hemos aceptado el señorío del Rey de reyes Jesucristo. Sin Dios nada podemos hacer, pero en él y con él todo lo podemos.
Y proclamemos en la tierra y en el mundo espiritual que nos disponemos en las manos de Dios como instrumentos de barro para ser llenos de su Espíritu Santo, ser transformados, guiados, usados por Él y así cumplir con la gran comisión en nuestras vidas y la de los que nos rodean, con una tarea clara y definida: "Predicar el evangelio de nuestro Señor Jesucristo ganando almas donde se encuentren, con la guía, la unción y ayuda del Espíritu Santo, restaurándolas, discipulándolas, formándolas y enviándolas a la mies del Señor". Bendiciones.
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