Todos hemos sido llamados para servir y trabajar para la obra
del Señor. Levántate y se valiente porque Dios es todo suficiente para nuestras
vidas, pero debemos enfocarnos en conocerlo, en obedecerle conforme a lo que
nos ha sido revelado en la Biblia, debemos buscar su presencia y su dirección
en todo momento, debemos tener la actitud de agradarle por encima de todas las
cosas. Que el tiempo que nos permita el Señor estar en esta tierra alcancemos los
planes divinos para nuestras vidas. Necesitamos que nos sea dado el entendimiento
espiritual y la revelación divina para seguir adelante en medio de estos
tiempos. Veamos lo que nos enseña el Señor a través de la vida y el llamamiento
de Josué.
Nadie puede negar que la vida cristiana tiene momentos en los
cuales pareciera que todo se nos viene abajo. En momento determinado todos
hemos experimentado como las circunstancias de la vida opacan muchas veces el
gozo que Dios quiere que permanezca en nuestra vida. Muchos que un día declararon fidelidad a Dios han ido cayendo
en esta batalla, muchos de nuestros amigos mas queridos los cuales un día
estuvieron junto a nosotros alabando a nuestro Creador ya no están mas, ¿Por
qué? Porque desmayaron en esta carrera.
Por el contrario aquellos que tratamos la manera de seguir
adelante soñamos con un día estar frente a Jesús cara a cara, es por eso que no
desmayamos pese a nuestro errores y nuestros defectos, sino que tratamos cada
día de mejorar para ser un olor fragante delante de Dios.
Mira que te mando que te
esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará
contigo en dondequiera que vayas. Josué 1:9.
2 Corintios 4:11-18. Porque nosotros que vivimos, siempre estamos entregados a
muerte por causa de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en
nuestra carne mortal. De manera que la muerte actúa en nosotros, y en vosotros
la vida. Pero teniendo el mismo espíritu de fe, conforme a lo que está escrito:
creí, por lo cual hablé, nosotros también creemos, por lo cual también
hablamos, sabiendo que el que resucitó
al Señor Jesús, a nosotros también nos resucitará con Jesús, y nos presentará
juntamente con vosotros.
Porque todas estas cosas
padecemos por amor a vosotros, para que abundando la gracia por medio de
muchos, la acción de gracias sobreabunde para gloria de Dios. Por tanto, no
desmayamos; antes aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el
interior no obstante se renueva de día en día. Porque esta leve tribulación
momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de
gloria; no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues
las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas.
Al comenzar el libro de Josué, los israelitas se encuentran
acampados a la orilla oriental del Jordán, a la misma entrada de la tierra
prometida y ya habían completado el período de duelo por Moisés, que acababa de
morir. Treinta y nueve años
antes, los israelitas tuvieron una oportunidad de entrar a la tierra prometida,
pero no confiaron en que Dios les daría la victoria. Por lo tanto, Dios no les permitió entrar a la tierra, sino
que los hizo vagar por el desierto hasta que muriera aquella generación
desobediente.
Durante su peregrinación en el desierto, los israelitas
obedecieron las leyes de Dios. Además enseñaron a la nueva generación a
obedecer las leyes de Dios, a fin de que pudieran entrar en la tierra prometida
(Canaán). A medida que los hijos crecían, con frecuencia les recordaban que la
fe y la obediencia a Dios traían victoria, mientras que la incredulidad y la
desobediencia producían tragedia.
El Señor ya había elegido a Josué como sucesor de Moisés.
Ahora le ordena que se ponga al frente del pueblo y lo introduzca en la Tierra
prometida, llevando así a buen término la obra que había comenzado con el éxodo
de Egipto. Josué va a hacer que la ley de Dios sea su gobierno. Se le manda meditar en ella día y noche para
que pueda comprenderla. Cualesquiera sean los
asuntos del mundo que tengamos en mente, no debemos desechar la única cosa
necesaria, que es obedecer a Dios y sus mandamientos.
Todas las órdenes de Josué al pueblo, y sus juicios, deben
estar conforme a la ley de Dios. Él mismo debe someterse a los mandamientos; la
dignidad o el dominio de ningún hombre lo colocan por encima de la ley de Dios.
Cuando tenemos claro el plan y el
propósito de Dios para nuestras vidas es entonces cuando debemos obedecer y
rendirnos en plena confianza y fe en que el Señor está con nosotros. Ahora entendamos lo que le dijo a Josué: Yo te he mandado,
llamado y comisionado para hacerlo y ten la seguridad que te sostendré en, y
sacaré de, eso. Cuando estamos en la senda del deber, tenemos razón para ser
fuertes y muy osados. Nuestro Señor Jesús, como aquí Josué, fue sostenido en
sus sufrimientos por considerar la voluntad de Dios y el mandamiento de su
Padre. El Señor…estará
contigo. La presencia perdurable del Señor es la base que levanta el ánimo de
Josué. Dios peleará las batallas de Israel por ellos.
Muchas veces a lo largo de nuestras vidas, cuando estamos más
cerca de la bendición que Dios tiene para nosotros, somos víctimas del desánimo
y olvidamos que Dios prometió no desampararnos nunca. A propósito, las únicas
personas que se desaniman son aquellas que luchan por algo grande. Dios ha
prometido estar contigo todos los días de tu vida.
Esforzarse significa continuar hacia delante, es un paso más,
la milla extra que debemos caminar antes de la victoria final. Filipenses 3:13-14. Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado, pero
una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo
que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios
en Cristo Jesús.
Ser valiente no significa
ausencia de temor, todos los hombres hemos sentido miedo en algún
momento. El valor es la capacidad para continuar a pesar de los temores. La
mejor manera de ser valiente es enfrentar lo que tememos. Es mejor hacer las
cosas con miedo que no hacerlas porque tememos. Dios no nos ha dado el espíritu
de cobardía, sino de poder, amor, y dominio propio.
Salmos 46:2. Dios
es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones, por
tanto, no temeremos, aunque la tierra sea removida, y se traspasen los montes
al corazón del mar; aunque bramen y se turben sus aguas, y tiemblen los montes
a causa de su braveza.
No desmayes. Desmayar significa perder las fuerzas. Es muy fácil
desmayar cuando hacemos las cosas con nuestro brazo de carne. La mejor manera
de evitar desmayar es hacer las cosas a la manera de Dios y en el tiempo de
Dios.
Isaías 40:29-31. El da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene
ningunas. Los muchachos se fatigan y se cansan, los jóvenes flaquean y caen;
pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas: levantarán alas como las
águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán y no se fatigarán.
Esfuérzate, se valiente y no desmayes. No le permitas al desánimo
cortar los grandes planes que Dios tiene con tu vida. El Señor ha prometido
estar contigo para librarte. Los grandes propósitos conllevan a grandes
batallas, las grandes batallas terminan en grandes victorias, y las grandes
victorias cimientan nuestra fe a mayor
profundidad. Cuando el desánimo toca a tu puerta simplemente no respondas, no
le abras, y no le des entrada. Déjalo afuera de tu corazón. ¿Cuántos quieren rendirse, porque la
carrera es muy dura? ¿Cuántos de ustedes creen que es mejor rendirse antes de comenzar
y terminar? ¿Cuántos buscan un pretexto, una excusa, porque no tienen fe?
1 Crónicas 28:20. Anímate y esfuérzate, y manos a la obra; no temas, ni
desmayes, porque Jehová Dios, mi Dios, estará contigo; él no te dejará ni te
desamparará, hasta que acabes toda la obra para el servicio de la casa de
Jehová.
Tomemos como referencia de perseverancia a Tomás Alba Edison quien fue un notable investigador americano. Los que le
conocieron lo definen como alguien inquieto e infatigable en todos sus
inventos. Se le atribuye hasta mil objetos inventados. Como su principal virtud
fue la capacidad para aplicar los conocimientos técnicos al mundo del consumo,
esto hizo que todos sus inventos fueran altamente reconocidos y de gran
provecho para todo el mundo. Sin duda que uno sus mejores logros fue la
creación del bombillo eléctrico.
Muchos de nosotros lo único que hacemos al llegar a la casa
es levantar el switch y aparece la luz. ¿Pero sabía usted que ese objeto al
cual hoy llamamos bombillo, en todos sus estilos y colores, no salió
fácilmente? Tomás Alba Edison hizo más de mil intentos hasta que logró el
diseño que pensaba. Este hombre tuvo muchos fracasos antes de sacar la versión
final. En no pocas ocasiones habría desmayado en su intento. Sin embargo, su
constancia, después de muchos fracasos, hizo posible que hoy no sigamos
alumbrándonos con lámparas de gasolina o kerosén.
La iluminación eléctrica transformó radicalmente la imagen de
las ciudades modernas y hasta los lugares más remotos. Si él hubiera desmayado
en sus inventos, no me imagino cómo sería nuestro mundo sin la hermosa luz
fluorescente que disfrutamos.
La vida cristiana está llena de dificultades. No se nos ha
dicho lo contrario. Pero el creyente sabe que aun cuando sus fuerzas se agotan,
cuenta con la fortaleza divina para sobreponerse a lo que sea más adverso en su
vida.
Conozcamos cuál es el secreto y los recursos del cielo para no desmayar.
Tesoro en vasos de barro. ¿Cuál es ese el tesoro y cuáles son los vasos de barro?
El tesoro que poseemos en es el glorioso mensaje del nuevo pacto. Leemos: “El
conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo”. No hay un tesoro en ninguna otra parte como este. Se trata de la misma presencia de Dios.
La gloria antigua, ahora es la gloria que habita en
nuestros corazones. Hablamos de la única y maravillosa presencia del Señor en
nuestros corazones. Los “vasos de
barro” somos nosotros. Esto nos revela que
nuestra naturaleza está hecha del polvo de la tierra. Pero sobre todo, nos
recuerda nuestra fragilidad y debilidad. Para muchos es inexplicable que la
Gloria del Cielo esté envuelta en este cuerpo con sus limitaciones y miseria.
Sin embargo, lo que sabemos es que este es un cuerpo débil.
¿No es extraordinario pensar que Dios tomara nuestro cuerpo para que a través
de él fluyera su extraordinario poder? Pablo lo supo, cuando dijo: Porque cuando soy débil,
soy fuerte. 2
Corintios 12:10.
Pablo fue un hombre que sufrió en extremo por causa del
evangelio. Pero jamás desmayó. En todas
partes le vemos de pie. Esta debe ser la consigna del creyente. Atribulados más
no angustiados. Debemos estar preparados porque en cualquier momento seremos
visitados por alguna tribulación. Le aseguro que si usted no tiene problemas
ahora los va a tener después. Y cuando estamos atribulados quiero decirle que
hay un enemigo, llamado “angustia”, que le puede asaltar de repente. Pablo
admite haber sido atribulado en todo, pero no había llegado al extremo de
angustiarse.
El paso de la tribulación a la angustia es una derrota
cristiana. El propósito de la angustia es hacernos creer que no hay solución.
Pero en lugar de la angustia debo dejar que la paz sea lo que gobierne mi
corazón. Filipenses 4:6-7. Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras
peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la
paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y
vuestros pensamientos en Cristo Jesús.
No desmayemos, el cristiano nació para
estar de pie. En apuros, más no desesperados. “Apuros” es la
palabra que tiene que ver con una situación sin salida, hasta llegar a la
desesperación. Y la desesperación es otra mala consejera. No ha sido el primero
quien, frente a una encrucijada, ha tomado la fatídica decisión de acabar con
su vida. El ejército del faraón había cercado al indefenso Israel frente al mar
rojo. Pero quedó demostrado que cuando
todo camino se cierra, Dios puede abrirlo, aun en medio del mar.
No desmayemos. No dejemos que la desesperación nos traicione y se
convierta en pecado. El desespero revela quien gobierna la vida. Perseguidos, más no desamparados. ¿Cómo se da la persecución hoy? Siempre habrá alguien que
esté hablando mal de usted. Jesús nunca ofendió a nadie, sin embargo, el mundo
lo persiguió y lo odio. A los cristianos también nos odian. Los demonios te
conocen y te van a perseguir; te van a calumniar. Te dirán religioso, fanático.
El mundo no acepta que otros no sean igual que a ellos. Sin embargo, la promesa
es que no estamos desamparados. Dios peleará por nosotros. El avergonzará a los
que nos persigan. Lo que nos hacen a nosotros se lo hacen a Dios. No desmaye.
Siga adelante.
Derribados, más no destruidos. Todos nosotros, en alguna época de nuestras vidas, hemos
sido derribados. Pero la promesa es que Dios no dejara caído al justo. Proverbios 24:16. Porque siete veces cae el justo, y vuelve a
levantarse; mas los impíos caerán en el mal.
A Jeremías se le dijo que fuera a la casa del alfarero. Allí el vio cómo la
vasija que estaba haciendo se le cayó, pero con toda su paciencia la volvió a
hacer de nuevo. Cuando a Dios se le cae una vida, él la levanta. Una caída no es para destruirte. El creyente siempre estará de pie. No nos ha dado Dios
espíritu de cobardía, sino de poder y dominio propio.
Nada es más eficaz que una fe fuerte
contra el desaliento. Pero esta no es una fe
cualquiera. Pablo nos habla de una fe que cree y que habla. La fe que cree es
aquella que se fundamenta en los hechos portentosos de la palabra. Esa es la fe
que nos recuerda que el universo fue hecho por la palabra Hebreos 11:3. Por
la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios, de
modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía. Es la misma fe que
nos hace creer que el poder con el que Dios resucitó a Cristo de los muertos,
es el que nos resucitará también a nosotros.
Por lo tanto, si he creído en estos dos hechos poderosos, mi
fe me levantará frente a eso que en algún momento me desanima y me quiere
llevar hasta desmayar en lo que hasta ahora he creído. Además, esta es una fe
que habla. La fe no es muda, debe darse a conocer. Hermanos, cuando estamos a
punto de desmayar, dejemos que nuestra fe cuente lo que Dios ha hecho en la
vida. Contemos a otros que
nuestro Dios ha sido fiel a pesar de nuestra infidelidad. Contemos a otros que las misericordias de Dios han sido
nuevas cada mañana. Contemos a otros que Dios no nos ha dejado, y que en los
momentos más difíciles, es cuando más hemos visto su presencia. Tengamos el
mismo “espíritu de fe”. Pidámosle al Señor que nos aumente la fe, porque por fe
andamos.
Para Pablo la tribulación no era interminable, sino “leve” y
“momentánea”. Esta manera de ver la vida cristiana, no solo levanta nuestro
ánimo, sino que nos revela por qué la esperanza forma parte de las tres “joyas
imperecederas” del cristiano; las otras dos son la fe y el amor. Y es que la
promesa de este texto se constituye en una razón poderosa para que no
desmayemos en nuestro diario andar.
El decaimiento de ese hombre, a quien Pablo llama “exterior”,
es realmente breve. Pero la eternidad que nos espera, en comparación con lo
leve y momentáneo de esta vida, jamás será comparada. Hay un canto basado en la
Biblia que dice: “Si sufrimos aquí, reinaremos allá”. ¿Y qué es lo que producen
finalmente las tribulaciones? “Un cada vez más excelente y eterno peso de
gloria”. Esta frase pareciera estar escrita en líneas de oro. La palabra
“excelente” es la calificación máxima que se otorga a algo bien hecho o a
alguien que lo ha hecho. Por otro lado, “un peso de gloria” es todo lo
contrario al peso que nos lleva a la derrota y al fracaso. El propósito de cada tribulación es ir
mostrándonos cuan excelsa y sublime es la gloria venidera. Este es un gran
secreto para no desmayar.
Este es un texto revelador. ¿Cómo voy a dejar de ver lo que
se ve y cómo ver lo invisible? “No mirando nosotros las cosas que se ven…”. ¿A qué se refiere esto? Bueno lo primero que
vamos a decir es que la fe tiene lentes especiales que nos capacitan para ver
más allá de lo que es la visión humana. La visión de un creyente no puede ser
la misma que la de un hombre natural. Pablo ha pedido que a sus hermanos le
sean alumbrados los ojos de su entendimiento
Efesios 2:18. Porque
por medio de él los unos y los otros tenemos entrada por un mismo Espíritu al
Padre. La explicación para que tengamos una visión
sobrenatural es porque “las cosas que se ven son temporales, pero las que no se
ven son eternas”. Las cosas materiales que se ven no deben ser el objeto de
nuestra contemplación. Pronto pasan y se acaban. Nuestra prioridad debe ser la
búsqueda de las cosas que no se ven, las eternas. ¡Cuidado con ganar al mundo y perder el alma! Acostumbrémonos
a ver lo invisible. Ese es el mundo que nos espera. Bendiciones.
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