Nuestro deseo es que cada uno de los mensajes, así como cada uno de los ministerios y recursos enlazados, pueda ayudar como una herramienta al crecimiento, edificación y fortaleza de cada creyente dentro de la iglesia de Jesucristo en las naciones y ser un práctico instrumento dentro de los planes y propósitos de Dios para la humanidad. Cada mensaje tiene el propósito de dejar una enseñanza basada en la doctrina bíblica, de dar una voz de aliento, de edificar las vidas; además de que pueda ser adaptado por quien desee para enseñanzas en células o grupos de enseñanza evangelísticos, escuela dominical, en evangelismo personal, en consejería o en reuniones y servicios de iglesias.

La unción del Espíritu Santo en el cristiano°


Lucas 4:18-19. El Espíritu del Señor esta sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; Y vista a los ciegos; A poner en libertad a los oprimidos; A predicar el año agradable del Señor.

Hoy día es común escuchar la palabra “unción” en el vocabulario de muchas iglesias cristianas. Se habla de “hombres llenos de la unción de Dios”, se habla de que “el creyente o el ministro debe buscar la unción”.


La manera en que el término es utilizado hoy en la iglesia es para describir la llenura de la presencia o del poder de Dios en la vida de alguien o de un ministro cristiano. Pero es importante escudriñar el concepto bíblico de la unción. 

El Espíritu Santo trabaja en tres ámbitos del creyente: con, en, sobre (con: junto al creyente; en: dentro del creyente; y sobre: poder para hacer). En éste pasaje observamos algunos objetivos de la unción: “sobre” indica el hacer para Dios, para la predicación (“para dar buenas nuevas”), para sanar, para liberar. Entonces el poder o la unción del Espíritu Santo no es dada para un beneficio egoísta o personal, sino para bendición y ministración de otros. La unción es para sanar a los enfermos, echar fuera demonios, predicar el evangelio, ministrar milagros y ante todo glorificar a Cristo.

Ungir significa aplicar un ungüento o derramar aceite sobre algo o alguien. La unción en el sentido bíblico consistía en la práctica de un sacerdote o profeta de derramar aceite sobre un hombre u objeto con el fin de consagrarlo para el servicio de  Dios. Era la forma simbólica de mostrar que Dios había apartado a alguien para una tarea específica. Era una manera simbólica de santificar o apartar. Era el acto de derramar aceite sobre algo o alguien para consagrar, santificar, apartar o dedicar a ese objeto o a esa persona para una tarea especial.    

¿Pero qué es exactamente la unción?

Hechos. 1:1-9. En el primer tratado, oh Teófilo, hablé acerca de todas las cosas que Jesús comenzó a hacer y a enseñar, hasta el día en que fue recibido arriba, después de haber dado mandamientos por el Espíritu Santo a los apóstoles que había escogido; a quienes también, después de haber padecido, se presentó vivo con muchas pruebas indubitables, apareciéndoseles durante cuarenta días y hablándoles acerca del reino de Dios.

Y estando juntos, les mandó que no se fueran de Jerusalén, sino que esperasen la promesa del Padre, la cual, les dijo, oísteis de mí. Porque Juan ciertamente bautizó con agua, mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días. Entonces los que se habían reunido le preguntaron, diciendo: Señor, ¿restaurarás el reino a Israel en este tiempo?

Y les dijo: No os toca a vosotros saber los tiempos o las sazones, que el Padre puso en su sola potestad; pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra. Y habiendo dicho estas cosas, viéndolo ellos, fue alzado, y le recibió una nube que le ocultó de sus ojos.

Muchas personas desean la unción para su vida pero no saben cómo adquirirla ni para qué sirve.  En 2 Reyes 2 encontramos la historia de Elías y Eliseo. Eliseo siguió y sirvió a Elías hasta el fin, y antes de que este último fuera arrebatado por el Señor para ir al cielo, le dijo a Eliseo: Pide lo que quieras que haga por ti, antes de que sea quitado de ti. Y él le respondió: Te ruego que una doble porción de tu espíritu sea sobre mí. Él le dijo: Cosa difícil has pedido. Si me vieres cuando fuere quitado de ti, te será hecho así; mas sino, no.

Y aconteció que yendo ellos y hablando, he aquí un carro de fuego con caballos de fuego apartó a los dos; y Elías subió al cielo en un torbellino. Viéndolo Eliseo, clamaba: ¡Padre mío, padre mío, carro de Israel y su gente de a caballo! Y nunca más le vio; y tomando sus vestidos, los rompió en dos partes. Alzó luego el manto de Elías que se le había caído, y volvió, y se paró a la orilla del Jordán. Y tomando el manto, golpeó las aguas, y dijo: ¿Dónde está Jehová, el Dios de Elías? Y así que hubo golpeado del mismo modo las aguas, se apartaron a uno y a otro lado, y pasó Eliseo. 2 Reyes 2.9-14.

La unción requiere humildad. Eliseo no tenía temor de imitar a Elías, sino que fue lo suficientemente humilde para aprender de su maestro y pedirle una doble porción de unción. Como es el maestro, es el discípulo. Eliseo golpeó las aguas del Jordán de la misma manera que lo hizo Elías, y después resucitó un muerto utilizando el mismo método. El poder de Dios vino a reposar sobre la humildad de Eliseo para hacer el doble de milagros que había hecho Elías.

Isaías 61:1-11. El Espíritu de Jehová el Señor está sobre mí, porque me ungió Jehová; me ha enviado a predicar buenas nuevas a los abatidos, a vendar a los quebrantados de corazón, a publicar libertad a los cautivos, y a los presos apertura de la cárcel; a proclamar el año de la buena voluntad de Jehová, y el día de venganza del Dios nuestro; a consolar a todos los enlutados; a ordenar que a los afligidos de Sion se les dé gloria en lugar de ceniza, óleo de gozo en lugar de luto, manto de alegría en lugar del espíritu angustiado; y serán llamados árboles de justicia, plantío de Jehová, para gloria suya.

Reedificarán las ruinas antiguas, y levantarán los asolamientos primeros, y restaurarán las ciudades arruinadas, los escombros de muchas generaciones. Y extranjeros apacentarán vuestras ovejas, y los extraños serán vuestros labradores y vuestros viñadores. Y vosotros seréis llamados sacerdotes de Jehová, ministros de nuestro Dios seréis llamados; comeréis las riquezas de las naciones, y con su gloria seréis sublimes. En lugar de vuestra doble confusión y de vuestra deshonra, os alabarán en sus heredades; por lo cual en sus tierras poseerán doble honra, y tendrán perpetuo gozo. Porque yo Jehová soy amante del derecho, aborrecedor del latrocinio para holocausto; por tanto, afirmaré en verdad su obra, y haré con ellos pacto perpetuo. Y la descendencia de ellos será conocida entre las naciones, y sus renuevos en medio de los pueblos; todos los que los vieren, reconocerán que son linaje bendito de Jehová.

En gran manera me gozaré en Jehová, mi alma se alegrará en mi Dios; porque me vistió con vestiduras de salvación, me rodeó de manto de justicia, como a novio me atavió, y como a novia adornada con sus joyas. Porque como la tierra produce su renuevo, y como el huerto hace brotar su semilla, así Jehová el Señor hará brotar justicia y alabanza delante de todas las naciones.

Podemos ver en las Escrituras que el deseo del corazón de Dios ha sido siempre que seamos personas que demos buenos frutos y de esa manera producir un impacto sobre todas las almas que nos rodean. 

¿Crees tú que puedes ser esa clase de persona ungida y apartada por Dios para cumplir planes y propósitos divinos a favor de otros? La educación que hemos logrado, ni las habilidades especiales, ni la posición social y económica, nos darán el poder y la capacidad para transformar las vidas de las almas. ¿Qué es lo que podrá transformarlas para llevarlas a la salvación que es en Cristo Jesús y a una vida conforme a la imagen de Jesucristo? La unción del Espíritu Santo únicamente confiere la capacitación celestial que necesitamos para cumplir con ese llamado y los propósitos eternos de nuestro Padre Celestial en nuestras vidas.

Apocalipsis 1:6. Y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre; a él sea gloria e imperio por los siglos de los siglos. Amén. El Señor quiere que tengamos el poder de reyes y la pureza de sacerdotes. Es vital que experimentemos su unción a plenitud a fin de obtener eso. "La unción" traerá liberación, fortaleza y salvación al pueblo de Dios. Cristo en griego y Mesías en hebreo, significan "El Ungido". Jesucristo inicio su ministerio al proclamar: Lucas 4:18 citando la palabra escrita en Isaías 61. Él aclaró que era porque el Espíritu del Señor le había ungido, que podía estar capacitado para tener un ministerio efectivo. La misma regla se aplica hoy en día a cada uno de nosotros. Hebreos 13:8-15. Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos. Isaías habló acerca del poder de liberación de la unción en las siguientes palabras en Isaías 10:27. Acontecerá en aquel tiempo que su carga será quitada de tu hombro, y su yugo de tu cerviz, y el yugo se pudrirá a causa de la unción.

Es necesario tener el Espíritu Santo dentro de nosotros e impartir la unción plena para dirigir al pueblo de Dios y cumplir Su Voluntad en nuestra generación. ¿Cuál es esa unción? ¿Qué tiene que decir la Biblia acerca de ella? ¿Cómo ha venido sobre los líderes en las generaciones pasadas? La unción es indispensable para ser útil y usado por Dios dentro de su obra y sus propósitos, no importa la posición o el nombramiento en el que estés o que te hayan dado en tu iglesia.  La presencia de Dios puede estar en tu vida, puedes tener comunión con El, amarle y andar con El, pero al instante que entres en el ministerio necesitas del poder de luchar contra los poderes del infierno. No importa cuál sea tu llamado ministerial, necesitas el poder de la unción del Espíritu Santo si quieres ejercerlo. Sin la unción es imposible. Sin ella no habrá crecimiento ni bendición, ni victoria en tu ministerioRecordemos el énfasis que puso Jesús en sus palabras  antes de  su ascensión. “Recibiréis el poder cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo y me seréis testigos”

Necesitamos la unción del Espíritu Santo para escuchar, para servir y para andar como debemos. Tanto la sangre de Jesús como la unción del Espíritu Santo son partes necesarias de nuestra "gran salvación".

Hebreos 2:3. ¿Cómo escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan grande? La cual, habiendo sido anunciada primeramente por el Señor, nos fue confirmada por los que oyeron. Hechos 2:4; 4:33; 5:12. "Y fueron todos llenos del Espíritu santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, como el espíritu les daba que hablasen… y los apóstoles les daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús con gran esfuerzo [poder]… y muchos milagros y prodigios eran hechos por los apóstoles en el pueblo…"

Veamos ahora la vida de Moisés y que ejemplo de vida nos dejó en cuanto al tema que estamos tratando. Dios lo usó para liberar a su pueblo de Egipto. Luego, a través de él, Dios otorgó la ley a Israel. Moisés gobernó sobre los israelitas por cuarenta años. Él pudo hacer tal obra únicamente por la unción especial que llevaba de parte de Dios. Llevaba tanto la unción de profeta-sacerdote como la de rey. Como sacerdote, intercedía por Israel y los instruía en el camino de la justicia. También gobernó sobre ellos como rey. Su vida se caracterizó por una tremenda unción de poder y dedicación a la oración. Llevó sobre sí una plena unción. Fue un hombre que ejerció los derechos sacerdotales para tener acceso a Dios y también ejerció gran autoridad sobre el pueblo como rey. Es de especial interés notar que Moisés no recibió el título de "sacerdote", ni de "rey", aunque operó en ambas áreas.

La promesa de Dios para la restauración de la plena unción fue cumplida en Jesucristo. Has amado la justicia, y aborrecido la maldad, por lo cual te ungió Dios, el Dios tuyo, con óleo de alegría más que a tus compañeros. Hebreos 1:9. Jesús reina, por tanto, hermanos santos, participantes del llamamiento celestial, considerad al apóstol y sumo sacerdote de nuestra profesión, Cristo Jesús. Hebreos 3:1 y como "Rey de Reyes y Señor de Señores". Apocalipsis 17:14. Solo El "ha sido hecho por Dios sabiduría, y justificación, y santificación, y redención". 1 Corintios 1:30. "Es como el buen óleo sobre la cabeza, el cual desciende sobre la barba, la barba de Aarón, y que baja hasta el borde de sus vestiduras". Salmo 133:2. 

Una hermosa ilustración y verdad son expresadas en el versículo anterior. La unción que venía sobre el sumo sacerdote corría desde la cabeza hasta las extremidades inferiores de su cuerpo. Debemos Llevar Su Unción. Ahora sabemos que somos miembros del Cuerpo de Cristo. 1 Corintios 12:27. Vosotros, pues, sois el cuerpo de Cristo, y miembros cada uno en particular. Sabemos que Cristo es cabeza y sumo sacerdote: Efesios 1:22. Y sometió todas las cosas bajo sus pies, y lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia. Hebreos 3:1. Por tanto, hermanos santos, participantes del llamamiento celestial, considerad al apóstol y sumo sacerdote de nuestra profesión, Cristo Jesús.

La unción de Jesús fue la ilustración final de la unción que Dios desea que nosotros tengamos. Como miembros de la Iglesia de Cristo, debemos llevar su presencia y unción para vivir vidas justas, santas y ungidas; Para sanar los enfermos, echar fuera demonios, predicar las Buenas Nuevas de Salvación en todos los rincones del mundo. 1 Pedro 2:9 dice que nosotros somos: "Linaje escogido, real sacerdocio (sacerdotes-reyes). "Y nos ha hecho reyes y sacerdotes para Dios". Apocalipsis 1:6; 5:10.

Colosenses 1:1-14. Pablo, apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios, y el hermano Timoteo, a los santos y fieles hermanos en Cristo que están en Colosas: Gracia y paz sean a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo. Siempre orando por vosotros, damos gracias a Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, habiendo oído de vuestra fe en Cristo Jesús, y del amor que tenéis a todos los santos, a causa de la esperanza que os está guardada en los cielos, de la cual ya habéis oído por la palabra verdadera del evangelio, que ha llegado hasta vosotros, así como a todo el mundo, y lleva fruto y crece también en vosotros, desde el día que oísteis y conocisteis la gracia de Dios en verdad, como lo habéis aprendido de Epafras, nuestro consiervo amado, que es un fiel ministro de Cristo para vosotros, quien también nos ha declarado vuestro amor en el Espíritu.

Por lo cual también nosotros, desde el día que lo oímos, no cesamos de orar por vosotros, y de pedir que seáis llenos del conocimiento de su voluntad en toda sabiduría e inteligencia espiritual, para que andéis como es digno del Señor, agradándole en todo, llevando fruto en toda buena obra, y creciendo en el conocimiento de Dios; fortalecidos con todo poder, conforme a la potencia de su gloria, para toda paciencia y longanimidad; con gozo dando gracias al Padre que nos hizo aptos para participar de la herencia de los santos en luz; el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo, en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados.

Debemos Mantener la Unción en nuestras vidas; Juan nos dice: "Pero la unción que vosotros habéis recibido de él, mora en vosotros, mas como la unción misma os enseña de todas las cosas, y es verdadera… os ha enseñado a perseverar en Él. Y ahora hijitos, perseverad en Él; para que cuando apareciere, tengamos confianza, y no seamos confundidos de él en su venida" 1 Juan 2:27-28. La terminología "morar" parece ser la clave. "Estad en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto de sí mismo, si no estuviere en la vid; así ni vosotros, si no estuvieres en mí. "Yo soy la vid, vosotros los pámpanos: el que está en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque sin mí nada podéis hacer. El que en mí no estuviere, será echado fuera como mal pámpano, y se secará; y los cogen, y los echan en el fuego, y arden. Si estuviereis en mí, y mis palabras estuvieren en vosotros, pedid todo lo que quisiereis, y os será hecho" Juan 15:4-7.

Pablo dijo eso de la siguiente manera: "Por tanto de la manera que habéis recibido al Señor Jesucristo, andad en él, arraigados y sobreedificados y confirmados en la fe, así como habéis sido enseñados abundando en acciones de gracias". Colosenses 2:6-7. El que el pámpano pueda permanecer en la vid significa que continúe conectado, a fin de que reciba la vida que fluye a través de la vid. El ser fructífero depende de esa conexión vital con la vid. De esa misma manera, nosotros tenemos que permanecer en relaciones íntimas con Jesús. Si lo hacemos, Su vida y Su unción siempre fluirán a través de nosotros. Entonces, ministraremos dentro de esa plena unción de Jesús: profeta-sacerdote y rey. La adoración y la alabanza vendrán a ser como el aliento de vida. Seremos equipados con Su poder y dones para liberar a otros en la misma libertad que disfrutamos.

Terrible y trágico es que un hombre o una mujer sobre quien Dios haya puesto Su mano, utilice tal unción para promover sus propios propósitos e intereses.

Cuando Elías tiró el manto, Eliseo tuvo la humildad de recogerlo, inclinándose para tomar lo que otro había tirado. La Biblia dice que Eliseo alzó el manto de Elías. Cuando Eliseo levantó el manto se fue inmediatamente al Jordán a hacer un milagro. El maestro Elías le enseño que el manto era para hacer milagros, no para jactarse del poder del mismo. No puedes caminar con la unción de Dios si tienes orgullo en el corazón. Por eso, el Señor se va ha encargar de levantar gente que te humille para que tu carne sea eliminada y puedas recibir la unción del Espíritu. La unción reside en quienes están muertos al yo.

La unción no se vende, Dios la da gratuitamente a quien Él quiere y a quien se la pida. El Señor conoce las intenciones de nuestro corazón y no le dará la unción a alguien que la busque para engrandecerse o jactarse de él mismo. La unción tampoco es para hacer una denominación alrededor de ella, ni para crear divisiones en la iglesia entre los que hablan lenguas y los que no, y entre los que tienen el gozo del Espíritu y entre los que no. La unción es para predicar el evangelio a un mundo perdido, para que a través de los milagros que se hagan a través de ella, se testifique que Cristo salva y sana.

Jesús quería que con la misma unción que Él fue investido, fuéramos ungidos nosotros. Él dijo que haríamos cosas mayores de las que Él hizo. Juan 14:12.

Jesús citó la fe, y demando fe de todo aquel que quería ser su discípulo. La fe es imprescindible para fluir en la unción, ésta se hará evidente a medida que tú lo creas, la expresión de ella sobre tu vida es directamente proporcional a tu fe. No depende de cuánto conoces o sabes de la Palabra, sino de cuánto crees lo que has aprendido. Cuando Eliseo tomó el manto no se distrajo en el camino, ni presumió por tenerlo, él se fue directamente al Jordán a hacer milagros. 

Ve y usa la unción para lo que Dios la dejo: Bendecir a otros a través de la salvación y los milagros. La unción te va ha servir para que cuando prediques la gente se convierta, para sanar enfermos, para sanar corazones quebrantados y para todo lo que Dios ha deseado.

La unción es para servir, nunca para engrandecerte. A quien se engrandece por la unción le pasará como a Simón el mago, quiso comprar la unción para ser grande y famoso en el pueblo, por lo tanto fue revelado su corazón, y cayó en amargura.

Debemos examinar nuestro corazón para ver por qué queremos la unción. Dios conoce las intenciones del corazón de cada uno, y dará a cada uno como Él crea. Y si ya tienes la unción, ve y has lo que Dios te mandó hacer. Si crees, las señales de las que Jesús habló, te seguirán a donde vayas.

Juan 15. Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador. Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará; y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto. Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado. Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer. El que en mí no permanece, será echado fuera como pámpano, y se secará; y los recogen, y los echan en el fuego, y arden. Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho. En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos.

Como el Padre me ha amado, así también yo os he amado; permaneced en mi amor. Si guardareis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; así como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor. Estas cosas os he hablado, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea cumplido. Este es mi mandamiento: Que os améis unos a otros, como yo os he amado. Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. Ya no os llamaré siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; pero os he llamado amigos, porque todas las cosas que oí de mi Padre, os las he dado a conocer.

No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca; para que todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, él os lo dé. Esto os mando: Que os améis unos a otros. El mundo os aborrecerá, si el mundo os aborrece, sabed que a mí me ha aborrecido antes que a vosotros. Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero porque no sois del mundo, antes yo os elegí del mundo, por eso el mundo os aborrece.

Acordaos de la palabra que yo os he dicho: El siervo no es mayor que su señor. Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán; si han guardado mi palabra, también guardarán la vuestra. Mas todo esto os harán por causa de mi nombre, porque no conocen al que me ha enviado. Si yo no hubiera venido, ni les hubiera hablado, no tendrían pecado; pero ahora no tienen excusa por su pecado.

El que me aborrece a mí, también a mi Padre aborrece. Si yo no hubiese hecho entre ellos obras que ningún otro ha hecho, no tendrían pecado; pero ahora han visto y han aborrecido a mí y a mi Padre. Pero esto es para que se cumpla la palabra que está escrita en su ley: Sin causa me aborrecieron. Pero cuando venga el Consolador, a quien yo os enviaré del Padre, el Espíritu de verdad, el cual procede del Padre, él dará testimonio acerca de mí. Y vosotros daréis testimonio también, porque habéis estado conmigo desde el principio.  

Bendiciones.

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