Nuestro deseo es que cada uno de los mensajes, así como cada uno de los ministerios y recursos enlazados, pueda ayudar como una herramienta al crecimiento, edificación y fortaleza de cada creyente dentro de la iglesia de Jesucristo en las naciones y ser un práctico instrumento dentro de los planes y propósitos de Dios para la humanidad. Cada mensaje tiene el propósito de dejar una enseñanza basada en la doctrina bíblica, de dar una voz de aliento, de edificar las vidas; además de que pueda ser adaptado por quien desee para enseñanzas en células o grupos de enseñanza evangelísticos, escuela dominical, en evangelismo personal, en consejería o en reuniones y servicios de iglesias.

La rectitud del corazón del cristianoª



1 Crónicas 29:17a. Yo sé, Dios mío, que tú escudriñas los corazones, y que la rectitud te agrada.

Una persona de integridad vive correctamente, no está dividida, ni es una persona diferente en circunstancias diferentes. Una persona de integridad es la misma persona en privado que lo que es en público. El término Rectitud significa ¨Carácter de aquello que es recto y justo en el sentido ético o moral, esto hace referencia a la transparencia que cada creyente debe tener en todos sus actos.

La persona de corazón recto excluye de sí la hipocresía, el engaño y todo acto de mal procedencia, lamentablemente muchos han caído en el engaño de cuidarse de los hombres, olvidándose que Dios es quien conoce lo que hay dentro del corazón.

En el Sermón del Monte, Jesús habló de los que eran "de limpio corazón" (Mateo 5:8), lo que sugiere una actitud clara de seguimiento de los mandatos de Dios. La integridad, por lo tanto, no solo implica una actitud clara, sino una pureza moral también.

La Biblia está llena de referencias a la integridad, el carácter y la pureza moral. Considere solo unas pocas referencias del Antiguo Testamentos a la integridad. En 1 Reyes 9:4, Dios instruye a Salomón que ande "en integridad de corazón y en equidad", como hizo su padre. David dice, en 1 Crónicas 29:17: "Yo sé, Dios mío, que tú escudriñas los corazones, y que la rectitud te agrada". Y en el  Salmos 78:70-72 leemos que David "los apacentó conforme a la integridad de su corazón, los pastoreó con la pericia de sus manos".

La rectitud de corazón forma parte de aquellas cualidades más gratas que puede poseer una persona, ella garantiza confianza, seguridad, respaldo, confidencia, integridad. Si alguna vez debemos hacer un listado de las cualidades que nos gustaría encontrar en las personas o mejor aún, que nos gustaría poseer, seguramente enunciaremos la rectitud.

En este sentido, la rectitud es una forma de vivir congruente entre lo que se piensa y la conducta que se observa hacia el prójimo, que junto a la justicia, exige en dar a cada quien lo que le es debido. En nuestra vida encontramos a diario actitudes deshonestas como la hipocresía, alguien que aparenta una personalidad que no tiene para ganarse la estimación de los demás; o la mentira; el simular trabajar o estudiar para no recibir una llamada de atención de los padres o del jefe inmediato; el no guardar en confidencia algún asunto del que hemos hecho la promesa de no revelarlo; no cumpliendo con la palabra dada, los compromisos hechos y la infidelidad.

Ser deshonestos nos lleva a romper los lazos de amistad establecidos, en el trabajo, la familia y en el ambiente social en el que nos desenvolvemos. Incluso, la convivencia bajo estos parámetros se torna imposible, pues ésta no se da, si las personas somos incapaces de confiar unos en otros.

Ser de corazón recto significa ser sinceros en todo lo que decimos y hacemos: fieles a las promesas hechas en el matrimonio, en la empresa o negocio en el que trabajamos y con las personas que participan de la misma labor; actuando justamente en el comercio y en las opiniones que damos respecto a los demás. Los que nos rodean esperan que nos comportemos de forma seria, correcta, justa, desinteresada, con espíritu de servicio, pues saben que siempre damos un poco más de lo esperado.

Dios espera y merece honestidad. Salmo 51:6, "He aquí, tú amas la verdad en lo íntimo, y en lo secreto me has hecho comprender sabiduría". El ser deshonesto con alguien es tan dañino y duradero como las heridas físicas. Proverbios 25:18, "Martillo y cuchillo y saeta aguda es el hombre que habla contra su prójimo falso testimonio". El Señor no aprueba la deshonestidad en los negocios. Proverbios 20:23, "Abominación son a Jehová las pesas falsas, y la balanza falsa no es buena".

Sea honesto y franco. 1 Tesalonicenses 2:3, "Porque nuestra exhortación no procedió de error ni de impureza, ni fue por engaño". 2 Corintios 8:21, "Procurando hacer las cosas honradamente, no sólo delante del Señor sino también delante de los hombres".

La honestidad está involucrada en dos de los mandamientos. Está en la Biblia, Éxodo 20:15-16, "No hurtarás. No hablarás contra tu prójimo falso testimonio". Los líderes valoran a aquellos que dicen la verdad. Proverbios 16:13, "Los labios justos son el contentamiento de los reyes, y éstos aman al que habla lo recto".

La verdad es de más valor que la adulación. Proverbios 28:23, "El que reprende al hombre, hallará después mayor gracia que el que lisonjea con la lengua". Los hijos de padres honestos son felices. Proverbios 20:7, "Camina en su integridad el justo; sus hijos son dichosos después de él".

Diga la verdad siempre. Proverbios 12:13-14, "El impío es enredado en la prevaricación de sus labios; más el justo saldrá de la tribulación. El hombre será saciado de bien del fruto de su boca; y le será pagado según la obra de sus manos".

Las ganancias fraudulentas son agradables sólo por poco tiempo. Proverbios 20:17, "Sabroso es al hombre el pan de mentira; pero después su boca será llena de cascajo". Las riquezas obtenidas deshonestamente no duran mucho tiempo. Proverbios 21:6, "Amontonar tesoros con lengua mentirosa es aliento fugaz de aquellos que buscan la muerte".

Haga las cosas como Dios quiere. Proverbios 11:1, "El peso falso es abominación a Jehová; más la pesa cabal le agrada". Dios valora al máximo la honestidad. Proverbios 21:3, "Hacer justicia y juicio es a Jehová más agradable que sacrificio".

Si realmente pretendemos ser honestos y rectos en toda nuestra manera de vivir, debemos empezar por enfrentar y asumir con valor nuestros defectos, buscando aquella manera que resulte más eficaz para superarlos, llevando a cabo acciones que mejoren todo aquello que afecta a nuestra persona y como consecuencia, a nuestros semejantes. Ello supone aprender a rectificarnos ante un error y cumplir con nuestras labores grandes y pequeñas sin hacer distinción.

Si podemos gestar un ambiente cálido y confiable, sostenido por relaciones basadas en la honestidad, nos llevará a crecer como personas, espiritualmente, constituyéndonos en verdaderos hombres y mujeres de bien.

La sociedad actual en la que vivimos, se rige en un mundo alejado del temor a Dios, olvidándose de la rectitud, en consecuencia de ello, podemos notar cómo las personas de ahora forjan un futuro en base de engaños y traiciones, no les importa hacer lo que sea necesario con tal de obtener lo que quieren. Esta actitud egocéntrica produce insensibilidad ante el prójimo, en lugar de adoptar un sentimiento de culpa por sus malos actos, se mofan y burlan de las personas que mantienen altos valores cristianos, dándose cumplimiento a la palabra que dice: ¨En lugar de hacerse sabio se hicieron necios¨

La Iglesia de hoy también está siendo atacada por la falta de rectitud, temor a Dios; Ya que multitud de líderes religiosos, buscan obtener más miembros para sus congregaciones en base de sermones que no exhortan el pecado, conociendo que están atacando la verdadera naturaleza del evangelio que confronta a los pecadores con su pecado.

Por ello el cristianismo no es religiosidad, es marcar la diferencia entre lo recto y lo que no es recto y para aprender RECTITUD es necesario recordar el evangelio de Salmos 119:7 ¨Te alabaré con Rectitud de corazón cuando aprendiere tu justo juicio¨

En los capítulos 28, 29 de 1 Crónicas observamos los consejos finales que da el rey David a su hijo Salomón quien será el próximo rey de Israel. Son los últimos consejos antes de morir, David tiene buena vejez, lleno de días, de riquezas y glorias (29:28). Entre todos los consejos que este padre, que por experiencia ha aprendido es que lo que agrada a Dios es que sobre todo, las cosas deben hacerse con rectitud de corazón.

En el 28:20 el rey David recuerda a Salomón la promesa que Dios dio a José, a Moisés, a Josué y que nos ha sido dada a nosotros, “Yo estaré contigo” pero hay algo que Salomón debe hacer, esforzarse, ser valiente, no temer, no desmayar, y hacer lo que Dios le ha mandado hacer, pero hacerlo con un corazón recto. Si lo haces con corazón recto (29:17), yo siempre te apoyare, defenderé y te bendeciré. Aquí está el elemento que determina la validez de lo que hacemos, “corazón recto”.

Este es otro elemento que se une al amor sin el cual nada de lo que hacemos tiene valor delante de Dios (1 Corintios 13:1-3) y a la fe sin la cual todo lo que hacemos tiene valor (Hebreos 11:6). Este aspecto del corazón recto, íntegro, perfecto, santo y puro es más abarcador, porque en el corazón se anidan los pensamientos, los sentimientos y se toman las decisiones, el amor, la fe, y estos dos últimos son expresiones de lo que hay en el corazón. En fin, podemos unir los tres aspectos, porque hay un cuarto elemento que viene a ser como sinónimo, y es la santidad, “sin santidad nadie vera al Señor”.

David le dice a su hijo Salomón, una cosa debes cuidar, una cosa debes guardar, una cosa debes mantener apartada de lo que no agrada a Dios, el corazón, porque de él mana la vida. Pero ese corazón debe ser recto, temeroso de Dios, apartado para las cosas sagradas, obedientes a la voz de Dios y dedicado solo para hacer la voluntad de aquel que lo eligió como rey. David expresa gratitud a Dios por haber escogido a su hijo Salomón para dar posteridad al reino (28:4-7). 

Ante tan soberana elección, Salomón debe cumplir uno de los requisitos de un rey, regirse a la voluntad del que lo eligió, teniendo una copia de su ley, leyéndola cada día, y sometiéndose y viviéndola cada día ante el pueblo (Deuteronomio 17:14-20): reconociendo a Dios como su único Dios y sirviéndole con corazón recto.

Quiere decir que Dios no está empeñado en ver todo lo que hacemos para él, las grandes cosas que hacemos para él, las muchas actividades en que estuvimos involucrados, los muchos ministerios que realizamos, la gran cantidad de personas que dirigimos, y todas las hazañas que hicimos con tal de ganar la batalla. Dios no se impresiona por las muchas mañanas que te levantaste para orar, ni por las veces que leíste la Biblia, ni por los muchos evangelismos que hiciste, ni por las veces que predicaste o enseñaste o cantaste.

Él no puede ser engañado, pues si tú hiciste todo lo anterior mientras tu corazón no era recto, de nada te sirve, nada se te reconocerá porque en nada agradaste a Dios. La Biblia dice que Salomón llego a ser el rey más sabio y más grande de todos los tiempos, con todo, no todo será recompensado y reconocido como cosas buenas y agradables a Dios, solo aquello que hizo con corazón recto, santo, temeroso, y apartado del mal.

Cuan equivocados estamos al creer que por estar en los mejores puestos de liderazgo o por participar en todos los ministerios, o por ser la persona número uno de la iglesia o de quien depende muchas personas, o por ser la persona más admirada, Dios te aplaudirá, te premiará y te felicitará. Estoy seguro que cuando estemos frente a nuestro Señor Jesucristo, en el tribunal de Cristo, donde cada cristiano será examinado para ser recompensado por las cosas buenas que hizo en la tierra mientras tenía un corazón recto y santo, nos llevaremos tremendas sorpresas.

Es probable que aquellas personas más sencillas, humildes, que aparentemente, casi nada hacían en la iglesia, pero lo poco que hacían, lo hacían con un corazón santo, limpio, recto, temeroso, apartado, integro; serán recomenzadas con más galardones que aquellos que se consideraban los número uno en todo.

No es la cantidad lo que sorprende a Dios sino la calidad con se hacen las cosas. Aunque, no debemos descartar que haya personas escogidas y dotadas por Dios que no solo tuvieron o tienen un corazón puro, recto, sincero, íntegro, y honesto con que hacen las cosas, sino que Dios los ha puesto en lugares de influencia, impacto, liderazgo, y no se apartan de ser fieles y leales a Dios hasta la misma muerte. Cuando tu veas a una persona que ama, respeta, y es fiel a Dios en todo, y que cada cosa que hace lo hace con corazón recto, perfecto, temeroso y apartado del mal, a esa persona imitad, porque esta persona está imitando a Jesucristo.

Pablo, es la única persona que se atrevió a decir que podía ser imitado porque él imitaba a Jesús. Es más, el mismo apóstol dijo, e “imitad a los que se conducen” de buena manera, o sea con corazón recto. ¿Cómo está tu corazón? ¿Es recto tu corazón delante de Dios al punto que cada cosa que haces agradas a Dios?

La rectitud es lo que agrada a Dios, porque cuando se ama a Dios con un corazón recto se da voluntariamente todo a Dios (29:16). ¿Qué de tu vida no le has dado a Dios todavía? ¿Qué esperas para entregárselo con voluntad y espontaneidad? Si es tu corazón, es lo mejor que puedes entregar, si es tu familia, es lo más grande que puedes entregar.

Si tu corazón no está recto delante de Dios, recuerda, todo lo que haces por muy grande e importante que sea, carece de valor y no agrada a Dios. Así que, pide perdón a Dios y dile que renueve, limpie y purifique tu corazón hoy mismo.


Lo que debe ser recto delante de Dios son los pensamientos, los sentimientos y las decisiones (mente, alma y voluntad) y si no lo está, Pablo dice, “despojémonos del hombre viejo” “revistámonos del hombre nuevo, el hombre interior”. Tú tomas la decisión sobre la clase de corazón que deseas tener. Bendiciones.

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