Nuestro deseo es que cada uno de los mensajes, así como cada uno de los ministerios y recursos enlazados, pueda ayudar como una herramienta al crecimiento, edificación y fortaleza de cada creyente dentro de la iglesia de Jesucristo en las naciones y ser un práctico instrumento dentro de los planes y propósitos de Dios para la humanidad. Cada mensaje tiene el propósito de dejar una enseñanza basada en la doctrina bíblica, de dar una voz de aliento, de edificar las vidas; además de que pueda ser adaptado por quien desee para enseñanzas en células o grupos de enseñanza evangelísticos, escuela dominical, en evangelismo personal, en consejería o en reuniones y servicios de iglesias.

La Santidad°


La enseñanza cristiana acerca de la santidad ha sido olvidada en gran parte. Y eso es una lástima, porque es central para la gloria de DIOS y el bien de las almas. Hubo un tiempo en que todos los cristianos ponían gran énfasis en la realidad del llamado de DIOS a la santidad y hablaban con profundo conocimiento acerca de cómo ÉL nos capacita para ello. Santo en los idiomas bíblicos, hebreo y griego, quiere decir “separado y apartado para DIOS, consagrado y hecho para ÉL. La Palabra implica tanto devoción como asimilación: devoción en el sentido de vivir una vida al servicio de DIOS; asimilación en el sentido de imitar, conformarse a, y parecerse al DIOS al que uno sirve. La santidad es siempre la respuesta agradecida del pecador por la gracia recibida.

Pero si tratamos con ligereza o ignoramos la importancia de la santidad estamos absoluta y completamente equivocados. De hecho, se nos ordena la santidad. En realidad, la santidad es el objetivo de nuestra redención. La santidad es el objetivo de nuestra nueva creación. Nacemos de nuevo para que podamos crecer en nuestra semejanza a CRISTO. La santidad empequeñece con efectividad a Satanás en sus planes en nuestras vidas.

Algunos creen que la santidad es algo de otra dimensión y le colocan mucho misticismo y religiosidad desenfocando el verdadero concepto que Dios nos revela en su Palabra. El camino de la santidad es una experiencia de victoria sobre el pecado y la muerte espiritual, es una vida práctica basada en los principios revelados a través de la Palabra de Dios por el Espíritu Santo, es una vida que vence las adversidades en el nombre de Jesucristo, es una vida que se vive paso a paso. Esta vida práctica de santidad es necesaria para estar preparado para la venida de Jesús y para aquel día que le vamos a dar cuentas

1 Pedro 1:13-2:3. Por tanto, ceñid los lomos de vuestro entendimiento, sed sobrios, y esperad por completo en la gracia que se os traerá cuando Jesucristo sea manifestado; como hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia; sino, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo. Y si invocáis por Padre a aquel que sin acepción de personas juzga según la obra de cada uno, conducíos en temor todo el tiempo de vuestra peregrinación; sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación, ya destinado desde antes de la fundación del mundo, pero manifestado en los postreros tiempos por amor de vosotros, y mediante el cual creéis en Dios, quien le resucitó de los muertos y le ha dado gloria, para que vuestra fe y esperanza sean en Dios.

Habiendo purificado vuestras almas por la obediencia a la verdad, mediante el Espíritu, para el amor fraternal no fingido, amaos unos a otros entrañablemente, de corazón puro; siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre. Porque: Toda carne es como hierba, y toda la gloria del hombre como flor de la hierba. La hierba se seca, y la flor se cae; Mas la palabra del Señor permanece para siempre.

Y esta es la palabra que por el evangelio os ha sido anunciada. Desechando, pues, toda malicia, todo engaño, hipocresía, envidias, y todas las detracciones, desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación, si es que habéis gustado la benignidad del Señor.


Veamos la siguiente anécdota: Juan Wesley dijo que Juan Fletcher era el hombre más santo que había conocido en Europa y en América; y que lo era porque diariamente se examinaba para saber si su proceder estaba de acuerdo  con los planes de Dios, para lo cual se hacía las siguientes preguntas:

¿Desperté espiritualmente y tuve cuidado de guardar mi mente de pensamientos errantes, cuando me levanté esta mañana? ¿Me he acercado a Dios en oración o he dado lugar a la pereza y a la desidia espiritual? ¿Se ha debilitado mi fe por no haber velado, o ha sido avivada por haberla puesto en actividad hoy? ¿He andado hoy por fe, y he procurado ver a Dios en todas las cosas? ¿Me he negado a mí mismo al usar palabras y al expresar pensamientos poco bondadosos? ¿Me he debilitado espiritualmente al ver que prefieren a otros en mi lugar? ¿He aprovechado mi tiempo precioso, mis fuerzas y mis oportunidades según la luz que Dios me ha dado? ¿He guardado mi corazón en un ambiente de gracia, de modo que haya sacado provecho? ¿Qué he hecho hoy por los cuerpos y por las almas de los santos? ¿He derrochado cualquier cosa por agradarme a mí mismo, cuando podía hacer guardado el dinero para la casa de Dios? ¿He gobernado bien mi lengua, recordando que en la multitud de palabras no falta pecado? ¿En cuántas ocasiones me he negado a mí mismo hoy? ¿Mi vida y mis palabras han honrado el evangelio de Cristo?

1 Pedro 1:15-16. Así como AQUÉL que os llamó es santo, así también sed vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; porque escrito está: “Sed santos porque Yo soy santo”. Hebreos 12:14. “Buscad la paz con todos y la santidad, sin la cual nadie verá al SEÑOR”.

La santidad comienza dentro de la persona, con un propósito recto que busca expresarse en una conducta recta.

Estoy seguro de que habrás oído muchos, muchísimos sermones acerca de la fe. Me pregunto ¿cuán a menudo habrás escuchado una sucesión o incluso un solo sermón acerca del arrepentimiento? Tienes libros en tu hogar que dicen cómo vivir la vida cristiana victoriosa. ¿Mencionan ellos el arrepentimiento, o dicen que es vital para una larga vida disciplinada? La conducta santa destacará nuestro testimonio, mientras que la conducta mundana lo minará. “Vosotros sois la luz del mundo… Así brille vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas acciones y glorifiquen a vuestro PADRE que está en los cielos… ” Mateo 5:14-16.

Muchas personas, hoy en día, se creen perfectas y que no hay ningún error o deficiencia en ellas. Creen ser los más puros, saberlo todo y tener el poder para lograr lo que quieren. Otros recurren a una serie de artificios para lograr este fin, por ejemplo, unos recurren a la cirugía estética para corregir cualquier defecto en su físico. Otros se esfuerzan en los gimnasios por conseguir un cuerpo musculoso y aparentar un buen físico. Hoy más que nunca hay tantas otras formas de embellecer el físico. Para lograr ello se puede gastar cualquier cantidad de dinero y tiempo. No hay límite para querer ser perfecto físicamente.

Pero cuando uno les pregunta a estas personas, que se consideran perfectas, acerca de temas existenciales o trascendentales, muchas veces no hay respuestas. Físicamente son "perfectas", pero con respecto al conocimiento no lo son. La belleza física no es señal de perfección, es sólo un aspecto. La belleza integral es tanto física como espiritual. Hay muchas personas que sin ser bellas físicamente tienen en su interior una belleza espiritual. Desde sus defectos han sabido luchar para salir adelante. De ellos tenemos que aprender mucho. Debemos siempre tener en cuenta que en todo proceso de perfección hay un margen de error, de ahí que nadie es tan perfecto en esta vida para ser libre de toda ignorancia.

Si en el caminar caemos, Él nos levantará y seguiremos hacia la meta. Salomón decía que no hay hombre que no peque (1 Reyes 8:46; 2 Crónicas 6:36); Un predicador del antiguo testamento nos dice que no hay hombre justo en la tierra, que haga el bien y nunca peque (Eclesiastés 7:20); Finalmente el apóstol Pablo se gloriaba en sus debilidades para poder descansar en el poder de Dios (2 Corintios 12:7-10).

Todos tenemos una carrera por recorrer, pelear muchas batallas, ganar muchas victorias y crecer mucho más para recibir el premio que el Señor nos ha prometido. Sólo aquél que está fortalecido en el Señor y que ha vencido el mal con el bien, puede afirmar que es perfecto. No se es perfecto en la vida cristiana sólo porque ya hemos sido bautizados en la fe cristiana, porque asistimos todos los domingos al culto o porque hacemos alguna obra de bien. Pensar así es un grave error. Tenemos que vivir una vida en santidad, tanto personal como social, para poder, de esa manera, agradar a Dios y a los hombres.

El apóstol Pablo nos aconseja tener una actitud en la vida: "olvidándonos ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndonos a lo que está delante, prosigamos a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús" (Filipenses 3:13-14).

Deuteronomio 6:4-9. Oye, Israel: Jehová, nuestro Dios, Jehová uno es. Amarás a Jehová, tu Dios, de todo tu corazón, de toda tu alma y con todas tus fuerzas. Estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón. Se las repetirás a tus hijos, y les hablarás de ellas estando en tu casa y andando por el camino, al acostarte y cuando te levantes. Las atarás como una señal en tu mano, y estarán como frontales entre tus ojos; las escribirás en los postes de tu casa y en tus puertas.

La santidad es el deseo y el deber de todo cristiano. Debe estar en todos los asuntos, en cada condición, y para toda la gente. Debemos velar y orar especialmente en contra de los pecados a que nos inclinamos. La palabra escrita de Dios es la regla más segura de la vida del cristiano y por esta regla se nos manda ser santos en todo. Dios hace santos a quienes salva. Porque dice la palabra, cuando alguno de vosotros peca no diga que fue Dios que lo tentó, porque Dios no tienta a nadie, sino que sois tentados cuando de vuestra propia concupiscencia sois tentado. La Santidad es una base de vida para el creyente. La santidad nos identifica. Ser santo es apartarse del mal. La santidad hace la diferencia. La santidad da poder en la obra de Dios.

El precio pagado por la redención del hombre fue la preciosa sangre de Cristo.

El hombre natural odia la vida santa. Él es capaz de respetar a las personas de buena moralidad, pero a un santo le será contado como loco. El porqué de ello es que la santidad toca lo más profundo del ego. Está bien—según el hombre natural—ser fiel a tu esposa, pero entregarse a la oración es demasiado. Dejar de embriagarse es aceptado como un buen paso adelante, pero ¿dejar tus camisas lucientes y tu traje de lujo por ropa más humilde? La mente carnal halla una tontería en el caminar en santidad. Debido a ello, se ha cesado la persecución al cristianismo actual. Al mundo, le es locura y reproche una iglesia santa, pero recibe con gusto a una iglesia moral. Así, el mensaje de la cruz viene a ser una realidad al hombre santo. Sus ojos, su carne y su ego claman a diario por ser agradecidos, pero el hombre santo mata sus clamores. A la comodidad y los deseos de la carne les hacen morir.

El hombre santo camina para agradar a Dios y a su prójimo, no a sí mismo.

Todo el porqué de la santidad se resume en la última frase de cuatro palabras: “para que seáis míos.  ”Dios ama a la raza humana. Y nos ama cada uno en particular. Él anhela relacionarse con nosotros particularmente, corazón a corazón. Es más, desea relacionarse con nosotros como unidos en un cuerpo cristiano. Pero... Hemos nacido corruptos, con una naturaleza contraria a la suya. Las dos naturalezas no se pueden mezclar. Es imposible, como tratar de mezclar el agua y el fuego. No, Dios y el hombre natural no pueden morar unidos. Y a Dios, no le es posible que se cambie. La santidad en los cristianos debe ser integral y práctica.

Mateo 25:31-46. El juicio de las naciones. Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará en su trono de gloria, y serán reunidas delante de él todas las naciones; y apartará los unos de los otros, como aparta el pastor las ovejas de los cabritos. Y pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda. Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo.

Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí. Entonces los justos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te sustentamos, o sediento, y te dimos de beber? ¿Y cuándo te vimos forastero, y te recogimos, o desnudo, y te cubrimos? ¿O cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y vinimos a ti? Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis. Entonces dirá también a los de la izquierda: Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles.

Porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de beber; fui forastero, y no me recogisteis; estuve desnudo, y no me cubristeis; enfermo, y en la cárcel, y no me visitasteis. Entonces también ellos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, sediento, forastero, desnudo, enfermo, o en la cárcel, y no te servimos? Entonces les responderá diciendo: De cierto os digo que en cuanto no lo hicisteis a uno de estos más pequeños, tampoco a mí lo hicisteis. E irán éstos al castigo eterno, y los justos a la vida eterna.

Pues es una problemática gigantesca nuestra situación como seres humanos. No obstante, ¡hay remedio! Por la muerte y la resurrección de Jesucristo, al hombre le es posible una transformación radical. Nuestro Redentor dio su sangre para vivificarnos, conquistando el poder del pecado que hay en el hombre natural. Sí, ¡el reino de Dios está aquí! Lo que hace falta en muchas personas es reconocer que el corazón tiene que ser santificado, consagrado a Dios, para poder caminar con Dios. Se ha de arrepentir de la vida egoísta. Se ha de rendir a Dios, permitiéndole que realice una limpieza de lo profano que hay en el corazón. ¿Por qué hemos de ser santos? Porque Dios es santo, y si deseamos ser unidos a él, es imprescindible ser santificado por el Espíritu Santo. Es el anhelo de Dios apartarnos de lo pecaminoso que nos rodea por todos lados.

Romanos 1:16-32. El poder del evangelio. Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego. Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá.

La culpabilidad del hombre. Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad; porque lo que de Dios se conoce les es manifiesto, pues Dios se lo manifestó. Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa. Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido.

Profesando ser sabios, se hicieron necios, y cambiaron la gloria del Dios incorruptible en semejanza de imagen de hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles. Por lo cual también Dios los entregó a la inmundicia, en las concupiscencias de sus corazones, de modo que deshonraron entre sí sus propios cuerpos, ya que cambiaron la verdad de Dios por la mentira, honrando y dando culto a las criaturas antes que al Creador, el cual es bendito por los siglos. Amén.

Por esto Dios los entregó a pasiones vergonzosas; pues aun sus mujeres cambiaron el uso natural por el que es contra naturaleza, y de igual modo también los hombres, dejando el uso natural de la mujer, se encendieron en su lascivia unos con otros, cometiendo hechos vergonzosos hombres con hombres, y recibiendo en sí mismos la retribución debida a su extravío. Y como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a una mente reprobada, para hacer cosas que no convienen; estando atestados de toda injusticia, fornicación, perversidad, avaricia, maldad; llenos de envidia, homicidios, contiendas, engaños y malignidades; murmuradores, detractores, aborrecedores de Dios, injuriosos, soberbios, altivos, inventores de males, desobedientes a los padres, necios, desleales, sin afecto natural, implacables, sin misericordia; quienes habiendo entendido el juicio de Dios, que los que practican tales cosas son dignos de muerte, no sólo las hacen, sino que también se complacen con los que las practican.

Que el Señor nos de fuerzas para seguir avanzando en nuestro camino hacia la perfección y que su Espíritu Santo nos acompañe por siempre. Bendiciones.

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