El Espíritu Santo es el Consolador que el Padre ha
enviado para que esté con nosotros para siempre, es el Espíritu de verdad que
el mundo no conocía, pero que mora con todo aquél que ama a Dios. El Espíritu
Santo es quien nos lleva por el camino que el nuestro Señor Jesucristo, es
quien nos conducirá hacia el destino Eterno: nuestro Padre Celestial, el
Creador de todas las cosas que existen en los cielos, en el universo y en esta
tierra.
Juan
14:15-31. Si me amáis, guardad mis mandamientos. Y
yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para
siempre: el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede
recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora
con vosotros, y estará en vosotros. No os dejaré huérfanos; vendré a
vosotros. Todavía un poco, y el mundo no me verá más; pero
vosotros me veréis; porque yo vivo, vosotros también viviréis.
En aquel día vosotros
conoceréis que yo estoy en mi Padre, y vosotros en mí, y yo en vosotros. El
que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama; y el que me
ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él. Le
dijo Judas (no el Iscariote): Señor, ¿cómo es que te manifestarás a nosotros, y
no al mundo? Respondió Jesús y le dijo: El que me ama, mi
palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con
él. El que no me ama, no guarda mis palabras; y la palabra que
habéis oído no es mía, sino del Padre que me envió. Os he dicho estas cosas
estando con vosotros.
Mas el Consolador, el
Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las
cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho. La paz os
dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro
corazón, ni tenga miedo. Habéis oído que yo os he dicho: Voy, y
vengo a vosotros. Si me amarais, os habríais regocijado, porque he dicho que
voy al Padre; porque el Padre mayor es que yo. Y ahora os lo he
dicho antes que suceda, para que cuando suceda, creáis.
No hablaré ya mucho con
vosotros; porque viene el príncipe de este mundo, y él nada tiene en mí. Mas
para que el mundo conozca que amo al Padre, y como el Padre me mandó, así hago.
Levantaos, vamos de aquí.
Fue enviado en el nombre de Jesús para enseñarnos todas las cosas y recordarnos su palabra. Está escrito en la Biblia que el Señor Jesucristo se presentó vivo con muchas pruebas apareciéndoseles durante cuarenta días. El ministerio de nuestro Señor Jesucristo durante 40 días tenía un doble objetivo. Primero: dar una demostración positiva de la realidad de su resurrección. Segundo: ampliar más la enseñanza acerca del reino de Dios.
Lucas nos dice que los discípulos fueron testigos
presenciales de todo lo que le sucedió a Jesucristo, su vida antes de la
crucifixión y los 40 días donde les enseño más cerca del reino de Dios. Los
preparo. Jesús dijo os conviene que yo me valla. (Juan 16:7). Si Jesús se
hubiera quedado en la tierra hubiera estado limitado por su cuerpo físico. Pero
después de su ascensión podría estar presente espiritualmente en todo lugar a
través del Espíritu Santo.
La Promesa
del Espíritu Santo. Vamos a ver la
importancia que nuestro Salvador le da a la comunión entre nosotros sus hijos,
y Dios; esa relación es real, y la llenura y presencia del Espíritu Santo en
nuestras vidas también es real. El Señor Jesucristo ha enseñado de manera clara y contundente sobre el amor de
Dios hacia los discípulos y también el deber de amarse los unos a los otros;
nos habla a todos que el amarlo a Él constantemente debe ser con acciones demostrativas
de parte nuestra, es guardando sus mandamientos con un corazón sincero que
mostramos verdaderamente que amamos al Señor. Veamos el llamado de
atención que nos hace Dios a través de su palabra en el siguiente texto
bíblico.
Mateo 15:7-14. Hipócritas,
bien profetizó de vosotros Isaías, cuando dijo: este pueblo de labios me honra;
mas su corazón está lejos de mí.
Pues en vano me honran, enseñando
como doctrinas, mandamientos de hombres. Y llamando a sí a la multitud, les
dijo: Oíd, y entended: No lo que entra en la boca contamina al hombre; mas lo
que sale de la boca, esto contamina al hombre.
Entonces acercándose sus discípulos,
le dijeron: ¿Sabes que los fariseos se ofendieron cuando oyeron esta palabra?
Pero respondiendo él, dijo: Toda planta que no plantó mi Padre celestial, será
desarraigada. Dejadlos; son ciegos guías de ciegos; y si el ciego guiare al
ciego, ambos caerán en el hoyo.
El amor a
Dios, y el guardar sus mandamientos son una misma cosa. Sería engañarse a uno mismo si se piensa que
el amor a Dios y el guardar Sus Mandamientos no son esenciales, o que son dos
asuntos muy diferentes. La verdadera relación con Dios no es por actos religiosos,
el evangelio eterno de nuestro Señor Jesucristo debe ser vivido de una manera práctica
y con un corazón recto; no es un evangelio religioso, o un evangelio místico o romántico.
Hay
tantos que creen que el Señor Jesucristo nunca
habló de ciertos pecados, y que solamente habló del amor. Los que creen así,
casi siempre defienden un comportamiento inmoral delante de Dios. El Señor
muchas veces habló e hizo énfasis en la obediencia, y el comportamiento de cada
uno de nosotros frente a cada una de las situaciones y circunstancias que se
nos presenten, es el resultado de una vida en sujeción a Dios por la Palabra y
la presencia del Espíritu Santo.
El Señor Jesucristo tuvo
miles y miles de personas que asistían a sus enseñanzas y lo rodeaban, pero que
no llegaron a ser “discípulos”, en la forma que el discípulo Bíblico es. Eso
quiere decir que hubo miles que no decidieron hacerse sus discípulos, por no
querer comprometerse con una vida de obediencia en santidad, con una vida
consagrada a Dios, con una vida con un corazón dispuesto a cambiar a la manera
de Dios.
Romanos 12:1-2. Dios Habla Hoy (DHH). La vida nueva.
Por tanto, hermanos míos, les ruego por la
misericordia de Dios que se presenten ustedes mismos como ofrenda viva, santa y
agradable a Dios. Éste es el verdadero culto que deben ofrecer. No vivan ya
según los criterios del tiempo presente; al contrario, cambien su manera de
pensar para que así cambie su manera de vivir y lleguen a conocer la voluntad
de Dios, es decir, lo que es bueno, lo que le es grato, lo que es perfecto.
La Biblia nos enseña que el Señor Jesucristo, pidió
al Padre a favor nuestro que enviara otro Consolador. Uno que es igual, y no
diferente, el precioso y poderoso Espíritu Santo que es Dios sobre todas las
cosas.
El Parakletos prometido: El Espíritu Santo. Esta palabra parakletos en el Texto griego quiere decir:
Intercesor, Auxiliador, Consolador. (Parakletos, “alguien que es llamado al
lado de uno -como abogado advocatus”. Una persona llamada a abogar por
uno.JESUCRISTO es también un Pakletos, que ABOGA por nosotros. El Espíritu Santo es OTRO Parakletos, enviado
para nuestra Ayuda. El Mundo, o el sistema del mundo, no pueden conocer al
Espíritu Santo, porque no conocen al Señor Jesucristo.
El Espíritu
Santo nos es
dado para auxiliarnos, y reargüir al mundo de
pecado. Aquellos que nos hacen la vida imposible en el mundo, son reargüidos
por el Espíritu Santo que mora en nosotros. 1 Juan 5:7. Porque tres son los que
dan testimonio en el cielo: el Padre, el Verbo y el Espíritu Santo; y estos
tres son uno. En
este Texto Sagrado se encuentra una Explicación de la Trinidad clara, y nos
muestra que hay un orden en la Deidad: El Padre, el Hijo, y el Espíritu Santo
que procede del Padre y del Hijo, pero los Tres son Eternos y co-iguales.
El Espíritu Santo Cambia a la Persona en el Nuevo
Nacimiento. Romanos 8:5-17. Dios
Habla Hoy (DHH).
Los que viven según las inclinaciones
de la naturaleza débil, sólo se preocupan por seguirlas; pero los que viven
conforme al Espíritu, se preocupan por las cosas del Espíritu. Y preocuparse
por seguir las inclinaciones de la naturaleza débil lleva a la muerte; pero
preocuparse por las cosas del Espíritu lleva a la vida y a la paz. Los que se
preocupan por seguir las inclinaciones de la naturaleza débil son enemigos de
Dios, porque ni quieren ni pueden someterse a su ley. Por eso, los que viven
según las inclinaciones de la naturaleza débil no pueden agradar a Dios.
Pero ustedes ya no viven según esas
inclinaciones, sino según el Espíritu, puesto que el Espíritu de Dios vive en
ustedes. El que no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo
vive en ustedes, el espíritu vive porque Dios los ha hecho justos, aun cuando
el cuerpo esté destinado a la muerte por causa del pecado. Y si el Espíritu de
aquel que resucitó a Jesús vive en ustedes, el mismo que resucitó a Cristo dará
nueva vida a sus cuerpos mortales por medio del Espíritu de Dios que vive en
ustedes.
Así pues, hermanos, tenemos una
obligación, pero no es la de vivir según las inclinaciones de la naturaleza débil.
Porque si viven ustedes conforme a tales inclinaciones, morirán; pero si por
medio del Espíritu hacen ustedes morir esas inclinaciones, vivirán.
Todos los que son guiados por el
Espíritu de Dios, son hijos de Dios. Pues ustedes no han recibido un espíritu
de esclavitud que los lleve otra vez a tener miedo, sino el Espíritu que los
hace hijos de Dios. Por este Espíritu nos dirigimos a Dios, diciendo: «¡Abbá!
¡Padre!» Y este mismo Espíritu se une a nuestro espíritu para dar testimonio de
que ya somos hijos de Dios. Y puesto que somos sus hijos, también tendremos
parte en la herencia que Dios nos ha prometido, la cual compartiremos con
Cristo, puesto que sufrimos con él para estar también con él en su gloria.
Para
el que ha nacido de nuevo, la ayuda del Espíritu Santo produce un CAMBIO en su vida. Ahora el
estilo de vida va cambiando, porque el Espíritu Santo empieza a obrar y a cambiar los pensamientos y los deseos de
la carne. En primer lugar el llevar el estilo de vida del mundo, es obra de la
carne, eso no es solamente la parte nuestra del cuerpo que es carne, sino que es
la naturaleza pecaminosa. Eso es parte del viejo hombre, del pasado pecaminoso. Seguir
practicando las cosas del pasado, es seguir en el mismo estilo de vida, sin
evidencia de una cambio. Por eso podemos decir con toda seguridad, que las
acciones muestran nuestra obediencia o desobediencia a las Palabras de Nuestro Señor.
Se hacen morir los deseos de la carne por medio del
Espíritu Santo. Él es quien nos ayuda a
cambiar. Nadie puede hacerlo por sí solo; todos necesitamos la ayuda del
Espíritu Santo. De ahí que El Espíritu Santo sea nuestro Parakletos,
nuestro Ayudador, nuestro, Abogado, nuestro Auxilio.
Una Promesa de Vida Eterna. Juan 14:19. Dentro de poco el mundo ya no me verá más, pero ustedes
sí me verán. Y porque yo vivo, también ustedes vivirán. Fijémonos en las palabras de nuestro Salvador
en Presente: “Porque Yo vivo, también ustedes
vivirán.” “El que tiene
la vida en sí mismo sabe que la muerte que va a soportar no tendrá el poder de
destruir esa vida.” La Promesa de Vida Eterna para TODOS Sus discípulos. El que
es la Resurrección y la Vida, tiene el control de la vida y la muerte. Y porque
Él es el Dios Eterno, el Gran YO Soy, tenemos Vida Eterna. No es cualquier cosa
ser un Seguidor de JESUCRISTO. El que Sigue a JESUCRISTO, tiene Vida Eterna.
El que no
ama a Jesucristo, no guarda Su Palabra. Juan 14:23-24: “Le contestó Jesús: -El que me ama, obedecerá mi palabra,
y mi Padre lo amará, y haremos nuestra vivienda en él. El que no me ama, no
obedece mis palabras. Pero estas palabras que ustedes oyen no son mías sino del
Padres que me envió.”
Este
Texto lo dice todo: El que ama a JESÚS, guarda; esto es que obedece su Palabra,
el que no ama a Jesús, es
el que no guarda Su Palabra. Quiere decir que no se puede llevar
una vida al antojo de uno, y pensar que se está agradando a Dios, y que no
importa porque siempre se es salvo. El creer así, es creer al antojo de uno
mismo. No tiene que ver en realidad sobre la salvación eterna, porque uno no
puede hacer las cosas al antojo de uno mismo.
Somos
salvos, porque hemos creído en JESUCRISTO, y para creer en JESUCRISTO, hay que
amarle. Si le amamos, como dice JESÚS, entonces GUARDAMOS sus mandamientos. No
puede ser como uno diga, sino como ha dicho el SEÑOR.
El Maestro Divino. Juan 14:26: “Pero el Consolador, el Espíritu
Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, les enseñará todas las cosas y
les hará recordar todo lo que les he dicho.”
El Señor Jesús ahora
nos presenta al Maestro Divino. Él es
quien nos guía a Toda Verdad y por eso los que seguimos a JESUCRISTO, no tenemos por qué descarriarnos,
ni irnos a oír palabras de error. El Mismo Espíritu Santo nos guía por
donde Él quiere que vayamos. Veamos ahora Romanos 8:26-27. Y de igual
manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como
conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con
gemidos indecibles. Mas el que escudriña los corazones sabe
cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios
intercede por los santos.
Veamos como el Espíritu Santo conoce nuestra
Debilidad, e Intercede por Nosotros,
esto es usándonos a nosotros mismo para interceder. Él nos usa a nosotros
para orar por nosotros mismos, y por otros. Recordemos Santiago 5:13: “¿Está afligido alguno entre ustedes? Que ore.” Cuando
uno se siente débil, triste, deprimido, es tiempo de ir en oración al SEÑOR porque tenemos la ayuda del
Espíritu Santo en todo tiempo.
La Paz de
Cristo. Juan 14:27: “La paz les dejo; mi paz
les doy. Yo no se la doy a ustedes como la da el mundo. No se angustien ni se
acobarden.” “La Paz (shalom) esté contigo” era
y es el saludo usual de los Judíos, cuando se encontraban con amigos o cuando
se iban.” Esta despedida era mucho más que usual. JESUCRISTO no les estaba
ofreciendo la paz común de la gente, o la que el mundo ofrecía. Por eso
JESUCRISTO dice: “Mi paz les doy.”
Recordemos
lo que dice Filipenses 4:7: “Y la
paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, cuidará sus corazones y sus
pensamientos en Cristo Jesús.” ¿De
qué paz está hablando? La Paz de saber que uno tiene vida eterna. La
Paz de saber que los pecados han sido lavados en la Sangre de JESÚS. La Paz, que
nos dice que Él guarda nuestras vidas.
¿Tienes esa Paz? ¿Has encontrado al Salvador? ¿Has
hecho del Espíritu Santo tu amigo y tu ayuda? Porque no te das una oportunidad
de recibir la ayuda divina.
Si ya tienes una relación con nuestro Salvador y el
Espíritu Santo sigue creciendo en ella hasta el día que Dios te llame a su
presencia. Bendiciones.
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