Nuestro deseo es que cada uno de los mensajes, así como cada uno de los ministerios y recursos enlazados, pueda ayudar como una herramienta al crecimiento, edificación y fortaleza de cada creyente dentro de la iglesia de Jesucristo en las naciones y ser un práctico instrumento dentro de los planes y propósitos de Dios para la humanidad. Cada mensaje tiene el propósito de dejar una enseñanza basada en la doctrina bíblica, de dar una voz de aliento, de edificar las vidas; además de que pueda ser adaptado por quien desee para enseñanzas en células o grupos de enseñanza evangelísticos, escuela dominical, en evangelismo personal, en consejería o en reuniones y servicios de iglesias.

Creciendo a la estatura de Jesucristo°


Isaías 55:10-12. La Biblia de las Américas (LBLA). Porque como descienden de los cielos la lluvia y la nieve, y no vuelven allá sino que riegan la tierra, haciéndola producir y germinar, dando semilla al sembrador y pan al que come, así será mi palabra que sale de mi boca, no volverá a mí vacía sin haber realizado lo que deseo, y logrado el propósito para el cual la envié.

Porque con alegría saldréis, y con paz seréis conducidos; los montes y las colinas prorrumpirán en gritos de júbilo delante de vosotros, y todos los árboles del campo batirán palmas.


Somos creación hecha por Dios a su imagen y semejanza, somos plantío del Señor, somos como árboles que deben dar su fruto a su tiempo, somos semillas de Dios que se deben desarrollar llevando a cabo todo lo que Dios ha destinado para cada uno de nosotros. Somos llamados a ser sus discípulos. Pero como toda semilla tiene varias etapas de crecimiento y formación para llegar a ser esa planta que fue diseñada y cuya información genética venía ya dentro ella. 

Nuestro alimento es la Palabra de Dios, así que llenemos de ella y lo que Dios desea para nosotros a través de ella.

Somos creación hecha por Dios a su imagen y semejanza, Génesis 1:26-27. Nueva Traducción Viviente (NTV). Entonces Dios dijo: «Hagamos a los seres humanos a nuestra imagen, para que sean como nosotros. Ellos reinarán sobre los peces del mar, las aves del cielo, los animales domésticos, todos los animales salvajes de la tierra y los animales pequeños que corren por el suelo». Así que Dios creó a los seres humanos a su propia imagen. A imagen de Dios los creó; hombre y mujer los creó.

Somos plantío del Señor. Isaías 61:3. La Biblia de las Américas (LBLA). Para conceder que a los que lloran en Sion se les dé diadema en vez de ceniza, aceite de alegría en vez de luto, manto de alabanza en vez de espíritu abatido; para que sean llamados robles de justicia, plantío del Señor, para que Él sea glorificado.

Somos como árboles que deben dar su fruto a su tiempo, somos semillas de Dios que se deben desarrollar llevando a cabo todo lo que Dios ha destinado para cada uno de nosotros. Salmo 1:1-3. La Biblia de las Américas (LBLA). ¡Cuán bienaventurado es el hombre que no anda en el consejo de los impíos, ni se detiene en el camino de los pecadores, ni se sienta en la silla de los escarnecedores, sino que en la ley del Señor está su deleite, y en su ley medita de día y de noche! Será como árbol firmemente plantado junto a corrientes de agua, que da su fruto a su tiempo, y su hoja no se marchita; en todo lo que hace, prospera.

Somos llamados a ser sus discípulos, estos es algo necesario para nosotros, Dios no solo nos ha llamado a salvación, sino que quiere restaurarnos para que seamos hechos a su imagen y semejanza por Jesucristo, reinando en nuestros corazones. Lucas 9:23. RVR60. Y decía a todos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame.

Pero como toda semilla tiene varias etapas de crecimiento y formación para llegar a ser esa planta para lo que fue diseñada y cuya información genética venía ya dentro ella, nosotros necesitamos de la genética celestial que es en nuestro Señor Jesucristo, necesitamos de la vida y el poder impartidos por el Señor, el Espíritu Santo, para desarrollarnos como hijos de Dios en cada una de las etapas que debemos recorrer en esta tierra y en el tiempo que Dios nos destinó, dando el fruto correspondiente a nuestro llamado y los dones que nos fueron impartidos.

Salmos 139:15-17. La Biblia de las Américas (LBLA). No estaba oculto de ti mi cuerpo, cuando en secreto fui formado, y entretejido en las profundidades de la tierra. Tus ojos vieron mi embrión, y en tu libro se escribieron todos los días que me fueron dados, cuando no existía ni uno solo de ellos. ¡Cuán preciosos también son para mí, oh Dios, tus pensamientos! ¡Cuán inmensa es la suma de ellos!

Y como en el reino vegetal hay diversas plantas y árboles, cada uno con fin específico y con un fruto determinado por su diseño, así somos nosotros para Dios. 


Jeremías 29:11-14. Palabra de Dios para Todos (PDT). Sé muy bien lo que tengo planeado para ustedes, dice el SEÑOR, son planes para su bienestar, no para su mal. Son planes de darles un futuro y una esperanza. Entonces ustedes me llamarán, vendrán y orarán, y yo los escucharé.  Me buscarán y me encontrarán cuando me busquen de todo corazón. Dejaré que ustedes me encuentren, dice el SEÑOR. Les devolveré lo que les quitaron y los traeré de regreso de todos los lugares a los que los arrojé, dice el SEÑOR. Los traeré de regreso al lugar de donde los desterré».

Como seres humanos llevamos información genética que pasa de generación en generación, en dónde después de ser fecundados los óvulos por los espermatozoides, es implantada una vida de un ser humano que debe formarse, nacer y crecer dar fruto en el tiempo correspondiente: es nuestro deber buscar la fuente de vida eterna para obtener esa vida espiritual y cumplir los planes y propósitos de Dios Padre, dentro del reino de los cielos en Jesucristo y por el poder del Espíritu Santo.

Juan 3:1-8. Dios Habla Hoy (DHH). Había un fariseo llamado Nicodemo, que era un hombre importante entre los judíos. Éste fue de noche a visitar a Jesús, y le dijo: Maestro, sabemos que Dios te ha enviado a enseñarnos, porque nadie podría hacer los milagros que tú haces, si Dios no estuviera con él. Jesús le dijo: Te aseguro que el que no nace de nuevo, no puede ver el reino de Dios.

Nicodemo le preguntó: ¿Y cómo puede uno nacer cuando ya es viejo? ¿Acaso podrá entrar otra vez dentro de su madre, para volver a nacer? Jesús le contestó: Te aseguro que el que no nace de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. Lo que nace de padres humanos, es humano; lo que nace del Espíritu, es espíritu. No te extrañes de que te diga: “Todos tienen que nacer de nuevo.” El viento sopla por donde quiere, y aunque oyes su ruido, no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así son también todos los que nacen del Espíritu.

Cuando viene el nuevo nacimiento en el creyente, es impartida la vida de Dios, la genética de Dios, que se desarrolla por medio del poder, la unción y la guía del Espíritu Santo. Es cuando le son impartidos los dones espirituales como el quiere y es hecho el llamado para servirle de acuerdo a su voluntad que es buena agradable y perfecta.

Juan 15:1-10. Dios Habla Hoy (DHH). La vid verdadera. Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el que la cultiva. Si una de mis ramas no da uvas, la corta; pero si da uvas, la poda y la limpia, para que dé más. Ustedes ya están limpios por las palabras que les he dicho. Sigan unidos a mí, como yo sigo unido a ustedes. Una rama no puede dar uvas de sí misma, si no está unida a la vid; de igual manera, ustedes no pueden dar fruto, si no permanecen unidos a mí.

Yo soy la vid, y ustedes son las ramas. El que permanece unido a mí, y yo unido a él, da mucho fruto; pues sin mí no pueden ustedes hacer nada. El que no permanece unido a mí, será echado fuera y se secará como las ramas que se recogen y se queman en el fuego.

Si ustedes permanecen unidos a mí, y si permanecen fieles a mis enseñanzas, pidan lo que quieran y se les dará. En esto se muestra la gloria de mi Padre, en que den mucho fruto y lleguen así a ser verdaderos discípulos míos. Yo los amo a ustedes como el Padre me ama a mí; permanezcan, pues, en el amor que les tengo. Si obedecen mis mandamientos, permanecerán en mi amor, así como yo obedezco los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor.

El Señor Jesucristo vino al mundo a redimir a la humanidad por medio de su muerte en la cruz, nos compró por el precio de su sangre, nos hizo salvos e hijos de Dios, a quienes hemos creído en él como Señor y Salvador, como el Mesías, como el Cristo que viene del cielo, como el Hijo unigénito del Padre Celestial, nos ha hecho parte de su iglesia, de la cual él es la cabeza y autoridad, para sentarnos en los lugares celestiales con él.

El Señor Jesucristo vino a esta tierra y dejó a la iglesia, para que con la ayuda, la guía y la unción del Espíritu Santo (quien es la tercera persona de la trinidad) podamos llevar a cabo la gran comisión y cumplir de esa manera los planes de Dios en cada una de las generaciones, haciendo discípulos en todas las naciones de la tierra por medio de la predicación del poderoso mensaje del evangelio de nuestro Señor Jesucristo.

Es muy importante para cada uno de nosotros poder escuchar la voz de Dios en nuestro diario vivir y de esa manera ser guiados y poder andar en obediencia, en el perfecto amor, para que crezcamos y nos desarrollemos, dando el fruto que Dios espera de nuestras vidas. Así que manos a la obra, a buscar el rostro de Dios, a escuchar sus instrucciones allí en el lugar secreto para entender nuestro llamado, para saber cuáles son nuestros dones ministeriales, cuales son nuestros dones espirituales y cuál es la misión específica que debemos cumplir y en qué tiempo.

Efesios 4:1-14. Reina-Valera 1995 (RVR1995). La unidad del Espíritu. Yo, pues, preso en el Señor, os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados: con toda humildad y mansedumbre, soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor, procurando mantener la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz: un solo cuerpo y un solo Espíritu, como fuisteis también llamados en una misma esperanza de vuestra vocación; un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo, un solo Dios y Padre de todos, el cual es sobre todos y por todos y en todos.

Pero a cada uno de nosotros fue dada la gracia conforme a la medida del don de Cristo. Por lo cual dice: «Subiendo a lo alto, llevó cautiva la cautividad, y dio dones a los hombres.»

Y eso de que «subió», ¿qué es, sino que también había descendido primero a las partes más bajas de la tierra? El que descendió es el mismo que también subió por encima de todos los cielos para llenarlo todo. Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, al hombre perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo.

Así ya no seremos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error; sino que, siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo, de quien todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor.

Ejemplo encontramos en su Palabra como Moisés, Josué, David, María la madre de nuestro Señor Jesucristo, los apóstoles y muchos hombres y mujeres más, dentro el desarrollo de la iglesia, que han buscado a Dios en el lugar secreto, para amarle y servirle con rectitud de corazón.

Jeremías 23:18. NTV. ¿Ha estado alguno de estos profetas en la presencia del Señor para escuchar lo que en realidad dice? ¿Acaso alguno de ellos se ha interesado lo suficiente como para escuchar?

Jeremías 23:18. Reina-Valera 1995 (RVR1995). Pero ¿quién estuvo en el secreto de Jehová, y vio y oyó su palabra? ¿Quién estuvo atento a su palabra y la oyó?

Cuando cualquier ser humano ha creído, se convierte en un hijo de Dios por medio de nuevo nacimiento por el Espíritu Santo, se convierte en un discípulo de Cristo que es llamado a crecer a la imagen de Dios, también es llamado a dar fruto dentro del cuerpo de Cristo de acuerdo a los dones, los llamamientos impartidos  y en lugar que Dios tiene planeado para cada uno.

La obediencia al mandamiento de Cristo, “Sígueme”, resulta en la muerte a uno mismo. El cristianismo sin la muerte a uno mismo, es solamente una abstracción filosófica, es un cristianismo sin Cristo, es solo una religión más tratando de llenar el vacío espiritual de nuestro corazón. 

Quizá el error fundamental de muchos cristianos consiste en separar el hecho de recibir la salvación y el de ser verdaderos discípulos. Ellos sitúan ambos estados en distintos niveles de la madurez cristiana, asumiendo que es posible ser salvo sin la obligación personal de obedecer las demandas más radicales de Jesús, como la de “tomar la cruz y seguirle” (Mateo 10:38). Esta posición se fundamenta en la creencia errónea de que la salvación es primariamente para el beneficio del hombre: hacerlo feliz y evitarle la condenación eterna.

Mientras el don de la salvación de Dios responde a la necesidad fundamental del hombre, la posición humanista de “acéptalo por tu propio bien”, ignora por completo la razón por la cual Cristo murió en la cruz. Dios hace provisión de la salvación para el hombre, con el propósito de traer, por encima de todo, gloria a sí mismo de parte de un pueblo que tiene el carácter de su Hijo. Efesios 1:12. La Biblia de las Américas (LBLA). A fin de que nosotros, que fuimos los primeros en esperar en Cristo, seamos para alabanza de su gloria.

La gloria de Dios es más importante que el bienestar del hombre. Isaías 43:7. La Biblia de las Américas (LBLA). A todo el que es llamado por mi nombre y a quien he creado para mi gloria, a quien he formado y a quien he hecho.

Nadie que entienda el propósito de la salvación, se atrevería a especular sobre si una persona puede ser salva sin aceptar el señorío de Cristo. Él no puede ser el Señor de mi vida, si yo soy el señor de mi vida. Para que Cristo tome el control total de mi ser, yo tengo que morir. No puedo convertirme en un discípulo sin morir a mí mismo e identificarme con Cristo que murió por mis pecados. Marcos 8:34. La Biblia de las Américas (LBLA). Condiciones para seguir a Jesús. Y llamando a la multitud y a sus discípulos, les dijo: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz, y sígame. 

Un discípulo sigue a su Maestro, aun hasta la cruz. Esto es lo que significa morir a uno mismo y nacer de nuevo. El mandamiento de Cristo de “Sígueme” es una orden a participar en su muerte para experimentar una vida nueva en el Espíritu Santo.

Cuando se está unido en un lazo espiritual con el Cristo crucificado, aquellas cosas tan apreciadas en el mundo: riquezas, seguridad y posición, se renuncian. “Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos” (Gálatas 5:24 RVR60). Un hombre que toma la cruz, es uno que está crucificado con Cristo, que no siente ansiedad por el mañana, porque su futuro está en las manos de Dios.

Ninguna persona que no haya experimentado la muerte de la que habla la Biblia, puede calificar como eslabón legítimo en el proceso del discipulado, porque no está capacitada para reproducir la vida de Cristo en otros. “Si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto” (Juan 12:24 RVR60). Sin muerte no hay nacimiento, ni crecimiento, ni reproducción, no hay un discipulado y que de fruto para vida eterna.

El Señor Jesucristo ordenó a sus discípulos reproducir en otros la plenitud de vida que ellos habían encontrado en Él (Juan 15:8). Les advirtió: “Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará; y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto” (Juan 15:2). Un discípulo maduro debe enseñar a otros creyentes cómo vivir una vida agradable a Dios y debe equiparlos para adiestrar a otros, para que a su vez, éstos enseñen a otros. Ninguno es un fin en sí mismo, somos todos parte del cuerpo de Cristo. Cada discípulo es parte de la iglesia Dios para extender su Reino por medio de la predicación del evangelio eterno.

Sabemos esto, porque Cristo formó discípulos y ordenó a sus discípulos hacer discípulos. Mateo 28:19. La Biblia de las Américas (LBLA). Id, pues, y haced discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Dios podía haber seleccionado cualquier otro método. Él deseaba expandir su evangelio y construir su Reino y decidió trabajar con sus hijos, aquellos que hemos aceptado a Jesucristo como Señor y Salvador. Jesús optó por el discipulado. Él, personalmente se dedicó a adiestrar un pequeño grupo de hombres y los equipó para que a su vez, ellos adiestraran a otros, para que también éstos últimos enseñaran a otros más. Él les ordenó hacer discípulos.

Es por la gracia de Dios y no por nuestras capacidades, es por la misericordia y el perfecto amor, que Dios nos da vida a pesar de lo que somos, a pesar de nuestras limitaciones, a pesar de nuestros errores y pecados, así como les sucedió a todos los héroes de la fe que Dios nos muestra a través de los libros de la Biblia.

Nuestra salvación se debe a la gracia de Dios y se fundamenta en ella, la gracia de Dios es la fuente, nuestra fe es el instrumento. Pero nuestra obediencia es a la vez, la respuesta humana obligatoria y la evidencia innegable de la salvación. Efesios 2:2-10. La Biblia de las Américas (LBLA). De muerte a vida eterna por Jesucristo. Y Él os dio vida a vosotros, que estabais muertos en vuestros delitos y pecados, en los cuales anduvisteis en otro tiempo según la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia, entre los cuales también todos nosotros en otro tiempo vivíamos en las pasiones de nuestra carne, satisfaciendo los deseos de la carne y de la mente, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás.

Pero Dios, que es rico en misericordia, por causa del gran amor con que nos amó, aun cuando estábamos muertos en nuestros delitos, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia habéis sido salvados), y con Él nos resucitó, y con Él nos sentó en los lugares celestiales en Cristo Jesús, a fin de poder mostrar en los siglos venideros las sobreabundantes riquezas de su gracia por su bondad para con nosotros en Cristo Jesús. Porque por gracia habéis sido salvados por medio de la fe, y esto no de vosotros, sino que es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe. Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para hacer buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviéramos en ellas.

Esta es la prueba de nuestra fe, esto es por lo que Santiago dice “la fe sin obras es muerta” Santiago 2:17 RVR60.

Efesios 3:17-19. La Biblia de las Américas (LBLA). De manera que Cristo more por la fe en vuestros corazones; y que arraigados y cimentados en amor, seáis capaces de comprender con todos los santos cuál es la anchura, la longitud, la altura y la profundidad, y de conocer el amor de Cristo que sobrepasa el conocimiento, para que seáis llenos hasta la medida de toda la plenitud de Dios.

1 Pedro 2:2. Nueva Biblia al Día (NBD). Deseen con ansias la leche pura de la palabra, como niños recién nacidos. Así, por medio de ella, crecerán en su salvación,

Colosenses 3:16. Nueva Biblia al Día (NBD). Que habite en ustedes la palabra de Cristo con toda su riqueza: instrúyanse y aconséjense unos a otros con toda sabiduría; canten salmos, himnos y canciones espirituales a Dios, con gratitud de corazón.

Efesios 4:15. Nueva Biblia al Día (NBD). Más bien, al vivir la verdad con amor, creceremos hasta ser en todo como aquel que es la cabeza, es decir, Cristo.

Colosenses 2:6-7. Nueva Biblia al Día (NBD). Libertad en Cristo. Por eso, de la manera que recibieron a Cristo Jesús como Señor, vivan ahora en él, arraigados y edificados en él, confirmados en la fe como se les enseñó, y llenos de gratitud.

Romanos 5:1-5. Nueva Biblia al Día (NBD). Paz y alegría. En consecuencia, ya que hemos sido justificados mediante la fe, tenemos paz con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo. También por medio de él, y mediante la fe, tenemos acceso a esta gracia en la cual nos mantenemos firmes. Así que nos regocijamos en la esperanza de alcanzar la gloria de Dios. Y no sólo en esto, sino también en nuestros sufrimientos, porque sabemos que el sufrimiento produce perseverancia; la perseverancia, entereza de carácter; la entereza de carácter, esperanza. Y esta esperanza no nos defrauda, porque Dios ha derramado su amor en nuestro corazón por el Espíritu Santo que nos ha dado.

2 Corintios 3:18. La Biblia de las Américas (LBLA). Pero nosotros todos, con el rostro descubierto, contemplando como en un espejo la gloria del Señor, estamos siendo transformados en la misma imagen de gloria en gloria, como por el Señor, el Espíritu.

2 Timoteo 3:10-17. Palabra de Dios para Todos (PDT). Pero tú me conoces, sabes lo que enseño y cómo vivo. Sabes también el propósito de mi vida, que tengo fe, paciencia y amor, y que no me doy por vencido ante la persecución ni el sufrimiento. Te enteraste de la clase de persecuciones que sufrí en Antioquía, Iconio y Listra y de cómo el Señor me salvó de todo eso. Pues todo el que pertenezca a Jesucristo y quiera vivir dedicado a Dios será perseguido, pero los perversos y los engañadores irán de mal en peor, engañarán y serán engañados.

Pero tú sigue practicando las enseñanzas que has aprendido. Sabes que son ciertas porque conoces a quienes te las enseñaron. Desde niño conoces las Sagradas Escrituras que te pueden hacer sabio. Esa sabiduría te lleva a la salvación a través de la fe en Jesucristo. Toda la Escritura es un mensaje enviado por Dios, y es útil para enseñar, reprender, corregir y mostrar a la gente cómo vivir de la manera que Dios manda, para que el siervo de Dios esté listo y completamente capacitado para toda buena obra.

1 Corintios 1:1-9. La Biblia de las Américas (LBLA). Pablo, llamado a ser apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios, y Sóstenes, nuestro hermano, a la iglesia de Dios que está en Corinto, a los que han sido santificados en Cristo Jesús, llamados a ser santos, con todos los que en cualquier parte invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo, Señor de ellos y nuestro: Gracia a vosotros y paz de parte de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.

Siempre doy gracias a mi Dios por vosotros, por la gracia de Dios que os fue dada en Cristo Jesús, porque en todo fuisteis enriquecidos en El, en toda palabra y en todo conocimiento, así como el testimonio acerca de Cristo fue confirmado en vosotros; de manera que nada os falta en ningún don, esperando ansiosamente la revelación de nuestro Señor Jesucristo; el cual también os confirmará hasta el fin, para que seáis irreprensibles en el día de nuestro Señor Jesucristo. Fiel es Dios, por medio de quien fuisteis llamados a la comunión con su Hijo Jesucristo, Señor nuestro.

Efesios 4:11-16. Palabra de Dios para Todos (PDT). Cristo mismo le dio dones a la gente: a unos, el don de ser apóstoles; a otros el de ser profetas; a otros el de anunciar la buena noticia de salvación; y a otros el de ser pastores y maestros. Él dio esos dones para preparar a su pueblo santo para el trabajo de servir y fortalecer al cuerpo de Cristo. Este trabajo debe continuar hasta que estemos todos unidos en lo que creemos y conocemos acerca del Hijo de Dios. Nuestra meta es convertirnos en gente madura, vernos tal como Cristo y tener toda su perfección.

Así no nos portaremos como niños, ni seremos como un barco a la deriva arrastrados por cualquier nueva enseñanza de quienes buscan engañarnos con sus trampas. Por el contrario, maduraremos y seremos como Cristo en todo sentido, enseñando la verdad con amor. Cristo es la cabeza, y el cuerpo entero depende de él. Por medio de él, todas las partes del cuerpo están ligadas y se mantienen unidas. Cada parte cumple su función y así todo el cuerpo crece y se fortalece por el amor.

Dios espera ver el crecimiento espiritual en cada uno de sus hijos, puesto que es un proceso progresivo que debe ir paso a paso, etapa por etapa, a través del único camino que es Jesucristo. La regeneración o nuevo nacimiento resulta en la transformación total de la conducta del creyente pero de la manera que un bebé crece y se desarrolla que para pasar a las etapas de la niñez, de la adolescencia y llegar hasta la etapa adulta finalmente. Asimismo el bebé en Cristo necesita ir creciendo y desarrollándose por etapas. A medida que el creyente se desarrolla, va aprendiendo a caminar como Cristo caminó.

Debemos comprender que no todos crecen al mismo tiempo y de la misma manera; primero, cada uno de nosotros somos responsables individualmente delante de Dios por nuestro desarrollo, teniendo en cuenta que cada persona viene trasfondos diferentes, de familias diferentes, con valores morales característicos de ellas, como su situación social y económica, así como su nivel educativo muy particular dependiendo en donde nació, en que ciudad y país. 

¿Puede un bebe recién nacido valerse por sí mismo? ¡Claro que no¡ el Señor espera que sean los padres quienes cuiden y protejan a sus hijos velando por todas sus necesidades hasta que estos puedan bastarse a sí mismos.

El Señor Jesucristo nos dejó un ejemplo de discipulado el cual se debe seguir aplicando hoy en día: fue el que realizó con su equipo ministerial de los doce apóstoles, con quienes se tomó el tiempo para que le conocieran y empezaran así un nuevo caminar con él; Él estuvo con ellos durante tres años, conoció sus vidas, sus hogares la condición en la que vivían, sus familias, su sueños, sus angustias, sus problemas, sus pecados, sus errores, sus tentaciones, sus pruebas, compartió los alimentos con ellos, vivieron juntos el peso y la responsabilidad del ministerio de la nueva iglesia naciente, les enseñó con su ejemplo la manera de vivir, de interactuar con sus semejantes, la forma de enfrentar la vida, las pruebas, las luchas, las tentaciones y el pecado, mostrándoles así la manera correcta de vivir y el verdadero propósito en esta tierra como seres humanos. Bendiciones.

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