Isaías 9:6-7. Traducción en lenguaje actual (TLA). Nos ha nacido un niño, Dios nos ha dado un hijo: a ese niño se le ha dado el poder de gobernar; y se le darán estos nombres: Consejero admirable, Dios invencible, Padre eterno, Príncipe de paz. Él se sentará en el trono de David, y reinará sobre todo el mundo y por siempre habrá paz. Su reino será invencible, y para siempre reinarán la justicia y el derecho. Esto lo hará el Dios todopoderoso por el gran amor que nos tiene.
Esta es verdaderamente una de las profecías más
asombrosas jamás dadas. Sin duda, en referencia al nacimiento prometido a María,
de Emanuel – “Por tanto, el Señor mismo os dará señal: Isaías 7:14. Nueva Traducción Viviente (NTV). Muy bien, el Señor mismo les dará la señal. ¡Miren! ¡La
virgen concebirá un niño! Dará a luz un hijo y lo llamarán Emanuel (que
significa “Dios está con nosotros”).
Emanuel es el nombre terrenal elegido por Dios para
su Hijo y retrata el carácter del Niño, que significa “Dios con nosotros” o
“Dios está entre nosotros.” Ahora, Isaías describe los nombres divinos que sólo
pueden ser verdaderos de Dios – Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre
Eterno, Príncipe de Paz. Se presenta la persona del Mesías como el de un
hombre, porque él era un descendiente de David, pero Él era Dios también.
Porque un
niño nos es nacido: El propósito de la venida de Cristo fue para
“nosotros” en beneficio de todos aquellos que lo aceptan como su Señor y
Salvador. Isaías vio la oscuridad y la tristeza de la nación, y vio también el
Hijo que nacería para eliminar esa oscuridad, e iluminar al mundo.
Hijo nos es
dado: Desde la eternidad Dios planeó para “dar” a su Hijo como propiciación por
nuestros pecados. Jesús es el Hijo de Dios y Él existió eternamente como el
Hijo. El Mesías es muchas veces representado como habiendo sido dado o enviado,
o como el regalo de Dios, como se señala en los siguientes textos bíblicos:
Hechos 4:12.
Traducción en lenguaje actual (TLA). Sólo Jesús
tiene poder para salvar. Sólo él fue enviado por Dios, y en este mundo sólo él
tiene poder para salvarnos.
Juan 3:16. Nueva
Biblia Latinoamericana de Hoy (NBLH). El Amor de Dios. “Porque
de tal manera amó Dios al mundo, que dio a Su Hijo unigénito (único), para que
todo aquél que cree en El, no se pierda, sino que tenga vida eterna.
Efesios
1:22. Nueva Traducción Viviente (NTV). Dios ha
puesto todo bajo la autoridad de Cristo, a quien hizo cabeza de todas las cosas
para beneficio de la iglesia.
Juan 17:4.
Nueva Traducción Viviente (NTV). Yo te di la gloria
aquí en la tierra, al terminar la obra que me encargaste.
El Mesías era preeminentemente el regalo de Dios
para nosotros. El hombre no tenía ningún derecho sobre Él, y Dios dio
voluntariamente Su Hijo como sacrificio por los pecados del mundo.
Él muestra y nos dice qué pensar y cómo vivir, y Él
nunca se equivoca, porque en él se encuentran. Colosenses 2:3. Traducción en lenguaje actual
(TLA). Todas las riquezas de la sabiduría y del
conocimiento se encuentran presentes en Cristo. El testimonio,
incluso de sus enemigos, fue que “¡jamás hombre alguno ha hablado como este
hombre!” Juan 7:46. Nueva Traducción
Viviente (NTV). —¡Jamás hemos oído a nadie hablar
como él! —contestaron los guardias.
Y se llamará
su nombre… Dios fuerte: La pregunta que pueda surgir es cómo el Hijo
también podría ser “El Padre eterno.” En realidad, esta frase también podría ser traducido como “Padre de la eternidad”, que nos recuerda que el Hijo eterno fue el Creador del tiempo, así como
del espacio y la materia y de hecho, de todas las cosas.
Juan 1:1-3. Nueva
Traducción Viviente (NTV). Cristo, la Palabra eterna. En
el principio la Palabra ya existía. La Palabra estaba con Dios, y la Palabra
era Dios. El que es la Palabra existía en el principio con Dios. Dios creó todas
las cosas por medio de él, y nada fue creado sin él.
Colosenses
1:15-16. Nueva Traducción Viviente (NTV). Cristo es supremo. Cristo es la imagen visible del Dios invisible. Él ya
existía antes de que las cosas fueran creadas y es supremo sobre toda la
creación porque, por medio de él, Dios creó todo lo que existe en los lugares
celestiales y en la tierra. Hizo las cosas que podemos ver y las que no podemos
ver, tales como tronos, reinos, gobernantes y autoridades del mundo invisible. Todo
fue creado por medio de él y para él.
En el insondable, y sin embargo glorioso misterio de
la Trinidad, el Señor Jesús señaló también que “Yo y el Padre uno somos” (Juan 10:30). Él es Dios
Todopoderoso “porque en Él habita corporalmente
toda la plenitud de la Deidad.” (Colosenses 2:9)
Y
se llamará su nombre… Padre eterno: Destacando su deidad absoluta y eterna, así como su
omnipotencia y la unidad del Padre y del Hijo en la Divina Trinidad.
Y
se llamará su nombre… Príncipe de Paz: Lo que indica que Él es el primer líder que traerá
verdadera paz al mundo. Él es el gran Pacificador (Mateo 5:9), “haciendo
la paz mediante la sangre de Su cruz”. (Colosenses 1:20)
Jesús trae la paz de la mente a sus seguidores
porque el Señor Jesús “guardará
en completa paz a aquel cuyo pensamiento en Él persevera; porque en Él ha
confiado” (Isaías
26:3). Y cuando Él regresa, Él traerá la paz al mundo como “Príncipe de Paz”, porque la
paz va a caracterizar su reinado sobre la tierra.
Lo
dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite, sobre el trono de David y
sobre su reino, disponiéndolo y confirmándolo en juicio y en justicia desde
ahora y para siempre. El celo de Jehová de los ejércitos hará esto. (Isaías 9:7)
Durante
este tiempo de año, déjenos
reflejar que Dios
mismo es el
gran signo a
Israel y a todo el mundo. La
actitud de hombres y mujeres a Dios, en
Cristo, es que revelan
el estado de
sus corazones y sellan su eterno
destino, si a la vida eterna o para siempre separado de Dios. Confiamos que
usted tomará una decisión para Jesucristo y vida eterna.
En esta época de tanto consumismo, fiestas y
distracciones, apartemos un momento para enfocarnos en la verdadera razón de
tanto festejo: "Pongamos
toda nuestra atención en Jesús, pues de él viene nuestra confianza, y es él
quien hace que confiemos cada vez más y mejor. Jesús soportó la vergüenza
de morir clavado en una cruz porque sabía que, después de tanto sufrimiento,
sería muy feliz. Y ahora se ha sentado a la derecha del trono de
Dios." Hebreos 12:2
(Traducción Lenguaje Actual)
La buena noticia nos enseña que Dios acepta a los
que creen en Jesús. Como dice la Biblia: "Aquellos
a quienes Dios ha aceptado y confían en él, vivirán para siempre". Romanos 1:17 (TLA)
"Pero aunque no lo podamos ver, confiamos en él." 2 Corintios
5:7 (TLA) "Porque a Dios no le gusta que no
confiemos en él. Para ser amigos de Dios hay que creer que él existe, y que
sabe premiar a los que buscan su amistad." Hebreos 11:6 (TLA) Jesús te conoce, Él sabe cómo te sientes el día de
hoy, recuerda que Él dijo: "Mis
seguidores me conocen, y yo también los conozco a ellos. Son como las ovejas,
que reconocen la voz de su pastor, y él las conoce a ellas. Mis seguidores me
obedecen, y yo les doy vida eterna; nadie me los quitará. Juan 10:27-28 (TLA)
"Pero
el que beba del agua que yo doy nunca más tendrá sed. Porque esa agua es como
un manantial del que brota vida eterna." Juan 4:14 "Les
aseguro que el que cree en mí tendrá vida eterna." Juan 6:47 (TLA) "También sabemos que el Hijo de Dios ha venido y nos
ha dado entendimiento para que conozcamos al Dios verdadero. Y estamos con el
Verdadero, con su Hijo Jesucristo. Éste es el Dios verdadero y la vida
eterna." 1 Juan 5:20 (NVI)
Por esto, y por muchas cosas más, tenemos varias
razones para cantar como lo hicieron los ángeles en Belén aquella gloriosa
noche: «Gloria a Dios en las alturas, y en la
tierra paz a los que gozan de su buena voluntad.» Lucas 2.14 (NVI).
Les quiero
narrar una historia con semejanza de lo que Dios hizo por nosotros a través de
nuestro Señor Jesucristo.
Érase una vez un hombre que no creía en Dios. No
tenía reparos en decir lo que pensaba de la religión y de las festividades
religiosas, como la Navidad. Su mujer, en cambio, era creyente y criaba a
sus hijos en la fe en Dios y en Jesucristo, a pesar de los comentarios
desdeñosos de su marido. Una Nochebuena en que estaba nevando, la esposa se
disponía a llevar a los hijos al oficio navideño de la parroquia de la
localidad agrícola donde vivían. Le pidió al marido que los acompañara, pero él
se negó. -¡Qué tonterías! -arguyó-. ¿Por qué Dios se iba a rebajar a descender
a la Tierra adoptando la forma de hombre? ¡Qué ridiculez! Los niños y la esposa
se marcharon y él se quedó en casa. Un rato después, los vientos empezaron a
soplar con mayor intensidad y se desató una ventisca. Observando por la
ventana, todo lo que aquel hombre veía era una cegadora tormenta de nieve. Y decidió
relajarse sentado ante la chimenea.
Al cabo de un rato, oyó un gran golpe; algo había golpeado la ventana. Luego, oyó un segundo golpe fuerte. Miró hacia afuera, pero no logró ver a más de unos pocos metros de distancia. Cuando empezó a amainar la nevada, se aventuró a salir para averiguar qué había golpeado la ventana. En un campo cercano descubrió una bandada de gansos salvajes. Por lo visto iban camino al sur para pasar allí el invierno, y se vieron sorprendidos por la tormenta de nieve y no pudieron seguir. Perdidos, terminaron en aquella finca sin alimento ni abrigo. Daban aletazos y volaban bajo en círculos por el campo, cegados por la borrasca, sin seguir un rumbo fijo. El agricultor dedujo que un par de aquellas aves habían chocado con su ventana. Sintió lástima de los gansos y quiso ayudarlos. -Sería ideal que se quedaran en el granero -pensó-. Ahí estarán al abrigo y a salvo durante la noche mientras pasa la tormenta.
Dirigiéndose al establo, abrió las puertas de par en
par. Luego, observó y aguardó, con la esperanza de que las aves advirtieran que
estaba abierto y entraran. Los gansos, no obstante, se limitaron a revolotear
dando vueltas. No parecía que se hubieran dado cuenta siquiera de la existencia
del granero y de lo que podría significar en sus circunstancias. El hombre
intentó llamar la atención de las aves, pero solo consiguió asustarlas y que se
alejaran más.
Entró a la casa y salió con algo de pan. Lo fue
partiendo en pedazos y dejando un rastro hasta el establo. Sin embargo, los gansos
no entendieron. El hombre empezó a sentir frustración. Corrió tras ellos
tratando de ahuyentarlos en dirección al granero. Lo único que consiguió fue
asustarlos más y que se dispersaran en todas direcciones menos hacia el
granero. Por mucho que lo intentara, no conseguía que entraran al granero,
donde estarían abrigados y seguros. -¿Por qué no me seguirán? -exclamó- ¿Es que
no se dan cuenta de que ese es el único sitio donde podrán sobrevivir a la
nevada? Reflexionando por unos instantes, cayó en la cuenta de que las aves no
seguirían a un ser humano. -Si yo fuera uno de ellos, entonces sí que podría
salvarlos -dijo pensando en voz alta.
Seguidamente, se le ocurrió una idea. Entró al
establo, agarró un ganso doméstico de su propiedad y lo llevó en brazos,
paseándolo entre sus congéneres salvajes. A continuación, lo soltó. Su ganso
voló entre los demás y se fue directamente al interior del establo. Una por
una, las otras aves lo siguieron hasta que todas estuvieron a salvo. El
campesino se quedó en silencio por un momento, mientras las palabras que había
pronunciado hacía unos instantes aún le resonaban en la cabeza: -Si yo fuera
uno de ellos, ¡entonces sí que podría salvarlos! Reflexionó luego en lo que le
había dicho a su mujer aquel día: -¿Por qué iba Dios a querer ser como
nosotros?
De pronto, todo empezó a cobrar sentido. Entendió
que eso era precisamente lo que había hecho Dios. Diríase que nosotros éramos
como aquellos gansos: estábamos ciegos, perdidos y a punto de perecer. Dios
hizo que Su Hijo se volviera como nosotros a fin de indicarnos el camino y, por
consiguiente, salvarnos. El agricultor llegó a la conclusión de que ese había
sido ni más ni menos el objeto de la Natividad.
Cuando amainaron los vientos y cesó la cegadora
nevada, su alma quedó en quietud y meditó en tan maravillosa idea. De pronto
comprendió el sentido de la Navidad y por qué había venido Cristo a la Tierra.
Junto con aquella tormenta pasajera, se disiparon años de incredulidad.
Hincándose de rodillas en la nieve, elevó su primera plegaria: "¡Gracias,
Señor, por venir en forma humana a sacarme de la tormenta!"
Ya que hemos recibido la revelación acerca de la
salvación que viene de parte de Dios para nosotros, es importante también entender
que es necesario que todo aquel que crea que Jesucristo es Dios y Señor de toda
la creación y además le reciba dentro de su corazón va a ser una nueva criatura
por el Espíritu Santo como nos lo enseña la Biblia.
En Dios tenemos esperanza, salvación, vida eterna,
perdón de pecados, compasión, misericordia, restauración, sanidad de nuestra
alma, sanidad de nuestras emociones, sanidad de nuestro cuerpo, provisión,
dones y un ministerio entre otras muchas bendiciones para quienes hemos creído
a su Palabra y que somos enseñados por su Espíritu Santo para llegar a nuestro
destino eterno que estar por siempre ante la presencia de Dios Padre.
2 Corintios
5:17. (PDT). Si alguien está unido a Cristo, hay
una nueva creación. Lo viejo ha desaparecido y todo queda renovado.
¿Qué significa ser nueva criatura en Cristo?, en el momento en el que creemos en
Cristo, hay una transformación espiritual, ¡todo cambia! Es cuestión de fe no
de vista. El paso más grande de fe que podemos tomar en nuestras vidas es creer
lo que Dios dice acerca de quién es Jesucristo y aceptarle como nuestro Señor y
Salvador. La experiencia con Jesús nos transforma por completo. Hay hombres en
la Biblia que fueron transformados al tener un encuentro con Jesús.
Vemos
por ejemplo, a Pedro, que luego de su conversión aún su sombra sanaba a los
enfermos. Juan, se convirtió en el apóstol del amor. La mujer samaritana, se
convirtió en testigo de la verdad luego del encuentro con Jesús en el pozo.
Saulo, el cruel perseguidor de los cristianos, se convirtió en Pablo, uno de
los misioneros que más aportó a la difusión del Evangelio de Jesucristo. Estos
y otros más, no volvieron a ser los mismos luego de su encuentro con Jesús.
La
nueva vida en Cristo significa cambiar de actitud frente a la manera actual de
pensar y actuar. En Cristo la vida tiene una nueva dimensión y una calidad de
vivirla. Esta nueva vida comienza desde el momento en que creemos en Cristo y
le aceptamos como nuestro Señor y Salvador, reconociendo nuestras faltas y
arrepintiéndonos de corazón.
Este
nuevo estado de nuestra vida es un nuevo estilo de vida, donde en nuestro ser
no puede haber cabida para Dios y para el diablo a la vez. Decimos juntamente
con el apóstol Pablo: “Para mí el vivir es Cristo” “Ya no
vivo yo, mas vive Cristo en mí” (Filipenses 1:21; Gálatas 2:20b). Ahora bien, si Cristo vive en mí, entonces debemos tener
el mismo sentir de Él, como lo señala Pablo en su carta a los Filipenses (Filipenses
2:5). Es
tener sentimientos de amor, de bondad, humildad y compasión por los demás. Bendiciones.
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