Nuestro deseo es que cada uno de los mensajes, así como cada uno de los ministerios y recursos enlazados, pueda ayudar como una herramienta al crecimiento, edificación y fortaleza de cada creyente dentro de la iglesia de Jesucristo en las naciones y ser un práctico instrumento dentro de los planes y propósitos de Dios para la humanidad. Cada mensaje tiene el propósito de dejar una enseñanza basada en la doctrina bíblica, de dar una voz de aliento, de edificar las vidas; además de que pueda ser adaptado por quien desee para enseñanzas en células o grupos de enseñanza evangelísticos, escuela dominical, en evangelismo personal, en consejería o en reuniones y servicios de iglesias.

El Espíritu Santo, la fuerza y la alegría interior que necesitamos-



Hoy, estudiaremos las enseñanzas que tenemos a través de libros y de las vidas de Esdras y Nehemías aplicado a nuestros días y sobre todos a nuestras vidas, para alcanzar la meta personal y la meta familiar en Dios.

Para los que hemos sido rescatados por Dios, los que hemos sido redimidos por la sangre de nuestro Señor Jesucristo, los que hemos recibido las arras de nuestra herencia, el Espíritu Santo en nuestras vidas, es muy importante tener claridad sobre los planes y los propósitos de Dios para nuestras vidas, como lo encontramos en las porción bíblicas que vamos a leer a continuación; es muy importante tener el consejo y la guía del Señor en nuestro diario vivir, es muy importante experimentar el ser pastoreados por el Espíritu Santo de manera personal.

Nehemías 8:9-11. Traducción en lenguaje actual (TLA). Y al oír lo que el libro decía, todos comenzaron a llorar. Entonces el gobernador Nehemías, el sacerdote Esdras y los ayudantes le dijeron a la gente: ¡No se pongan tristes! No lloren, porque este día está dedicado a nuestro Dios. Esdras también les dijo: ¡Hagan fiesta! Coman de lo mejor, beban vino dulce; inviten a los que no tengan nada preparado. Hoy es un día dedicado a nuestro Dios, así que no se pongan tristes. ¡Alégrense, que Dios les dará fuerzas! Los ayudantes de los sacerdotes también calmaban al pueblo y le decían: Cállense. No lloren, porque éste es un día dedicado a Dios. No hay motivo para estar tristes.

La nueva vida en Cristo nos imparte la naturaleza divina de Dios por su Espíritu Santo en nuestros corazones, haciéndonos parte de la familia celestial; por lo tanto nos es dada una nueva identidad como hijos de Dios, como herederos de Dios y coherederos con Cristo en los lugares celestiales. Somos ciudadanos de la Nueva Jerusalén, la patria celestial, que nos espera para estar en la presencia de Dios Padre, el Creador de todo lo que existe por la gracia divina.

Jeremías 29:11-14. Traducción en lenguaje actual (TLA). Mis planes para ustedes solamente yo los sé, y no son para su mal, sino para su bien. Voy a darles un futuro lleno de bienestar. Cuando ustedes me pidan algo en oración, yo los escucharé. Cuando ustedes me busquen, me encontrarán, siempre y cuando me busquen de todo corazón. Estaré con ustedes y pondré fin a su condición de esclavos. Los reuniré de todas las naciones por donde los haya dispersado, y los haré volver a Jerusalén. Les juro que así lo haré.

Es muy necesario poder tener claro para estos días y los que Dios nos permita de existencia en esta tierra, tener muy claro la voluntad del Señor para nuestras vidas, la voluntad del Señor para nuestros hogares en todos los aspectos. Para nosotros los hijos de Dios, lo que nos da la fortaleza interna, es realizar la voluntad de Dios, en cada momento de nuestra existencia, en cada uno de nuestros caminos, en otras palabras en cada aspecto de nuestras vidas, en cada circunstancia que se nos presenta, en cada decisión que debemos tomar, en el lugar donde nos encontremos, donde hemos sido plantados o donde nos va a plantar el Padre Celestial, porque él es dueño de la viña, nosotros plantío suyo que hemos sido tomados del mundo y de la muerte espiritual, para ser sembrados en su viña, que es el reino de los cielos y de cual debemos dar fruto en abundancia para vida eterna.

Salmos 40:8. Traducción en lenguaje actual (TLA). Dios mío, cumplir tu voluntad es mi más grande alegría; ¡tus enseñanzas las llevo muy dentro de mí!

Es muy importante y saludable para nuestras vidas, para nosotros los hijos de Dios, el poder llegar a comprender y hacer lo que agrada a Dios en todos nuestros asuntos, en eso consiste nuestra libertad en Cristo, en eso consiste nuestro reposo, nuestro verdadero descanso. Es poder vivir en dependencia total a Dios, eso es lo que realmente necesitamos, no tenemos otra forma de hacer las cosas, porque nuestra naturaleza ha sido cambiada, hemos sido hechos nuevas criaturas en Cristo, sólo tenemos una forma de hacer las cosas para que podamos vivir quieta y reposadamente y es hacerlo a la manera de Dios y no a la nuestra o la que el mundo u otras personas nos ofrecen, todo lo tenemos que hacer de esa manera, pero no es nuestras propias fuerzas o nuestras buenas intenciones, es por el Espíritu Santo, es por la vida que nos ha sido impartida, es por la enseñanza que viene por su unción, es por su guía, es por ser pastoreados por el mismo, es por la obra de la santificación, es por la obra de la regeneración, es por su fidelidad, es por su amor y su misericordia hacia nuestras vidas.

Isaías 63:14-19. Reina-Valera 1995 (RVR1995). El espíritu de Jehová los pastoreó como a una bestia que desciende al valle. Así pastoreaste a tu pueblo para hacerte un nombre glorioso.

Isaías 63:14-19.  Traducción en lenguaje actual (TLA). ¿Dónde está el Dios que le dio descanso a su pueblo, como cuando el ganado baja a pastar a la llanura?” Isaías terminó diciendo: ¡Dios nuestro, así guiaste a tu pueblo, y te cubriste de gloria!

Israel pide ayuda a Dios. Israel oró a Dios y le dijo: Dios nuestro, tú tienes en el cielo tu santo y grandioso trono. Muéstranos tu amor y tu poder; déjanos ver tu ternura y compasión. No seas indiferente a nuestro dolor. ¡Tú eres nuestro padre! Aunque Abraham no nos reconozca, ni Jacob se acuerde de nosotros, tú eres nuestro Dios y nuestro padre; ¡siempre has sido nuestro salvador! No permitas que nos alejemos de ti ni que seamos desobedientes. ¡Por amor a nosotros, tus fieles servidores, y a las tribus que te pertenecen, vuelve a mostrarnos tu bondad! No permitas que los malvados sigan pisoteando tu santo templo. Desde hace mucho tiempo nos hemos alejado de tus mandamientos; ¡vuelve a mostrarnos tu bondad!

Esdras había llegado a Jerusalén desde Babilonia aproximadamente trece años antes que Nehemías. Esdras y Nehemías eran contemporáneos, a pesar de que Esdras era probablemente mucho mayor. Nehemías, como gobernador, era el líder político y Esdras, como sacerdote y escriba, era el líder religioso. Un escriba, en esos días, era una combinación de abogado, notario público, erudito y asesor jurídico. Los escribas eran de las personas más educadas, por lo tanto eran maestros.

Sin duda los judíos habrían querido establecer otra vez un reino como en los días de David, pero esto hubiera sido señal de rebelión en contra del rey de Persia a quien estaban sometidos. La mejor alternativa era dividir el liderazgo entre Nehemías y Esdras.

El pueblo prestó mucha atención a Esdras cuando leyó la Palabra de Dios, y su vida cambió. Como escuchamos las palabras de la Biblia tan a menudo, estas nos pueden parecer monótonas y podemos volvernos inmunes a sus enseñanzas. Sin embargo, debemos escuchar cuidadosamente cada versículo y pedirle al Espíritu Santo que nos ayude a contestar la pregunta: "¿Cómo se aplica esto a mi vida?"

Esdras era el líder religioso, no Nehemías. Es importante que Nehemías fuera un laico, no un miembro del círculo religioso ni un profeta. Motivado por su relación con Dios, dedicó su vida a hacer la voluntad de Dios en el mundo secular. Tales personas son esenciales para la obra de Dios en todos los aspectos de la vida. No importa cuál sea su trabajo o función en la vida, véalo como el llamado especial de Dios para servirle.

El pueblo lloró abiertamente cuando escuchó las leyes de Dios y se dio cuenta de lo lejos que estaban de obedecerlas. Sin embargo, Esdras les dijo que debían estar llenos de gozo ya que tenían la oportunidad de escuchar y comprender la Palabra de Dios. Luego les dijo que celebraran y dieran presentes a los que tuvieran necesidad. La celebración no debe estar centrada en uno mismo. Esdras conectó la celebración con el dar. Esto ofreció a los necesitados una oportunidad de celebrar también.

A menudo cuando celebramos y damos a otros (aun cuando no tengamos ganas), nos fortalecemos espiritualmente y nos llenamos de gozo. Participe en las celebraciones que honran a Dios, y permítale llenarlo con su gozo.

Después de que Esdras leyó las leyes de Dios al pueblo, las estudió y luego actuó en consecuencia. Una lectura cuidadosa de las Escrituras siempre llama a responder estas preguntas: ¿Qué debo hacer con este conocimiento? ¿Cómo debe cambiar mi vida? Debemos hacer algo acerca de lo que hemos aprendido si queremos tener un significado real en nuestras vidas.

Durante la Fiesta de los Tabernáculos que duraba siete días, el pueblo vivía en chozas hechas de ramas. Esta práctica fue instituida como un recordatorio de su rescate de Egipto y el tiempo que pasaron en tabernáculos. Tenían que pensar en la protección y la dirección de Dios durante los años que vagaron y en el hecho de que Dios seguiría protegiéndolos y guiándolos si lo obedecían. Era un momento de recordar sus orígenes, el lugar de donde provenían.

Resulta útil recordar nuestros comienzos para poder apreciar en dónde estamos hoy. Piense en su vida para ver hasta dónde Dios lo ha llevado. Luego agradezca a Dios su protección y el que haya suplido sus necesidades. Y dispongámonos para caminar con Dios en todos nuestros asuntos, en obedecerle, amarle y servirle a la manera de su voluntad que es buena agradable y perfecta para nuestras vidas.

Colosenses 1. Traducción en lenguaje actual (TLA). Queridos hermanos y hermanas de la iglesia de Colosas: Nosotros, Pablo y Timoteo, les enviamos nuestros saludos. Ustedes son parte del pueblo especial de Dios y han puesto su confianza en Cristo. Yo soy apóstol de Jesucristo porque Dios, nuestro Padre, así lo quiso. Deseo de todo corazón que Dios y el Señor Jesucristo les den mucho amor y paz.

Siempre que oramos por ustedes, damos gracias a Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo, pues hemos sabido que ustedes confían mucho en Cristo y aman a todos los que forman parte del pueblo de Dios. Ustedes se comportan así porque, desde que oyeron el mensaje verdadero de la buena noticia, saben bien lo que Dios les tiene guardado en el cielo. Esta buena noticia se está anunciando por todo el Imperio Romano, y está dando buenos resultados. Así ocurrió entre ustedes desde el día en que supieron de verdad cuánto los ama Dios. Eso lo aprendieron de labios de Epafras, nuestro querido compañero de trabajo, que tan fielmente les sirve por amor a Jesucristo. Él nos ha traído noticias de ustedes, y nos ha contado cómo el Espíritu Santo les hace amar a los demás.

Pablo pide fortaleza para la iglesia de Colosas

Desde el momento en que supimos todo eso, no hemos dejado de orar por ustedes. Y siempre le pedimos a Dios que puedan conocer su voluntad, y que tengan toda la sabiduría y la inteligencia que da el Espíritu Santo. Así podrán vivir de acuerdo con lo que el Señor quiere, y él estará contento con ustedes porque harán toda clase de cosas buenas y sabrán más cómo es Dios; por el gran poder de Dios cobrarán nuevas fuerzas, y podrán soportar con paciencia todas las dificultades. Así, con gran alegría, darán gracias a Dios, el Padre. Porque él nos ha preparado para que recibamos, en su reino de luz, la herencia que él ha prometido a su pueblo elegido. Dios nos rescató de la oscuridad en que vivíamos, y nos llevó al reino de su amado Hijo, quien por su muerte nos salvó y perdonó nuestros pecados.

La obra de Cristo

Cristo es el Hijo de Dios, y existe desde antes de la creación del mundo; él es la imagen del Dios que no podemos ver. Por medio de él, Dios creó todo lo que hay en el cielo y en la tierra, lo que puede verse y lo que no se puede ver, y también los espíritus poderosos que tienen dominio y autoridad. En pocas palabras: Dios creó todo por medio de Cristo y para Cristo. Cristo existía antes de todas las cosas. Por medio de él, todo se mantiene en orden, y él gobierna a su iglesia y le da vida. Él es la cabeza, y la iglesia es su cuerpo. Cristo es el principio de todas las cosas. Por eso él fue el primero en resucitar, para que ocupe el primer lugar en todo. Y en él se encuentra todo el poder divino. Por medio de Cristo, Dios hizo que todo el universo volviera a estar en paz con él. Y esto lo hizo posible por medio de la muerte de su Hijo en la cruz.

Cristo nos hace amigos de Dios

Antes, ustedes estaban lejos de Dios y eran sus enemigos, pues pensaban y hacían lo malo. Sin embargo, ahora Dios los ha hecho sus amigos por medio de la muerte de su Hijo, quien se hizo hombre. Dios lo hizo así para que ustedes pudieran presentarse ante él sin pecado y libres de culpa. Pero esto será así, sólo si mantienen su confianza en Cristo y siguen creyendo en lo que nos promete el mensaje de la buena noticia. Este mensaje ha sido anunciado por todo el Imperio Romano, y yo colaboro anunciándolo.

El trabajo de Pablo para la Iglesia

Ahora me alegro de sufrir por ustedes, pues así voy completando en mi propio cuerpo los sufrimientos del cuerpo de Cristo, que es la iglesia. Por el bien de ustedes, Dios me ha hecho servidor de la iglesia y me ha enviado a anunciar su mensaje. Este mensaje habla del plan que, desde hacía muchos siglos, Dios había mantenido en secreto, pero que ahora ha revelado a su pueblo elegido.

Dios decidió darles a conocer este plan tan grande y maravilloso para todas las naciones, y que es el siguiente: Dios envió a Cristo, para que habite en ustedes y les dé la seguridad de que van a compartir el poder y la gloria de Dios. Nosotros anunciamos a Cristo, y con toda sabiduría aconsejamos y enseñamos a todos, para que lleguen a ser perfectos como Cristo. Para esto trabajo y lucho con la fuerza y el poder que Cristo me da.

Para cada hijo e hija de Dios todo es un proceso, que nos lleva paso a paso en el camino que es nuestro Señor Jesucristo, fortaleciéndonos en nuestro ser interior, en cada etapa y formando cada día más el carácter de Cristo y el fruto del Espíritu Santo, de acuerdo con lo que Dios ha diseñado para cada uno de nosotros. En ese momento se nos da la mente de Cristo y se empieza a abrir nuestro entendimiento a las cosas celestiales para poder comprender la obra de Dios a favor nuestro.

Necesitamos se fortalecidos en nuestro ser interior para andar como es debido delante de Dios y de todos los que nos rodean, en todas las áreas y en los lugares en donde nos movemos, para caminar de la mano de Dios como lo hizo Enoc y el profeta Elías.

Juan 3:1-15. Reina-Valera 1960 (RVR1960). Jesús y Nicodemo. Había un hombre de los fariseos que se llamaba Nicodemo, un principal entre los judíos. Este vino a Jesús de noche, y le dijo: Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro; porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él.

Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios. Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer? Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios.

Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es. No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo. El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu. Respondió Nicodemo y le dijo: ¿Cómo puede hacerse esto? Respondió Jesús y le dijo: ¿Eres tú maestro de Israel, y no sabes esto? De cierto, de cierto te digo, que lo que sabemos hablamos, y lo que hemos visto, testificamos; y no recibís nuestro testimonio. Si os he dicho cosas terrenales, y no creéis, ¿cómo creeréis si os dijere las celestiales?

Nadie subió al cielo, sino el que descendió del cielo; el Hijo del Hombre, que está en el cielo. Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.

Lo primero es el llamado a entregar nuestras vidas a Dios y el nacer de nuevo, en el cual nuestro espíritu es vivificado por el Espíritu Santo, en donde fuimos tomados del mundo y de la muerte espiritual, además nuestra mala manera de vivir, para ser sembrados en el reino de los cielos, como plantío del Señor, como arboles junto a corrientes de aguas que dan su fruto en su tiempo, que son los ríos de aguas vivas que vienen del trono de Dios por medio del Espíritu Santo; somos semillas que debemos dar fruto en los tiempos y planes establecidos para nuestras vidas, en dónde hemos sido sembrados o dónde Dios piense sembrarnos.

Romanos 8:11. Reina-Valera 1960 (RVR1960). Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros.

Efesios 3:14-21. Palabra de Dios para Todos (PDT). El amor de Cristo. Por eso me arrodillo para orar ante el Padre, de quien toda familia en el cielo y en la tierra recibe su verdadero nombre. A él le pido que en su infinita grandeza les conceda a ustedes fortaleza interior a través del Espíritu. Pido al Padre que Cristo viva en ustedes por la fe y que su amor sea la raíz y el cimiento de su vida. Así podrán comprender con todo el pueblo santo de Dios cuán ancho y largo, cuán alto y profundo, es su amor. El amor de Cristo es tan grande que supera todo conocimiento. Pero a pesar de eso, pido a Dios que lo puedan conocer, de manera que se llenen completamente de todo lo que Dios es.

Por el poder de Dios que obra en nosotros, él puede hacer mucho más de lo que jamás podríamos pedir o imaginar. ¡Gloria a Dios en la iglesia y en Jesucristo por todas las generaciones para siempre! Así sea.

El apóstol Pablo se dirigió a Dios en oración y las dejó como testimonio en las cartas de la Biblia, para que estas grandes verdades se convirtieran en realidades en las vidas de aquellos cristianos de esos tiempos y Dios las preservó para que lo sean también en la vida de cada persona que las lea, en cualquier época.

Como criaturas suyas que somos, debemos ocupar el lugar que nos corresponde, nuestra posición delante de nuestro Creador y arrodillarnos ante Él. Pablo oró de esa manera y siempre hemos creído que ésa era la forma apropiada. Es sorprendente notar cuánto ayuda esa postura para orar. No insistimos en ello; simplemente llamamos la atención hacia esa actitud que Pablo practicó, porque creemos que es un buen ejemplo para nosotros en la actualidad. ¿Acaso no hemos leído que el Señor entró en el jardín de Getsemaní y cayó en tierra sobre su rostro? Pensamos que sería conveniente que imitáramos ese ejemplo cuando estamos ante la presencia de Dios. Es un reconocimiento de que fuimos creador por Dios y adoptados como hijos en Jesucristo.

Luego seguimos con el reconocimiento y aceptación del nombre sobre todo nombre que nos ha sido dado como autoridad espiritual. Pablo oró a Dios el Padre en el nombre del Señor Jesucristo. Podemos darnos cuenta que ésta era su fórmula la de dirigir todas las oraciones a Dios el Padre en el nombre de nuestro Señor Jesucristo. Veamos las palabras del Señor Jesús en Juan 16:23. En aquel día no me preguntaréis nada. De cierto, de cierto os digo que todo cuanto pidáis al Padre en mi nombre, os lo dará.

Es muy importante que sea el mismo Dios enseñándonos y fortaleciéndonos a través de la Palabra de Dios por medio del Espíritu Santo y por el siguiente capítulo bíblico, porque el que hace la obra es Dios en nosotros. Vivir en la presencia de Dios y para Dios es uno de los propósitos más santos y sublimes a los que cualquier persona puede aspirar en esta tierra, porque nos hace conscientes de una importantísima y profunda realidad para nuestras vidas. Nos hace conscientes de la necesidad apremiante de la presencia de Dios para nuestras almas, de su fuerza, de su gozo.

Romanos 8 Dios Habla Hoy (DHH). La nueva vida en el Espíritu Santo.

Así pues, ahora ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, porque la ley del Espíritu que da vida en Cristo Jesús, te liberó de la ley del pecado y de la muerte. Porque Dios ha hecho lo que la ley de Moisés no pudo hacer, pues no era capaz de hacerlo debido a la debilidad humana: Dios envió a su propio Hijo en condición débil como la del hombre pecador y como sacrificio por el pecado, para de esta manera condenar al pecado en esa misma condición débil. Lo hizo para que nosotros podamos cumplir con las justas exigencias de la ley, pues ya no vivimos según las inclinaciones de la naturaleza débil sino según el Espíritu.

Los que viven según las inclinaciones de la naturaleza débil, sólo se preocupan por seguirlas; pero los que viven conforme al Espíritu, se preocupan por las cosas del Espíritu. Y preocuparse por seguir las inclinaciones de la naturaleza débil lleva a la muerte; pero preocuparse por las cosas del Espíritu lleva a la vida y a la paz. Los que se preocupan por seguir las inclinaciones de la naturaleza débil son enemigos de Dios, porque ni quieren ni pueden someterse a su ley. Por eso, los que viven según las inclinaciones de la naturaleza débil no pueden agradar a Dios.

Pero ustedes ya no viven según esas inclinaciones, sino según el Espíritu, puesto que el Espíritu de Dios vive en ustedes. El que no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo vive en ustedes, el espíritu vive porque Dios los ha hecho justos, aun cuando el cuerpo esté destinado a la muerte por causa del pecado. Y si el Espíritu de aquel que resucitó a Jesús vive en ustedes, el mismo que resucitó a Cristo dará nueva vida a sus cuerpos mortales por medio del Espíritu de Dios que vive en ustedes.

Así pues, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir según las inclinaciones de la naturaleza débil. Porque si viven ustedes conforme a tales inclinaciones, morirán; pero si por medio del Espíritu hacen ustedes morir esas inclinaciones, vivirán.

Todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, son hijos de Dios. Pues ustedes no han recibido un espíritu de esclavitud que los lleve otra vez a tener miedo, sino el Espíritu que los hace hijos de Dios. Por este Espíritu nos dirigimos a Dios, diciendo: «¡Abbá! ¡Padre!» Y este mismo Espíritu se une a nuestro espíritu para dar testimonio de que ya somos hijos de Dios. Y puesto que somos sus hijos, también tendremos parte en la herencia que Dios nos ha prometido, la cual compartiremos con Cristo, puesto que sufrimos con él para estar también con él en su gloria.

La esperanza de la gloria

Considero que los sufrimientos del tiempo presente no son nada si los comparamos con la gloria que habremos de ver después. La creación espera con gran impaciencia el momento en que se manifieste claramente que somos hijos de Dios. Porque la creación perdió su verdadera finalidad, no por su propia voluntad, sino porque Dios así lo había dispuesto; pero le quedaba siempre la esperanza de ser liberada de la esclavitud y la destrucción, para alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios.

Sabemos que hasta ahora la creación entera se queja y sufre como una mujer con dolores de parto. Y no sólo ella sufre, sino también nosotros, que ya tenemos el Espíritu como anticipo de lo que vamos a recibir. Sufrimos profundamente, esperando el momento de ser adoptados como hijos de Dios, con lo cual serán liberados nuestros cuerpos. Con esa esperanza hemos sido salvados. Sólo que esperar lo que ya se está viendo no es esperanza, pues, ¿quién espera lo que ya está viendo? Pero si lo que esperamos es algo que todavía no vemos, tenemos que esperarlo sufriendo con firmeza.

De igual manera, el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad. Porque no sabemos orar como es debido, pero el Espíritu mismo ruega a Dios por nosotros, con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe qué es lo que el Espíritu quiere decir, porque el Espíritu ruega, conforme a la voluntad de Dios, por los del pueblo santo.

La obra salvadora de Dios

Sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, a los cuales él ha llamado de acuerdo con su propósito. A los que de antemano Dios había conocido, los destinó desde un principio a ser como su Hijo, para que su Hijo fuera el primero entre muchos hermanos. Y a los que Dios destinó desde un principio, también los llamó; y a los que llamó, los hizo justos; y a los que hizo justos, les dio parte en su gloria.

¿Qué más podremos decir? ¡Que si Dios está a nuestro favor, nadie podrá estar contra nosotros! Si Dios no nos negó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó a la muerte por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos también, junto con su Hijo, todas las cosas? ¿Quién podrá acusar a los que Dios ha escogido? Dios es quien los hace justos. ¿Quién podrá condenarlos? Cristo Jesús es quien murió; todavía más, quien resucitó y está a la derecha de Dios, rogando por nosotros. ¿Quién nos podrá separar del amor de Cristo? ¿El sufrimiento, o las dificultades, o la persecución, o el hambre, o la falta de ropa, o el peligro, o la muerte violenta? Como dice la Escritura: «Por causa tuya estamos siempre expuestos a la muerte; nos tratan como a ovejas llevadas al matadero.»

Pero en todo esto salimos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Estoy convencido de que nada podrá separarnos del amor de Dios: ni la muerte, ni la vida, ni los ángeles, ni los poderes y fuerzas espirituales, ni lo presente, ni lo futuro, ni lo más alto, ni lo más profundo, ni ninguna otra de las cosas creadas por Dios. ¡Nada podrá separarnos del amor que Dios nos ha mostrado en Cristo Jesús nuestro Señor!  

De ahí que es necesario vivir nuestra fe en nuestro Señor Jesucristo con plena confianza, sujetándonos a la autoridad y señorío del Espíritu Santo en medio de estos tiempos finales y turbulentos. Le invitamos a colocar su vida presente y futura en las manos de aquel Buen Pastor Jesucristo, que entregó su vida por las ovejas, es decir por nosotros, y bajo cuyo amparo podemos vivir en plenitud, en armonía con Dios y cumpliendo sus propósitos; recordemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes le aman. Bendiciones.

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