Jeremías
9:23-25. Palabra de Dios para Todos (PDT). Esto
dice el SEÑOR: Que el sabio no haga alarde de su sabiduría, ni el fuerte de su
fuerza, ni el rico de su riqueza. Si alguien quiere hacer alarde de algo, que
lo haga de que aprendió a conocerme, y de que entiende que yo soy el SEÑOR que
actúa con fiel amor, justicia y rectitud, pues es lo que a mí me gusta. Lo dice
el SEÑOR.
1
Corintios 1:31. Traducción en lenguaje actual (TLA). Por
lo tanto, como dice la Biblia, si alguien quiere sentirse orgulloso de algo,
que se sienta orgulloso de Jesucristo, el Señor.
Dios nos da un consejo
y es que no hagamos alarde de nuestras habilidades y conocimientos temporales
sino de comprender y conocer a Dios porque eso es realmente lo más importante
para nuestras vidas y uno de los privilegios más grandes que podemos tener en
esta vida y en la vida eterna.
La única verdadera
y verdadera realidad espiritual es comprender y conocer a Dios a plenitud. Todo
lo demás es transitorio, incluyendo la sabiduría, la valentía y las riquezas.
Muchos tendemos a admirar a las personas por su sabiduría porque es muy fuerte,
y por lo que posee. Pero que mejor que conocer y entender a Dios.
Alabarse por algo
significa jactarse de eso. ¿De qué nos jactamos? Vivimos en un mundo lleno de
personas que se glorían en su sabiduría, en sus conocimientos, en sus logros,
en su dinero o en su poder. Colocan una larga cadena de títulos detrás de sus
nombres. Desean que las personas se impresionen con sus logros académicos y con
lo inteligentes que son o con el poder económico y político que han alcanzado.
El mundo está
lleno de personas que se glorían en su fuerza. Hoy los deportistas
profesionales están constantemente jactándose de su fortaleza física y de sus
habilidades. La gente de negocios se jacta de la fuerza de su liderazgo y su
capacidad empresarial. Y el mundo está lleno de personas que se glorían en sus
riquezas. Quieren que todos sepan que son ricos. Exhiben su riqueza en sus
cuerpos con ropas y joyas caras. Se pasean en sus riquezas en la forma de un
automóvil de lujo. Viven en una casa que dice “riqueza” a todo el que pasa. Así
somos los seres humanos caídos: nos gloriamos en nuestra sabiduría, en nuestra
fortaleza y en nuestra riqueza.
Mateo
6:30-34. Nueva Traducción Viviente (NTV). Si Dios
cuida de manera tan maravillosa a las flores silvestres que hoy están y mañana
se echan al fuego, tengan por seguro que cuidará de ustedes. ¿Por qué tienen
tan poca fe? Así que no se preocupen por todo eso diciendo: “¿Qué comeremos?,
¿qué beberemos?, ¿qué ropa nos pondremos?”. Esas cosas dominan el pensamiento
de los incrédulos, pero su Padre celestial ya conoce todas sus necesidades.
Busquen el reino de Dios por encima de todo lo demás y lleven una vida justa, y
él les dará todo lo que necesiten. Así que no se preocupen por el mañana,
porque el día de mañana traerá sus propias preocupaciones. Los problemas del
día de hoy son suficientes por hoy.
Como hijos de Dios
nuestra escala de valores que le damos a las personas y a las cosas deben cambiar
a la manera del reino de los cielos, ya que lo más importante es el poder
llegar a conocer a Dios y entenderlo. Es en esto en lo que tenemos que
gloriarnos como hijos de Dios.
1
Corintios 1:26-29. Traducción en lenguaje actual (TLA). Recuerden lo que ustedes eran cuando Dios los eligió. Según la gente,
muy pocos de ustedes eran sabios, y muy pocos de ustedes ocupaban puestos de
poder o pertenecían a familias importantes. Y aunque la gente de este mundo
piensa que ustedes son tontos y no tienen importancia, Dios los eligió, para
que los que se creen sabios entiendan que no saben nada. Dios eligió a los que,
desde el punto de vista humano, son débiles, despreciables y de poca
importancia, para que los que se creen muy importantes se den cuenta de que en
realidad no lo son. Así, Dios ha demostrado que, en realidad, esa gente no vale
nada. Por eso, ante Dios, nadie tiene de qué sentirse orgulloso.
Pablo menciona que
no hay muchos hijos de Dios que estén entre los nobles o poderosos de este
mundo. Dios escogió a lo despreciable y humilde y débil. No podemos decir que
somos los más sabios del mundo. No podemos decir que somos los más fuertes del
mundo. Pero sí podemos decir que conocemos y entendemos a Dios.
La revelación de
quien es nuestro Padre Celestial nos ha sido dada a través del Señor Jesucristo
tal como es narrado en el evangelio
de Juan capítulo 17. Debemos conocer a Dios el Padre
Celestial en todas sus manifestaciones hacia su creación y hacia nosotros sus
hijos.
¿Conocemos realmente a Dios Padre?
¿Conocemos realmente al Señor Jesucristo? ¿Conocemos realmente al Señor el Espíritu
Santo?
Jesucristo quiere
que le conozcamos: un conocimiento real, porque él es el único capaz de revelar
al Padre, nadie conoce quien es el hijo sino el Padre; y quien es el Padre sino
el hijo. El apóstol Juan tuvo esta experiencia, este conocimiento profundo dirá
lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que contemplamos y tocaron nuestras
manos. No es un conocimiento meramente racional sino íntimo y concreto.
Jesús dice: Yo Soy el Buen Pastor y
conozco a mis ovejas y ellas me conocen a mí. Este conocimiento bíblico no se
refiere a un conocimiento del intelecto, no es un conocimiento que se obtiene
por el resultado de esfuerzos sistemáticos y metódicos de investigación. Sino
un conocimiento que tiene como punto de partida la experiencia, un conocimiento
basado no en el intelecto sino en la realidad, conocer es tener experiencia
concreta de algo.
Y esta es la vida eterna: que te
conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado. Juan 17:3 (RVR60)
Las Escrituras nos enseñan que la vida
eterna es el conocer a Jesucristo. La vida eterna solo se logra por medio de
conocer a la persona de Jesucristo. Este conocimiento no solo se limita a la
salvación, pero va más allá en lograr tener una relación continua, permanente y
duradera. Después que uno conoce a Jesús como su Salvador personal debemos
comprender que esto solo el primer paso. Jesús desea revelarse de una manera
personal y real a nuestras vidas diariamente. En una relación personal con Él
es que encontraremos el verdadero significado de la vida eterna.
¡Al conocerlo a Él hallaremos la vida
eterna! Esta
vida eterna no es tan solo algo que se obtiene en un futuro, sino es algo que
uno ya posee en el presente tiempo. La vida eterna que poseemos hoy día en
Jesucristo tiene más que ver con la calidad de vida que tan solo de su duración
en la eternidad. Hoy día nosotros no solo tenemos una vida eterna prometida
después de la muerte, pero somos bendecidos con esta vida hoy. La vida que
tenemos en Jesucristo es suprema, involucra una experiencia íntima y continua
con Jesús diariamente.
Debemos entender a
Dios el Padre Celestial en lo referente a su perfecta voluntad:
El SEÑOR actúa con
fiel amor así debemos actuar nosotros
El SEÑOR actúa con
justicia así debemos actuar nosotros
El SEÑOR actúa con
rectitud así debemos actuar nosotros
Veamos el contexto
histórico en el cual el profeta pronuncia las palabras de Jeremías 9:23-25.
El periodo en el
cual profetizó Jeremías fue muy cambiante. Comenzó su ministerio profético
cuando reinaba en Jerusalén Josías, el rey que había sido profetizado por un
varón de Dios durante el reinado de Jeroboam (1
Reyes 13:1). 2 Reyes 23:24-25 nos
habla de muy buena forma de actuar de este rey, pero a pesar de sus reformas
para cambiar la religión Dios no desistió de la ira que tenía contra Judá por
los hechos de Manasés quien “hizo lo malo ante los ojos de Jehová” (2 Reyes 21:2), rindiendo cultos a ídolos y haciendo pecar a Jerusalén y Judá. Por esto
Dios dice “desampararé el resto de mi heredad, y lo entregaré en manos de sus
enemigos; y serán para presa y despojo de todos sus adversarios” (2 Reyes 21:14), hablando ya del cautiverio que vino en tiempos de Jeremías. Josías
fue el único rey que se salvó de la reprensión de Jeremías. Es bajo está
condición de idolatría que Jehová dice a Jeremías que escriba para que el
pueblo se arrepienta.
Ahora veamos el
origen de la idolatría. Romanos
1:21-23 dice: “Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios,
ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio
corazón fue entenebrecido. Profesando ser sabios, se hicieron necios, y
cambiaron la gloria del Dios incorruptible en semejanza de imagen de hombre
corruptible, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles.
No se alabe en su
sabiduría, valentía o riqueza. Es por ello que en el versículo 23 Dios dice al hombre que no debe gloriarse en sí mismo, en
tres cosas que aún hoy el hombre se alaba: su sabiduría, su valentía y su
riqueza. Hoy parece que la inteligencia del hombre lo va a llevar a hacer un
mundo mejor; a eso apunta la ciencia. Pero Dios nos dice que el hombre que se
guía en su propia sabiduría en realidad es un necio, que para que haya una
verdadera sabiduría primero debe haber un temor a Jehová.
Dios se revela en
la creación pero la “sabiduría” del hombre no le permite reconocerlo, es lo más
básico y el hombre natural no puede darse cuenta. La “sabiduría” del hombre le
hace creer que la Palabra de Dios es una locura pero para los creyentes es
poder de Dios, eso lo dice Pablo en 1
Corintios 1:18.
1
Corintios 1:18. Traducción en lenguaje actual (TLA). ¡Cristo
es poderoso! Hay quienes piensan que hablar de la muerte de Cristo en la cruz
es una tontería. Pero los que así piensan no se salvarán, pues viven haciendo el
mal. Sin embargo, para los que sí van a salvarse, es decir, para nosotros, ese
mensaje tiene el poder de Dios.
Creo que la
historia de David y Goliat es una clara ilustración de por qué el hombre no
puede gloriarse en su valentía. La Palabra dice que cuando los israelitas
escucharon el desafío de Goliat tuvieron miedo. Cuando David se enteró de esto
fue a Saúl y le dijo que quería ir a pelear con este gigante. Su argumento fue:
“Jehová, que me ha librado de las garras del león y de las garras del oso, él
también me librará de la mano de este filisteo. Y dijo Saúl a David: Ve, y
Jehová esté contigo” (1
Samuel 17:37). Si David hubiera
mirado sus músculos y los comparara con los de Goliat no habría ido a la pelea.
Si él hubiera mirado sus armas y las comparara con las de Goliat no hubiera ido
a la pelea; pero él no confiaba en su valentía ni en sus fuerzas sino que
confiaba en Dios. La fuerza humana es nada sin Dios.
Dios nos enseña
por medio de la vida de Job que el hombre tampoco puede gloriarse en sus
riquezas. En un momento Job fue el hombre más rico en oriente pero de un día a
otro lo perdió todo y después tuvo más de lo que tenía al principio. Pero Job
no se definía a sí mismo de acuerdo a sus riquezas, él era un hombre sencillo
que, aunque con cuestionamientos, supo vivir en ambas situaciones. Quizás esa
sea una de las cosas más difíciles hoy debido a que vivimos en una sociedad que
sí nos define y nos dice lo que somos tomando en cuenta el dinero que tenemos.
Los reyes
idólatras fueron sabios en su sabiduría y por ello pensaron que los dioses
serían mejores que el Dios de sus padres; no fue así. Cuando fueron llevados
cautivos su valentía no les sirvió de nada y ahí mismo les fueron robadas todas
sus riquezas. En resumen: dejaron de ser lo que eran, perdieron lo que los
definía.
Miqueas
6:8. Traducción en lenguaje actual (TLA). Pero ya
Dios les ha dicho qué es lo mejor que pueden hacer y lo que espera de ustedes.
Es muy sencillo: Dios quiere que ustedes sean justos los unos con los otros,
que sean bondadosos con los más débiles, y que lo adoren como su único Dios.
Deuteronomio
10:12. La Biblia de las Américas (LBLA). Lo que Dios
requiere. Y ahora, Israel, ¿qué requiere de ti el Señor tu Dios, sino que
temas al Señor tu Dios, que andes en todos sus caminos, que le ames y que
sirvas al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma,
Hay muchas cosas
que le pertenecen solo a Dios, pero hay otras que él nos quiere revelar, para
que nosotros le conozcamos mejor. Deuteronomio
29:29. Nueva Biblia Latinoamericana de Hoy (NBLH). Las
cosas secretas pertenecen al Señor nuestro Dios, pero las cosas reveladas nos
pertenecen a nosotros y a nuestros hijos para siempre, a fin de que guardemos
todas las palabras de esta ley.
Eclesiastés
3:11. Traducción en lenguaje actual (TLA). Cuando
Dios creó este mundo, todo lo hizo hermoso. Además, nos dio la capacidad de
entender que hay un pasado, un presente y un futuro. Sin embargo, no podemos
comprender todo lo que Dios ha hecho.
Proverbios
21:3. Nueva Traducción Viviente (NTV). Al Señor le
agrada más cuando hacemos lo que es correcto y justo que cuando le ofrecemos
sacrificios.
El
SEÑOR actúa con fiel amor así debemos actuar nosotros.
La Biblia revela
excepcionalmente que Dios, en su esencia y modo de ser, es amor. Dios no
solamente ama, sino es amor. En este atributo supremo todos los otros atributos
se encuentran en armonía. El objeto particular de este amor eterno es su propio
hijo, Jesucristo. Dios ama al mundo en su totalidad, a personas
individualmente, a todos los seres vivientes, a los pecadores, y especialmente
a creyentes en Cristo que han pasado a ser hijos de Dios.
Veamos
la definición de amor desde la perspectiva de bíblica: Amor.(heb.,
’ahavah, gr., agape). Amor es la misma
naturaleza de Dios (1
Juan 4:8. Traducción en lenguaje actual (TLA). El que no ama no conoce a Dios, porque Dios es
amor, 1 Juan 4:16.
Nueva Traducción Viviente (NTV). Nosotros sabemos cuánto nos ama Dios y hemos puesto nuestra
confianza en su amor. Dios es amor, y todos los que viven en amor viven en Dios
y Dios vive en ellos;) y la virtud cristiana más
importante (1 Corintios 13:13. Nueva Biblia Latinoamericana
de Hoy (NBLH).Y ahora
permanecen la fe, la esperanza, el amor: estos tres; pero el mayor de ellos es
el amor), indispensable en las relaciones del ser humano con Dios y con sus
semejantes.
El
Espíritu Santo crea el amor en el creyente (Romanos
5:5. Nueva Biblia Latinoamericana de Hoy (NBLH). Y la esperanza no desilusiona, porque el
amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por medio del Espíritu
Santo que nos fue dado; Gálatas
5:22. Nueva Traducción Viviente (NTV). En cambio, la clase de fruto que el Espíritu
Santo produce en nuestra vida es: amor, alegría, paz, paciencia, gentileza,
bondad, fidelidad).
Hechos 5:29. Respondiendo Pedro
y los apóstoles, dijeron: Es necesario obedecer a Dios antes que a los
hombres. ¿Qué
significa amar a Dios? ¿Cómo podemos permanecer en el amor de Dios? ¿Cómo
recompensará Dios a los que permanecen en su amor? ¿Se refugiará usted en Dios
en estos tiempos peligrosos? ¿Dónde podemos hallar un refugio seguro?
Reflexionemos en el amor que Dios
nos tiene y correspondámosle como nos lo ha enseñado. Juan 14:15. Si me amáis,
guardad mis mandamientos. ¿Cuáles son algunas pruebas del amor
que Dios nos tiene? Dios nos
ha demostrado su amor de diversas maneras. Veamos cuáles son, pues repasarlas
nos ayudará a permanecer en el amor de Dios. Sabemos que Dios es el Autor de la
Biblia, en la cual nos dice cómo se llama y qué cualidades tiene. Las
Escrituras explican que él envió a su querido Hijo a la Tierra y que permitió
que sufriera y muriera por nosotros. Juan 3:16. Porque de tal manera
amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en
él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. De este modo nos hizo un regalo muy
generoso, gracias al cual tenemos la esperanza de un magnífico futuro.
El
SEÑOR actúa con justicia y justicia, así debemos actuar nosotros.
"La justicia de Dios" abarca la
exhibición completa de los modos de obrar de Dios en Cristo a favor de
todos los que hemos sido redimidos y hechos parte de la familia de Dios.
Salmo 89:14. RVR60. Justicia y juicio
son el cimiento de tu trono; misericordia y verdad van delante de tu rostro.
Mateo 6:33. RVR60. Pero buscad primero
su reino y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.
Mateo 12:18. RVR60. Mirad, mi siervo, a
quien he escogido; mi amado en quien se agrada mi alma; sobre el pondré mi
Espíritu, y a las naciones proclamara justicia.
Romanos 3:21-23. La Biblia de las
Américas. Justificación por medio de la fe. Pero ahora, aparte
de la ley, la justicia de Dios ha sido manifestada, atestiguada por la ley y
los profetas; es decir, la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo,
para todos los que creen; porque no hay distinción; por cuanto todos pecaron y
no alcanzan la gloria de Dios.
Romanos 1:17. RVR60. Porque en el
evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe; como está escrito:
MAS EL JUSTO POR LA FE VIVIRA.
2 Corintios 5:21. RVR60. Al que no conoció
pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia
de Dios en Él.
1 Corintios 1:30. RVR60. Mas por obra suya
estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual se hizo para nosotros sabiduría de
Dios, y justificación, y santificación, y redención.
La rectitud (o justicia), es la
expresión natural de Su santidad. Si Él es infinitamente puro, quiere decir que
debe oponerse a todo pecado y esa oposición debe demostrarse en el tratamiento
que Él da a Sus criaturas. Cuando leemos que Dios es recto o justo, se nos está
asegurando que Sus acciones hacia nosotros, están en completo acuerdo con Su
naturaleza santa”.
Hoy en día hablar de justicia, para
muchos, es una utopía. Los tiempos no han cambiado. Sigue habiendo explotados y
explotadores, marginados y privilegiados, viudas abandonadas y mujeres con todo
confort, jueces corruptos e inocentes en las cárceles, presos que se pudren en
las celdas y presos en celdas doradas, estafadores que fugan con el dinero de
ingenuos ahorristas y vendedores de ilusiones. Ante todo esto, las autoridades
se hacen de la vista gorda y no pasa nada.
La justicia en nuestras sociedades tiene
un precio. Se ha visto como muchos casos en que delincuentes y terroristas para
alcanzar algún beneficio de parte del gobierno, han delatado sin ningún
escrúpulo a muchos inocentes que aún siguen en las cárceles. Ahora bien, en
medio de todo este ambiente corrupto, está la Iglesia: cada cristiano está
llamado a cumplir su rol profético y dar señales de justicia y con ello dar
esperanza de que la justicia verdadera triunfará.
Antes que el Señor Jesucristo viniera a
la tierra, una persona podía tener una relación justa con el Padre Celestial
haciendo lo siguiente: Cumplir toda la ley, lo cual era imposible, porque
aunque la gente se esforzara a cumplir unos cuantos de esos estatutos, si
fallaba o quebrantaba uno solamente, era culpable de quebrantarlos todos (Santiago 2:10). No existía una
sola persona que pudiera cumplir toda la ley. Además, si quebrantaba una ley,
tenía que ofrecer un sacrificio para ser perdonado por haber pecado.
Por lo tanto, para mantener una
“relación” con Dios constante, a menudo el pueblo tenía que estar ofreciendo
sacrificios a Dios. Ahora, imaginémonos si Dios no hubiera puesto la provisión
del sacrificio desde entonces, cada vez que una persona pecaba, tenía que morir
porque esa era la consecuencia de quebrantar la ley, la muerte. Aquí vemos el
profundo amor de Dios para los humanos.
Pero todo esto se relaciona con el trato
que debemos tener nosotros como hijos e hijas de Dios con aquellas personas que
nos rodean.
Así, en Romanos
1:17, se dice que la justicia
de Dios se revela en el evangelio en contraste con la justicia del hombre
demandada en la ley; y siendo revelada, es "por fe" (o, sobre el
principio de la fe), no por las obras de la ley; es decir, es una revelación sobre
el principio de la fe, no una obra a ser efectuada sobre el principio de la
responsabilidad humana. Por consiguiente, es "para fe". Aquel que
cree obtiene la bendición.
Veamos ahora la oración más hermosa, más poderosa y más amorosa hecha
en esta tierra por nuestro Señor y Salvador Jesucristo, en dónde podemos ver y
entender el profundo amor hacia nosotros y la voluntad del Padre Celestial.
Juan 17
Dios Habla Hoy (DHH). Jesús ora por sus discípulos. Después
de decir estas cosas, Jesús miró al cielo y dijo: Padre, la hora ha llegado:
glorifica a tu Hijo, para que también él te glorifique a ti. Pues tú has dado a
tu Hijo autoridad sobre todo hombre, para dar vida eterna a todos los que le
diste. Y la vida eterna consiste en que te conozcan a ti, el único Dios
verdadero, y a Jesucristo, a quien tú enviaste.
Yo te he glorificado aquí en el mundo, pues he terminado la obra que tú
me confiaste. Ahora, pues, Padre, dame en tu presencia la misma gloria que yo
tenía contigo desde antes que existiera el mundo.
A los que escogiste del mundo para dármelos, les he hecho saber quién
eres. Eran tuyos, y tú me los diste, y han hecho caso de tu palabra. Ahora
saben que todo lo que me diste viene de ti; pues les he dado el mensaje que me
diste, y ellos lo han aceptado. Se han dado cuenta de que en verdad he venido
de ti, y han creído que tú me enviaste.
Yo te ruego por ellos; no ruego por los que son del mundo, sino por los
que me diste, porque son tuyos. Todo lo que es mío es tuyo, y lo que es tuyo es
mío; y mi gloria se hace visible en ellos.
Yo no voy a seguir en el mundo, pero ellos sí van a seguir en el mundo,
mientras que yo me voy para estar contigo. Padre santo, cuídalos con el poder
de tu nombre, el nombre que me has dado, para que estén completamente unidos,
como tú y yo. Cuando yo estaba con ellos en este mundo, los cuidaba y los
protegía con el poder de tu nombre, el nombre que me has dado. Y ninguno de
ellos se perdió, sino aquel que ya estaba perdido, para que se cumpliera lo que
dice la Escritura.
Ahora voy a donde tú estás; pero digo estas cosas mientras estoy en el
mundo, para que ellos se llenen de la misma perfecta alegría que yo tengo. Yo
les he comunicado tu palabra, pero el mundo los odia porque ellos no son del
mundo, como tampoco yo soy del mundo. No te pido que los saques del mundo, sino
que los protejas del mal. Así como yo no soy del mundo, ellos tampoco son del
mundo. Conságralos a ti mismo por medio de la verdad; tu palabra es la verdad.
Como me enviaste a mí entre los que son del mundo, también yo los envío a ellos
entre los que son del mundo. Y por causa de ellos me consagro a mí mismo, para
que también ellos sean consagrados por medio de la verdad.
No te ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer
en mí al oír el mensaje de ellos. Te pido que todos ellos estén unidos; que
como tú, Padre, estás en mí y yo en ti, también ellos estén en nosotros, para
que el mundo crea que tú me enviaste. Les he dado la misma gloria que tú me
diste, para que sean una sola cosa, así como tú y yo somos una sola cosa: yo en
ellos y tú en mí, para que lleguen a ser perfectamente uno, y que así el mundo
pueda darse cuenta de que tú me enviaste, y que los amas como me amas a mí.
Padre, tú me los diste, y quiero que estén conmigo donde yo voy a estar,
para que vean mi gloria, la gloria que me has dado; porque me has amado desde
antes que el mundo fuera hecho. Oh Padre justo, los que son del mundo no te
conocen; pero yo te conozco, y éstos también saben que tú me enviaste. Les he
dado a conocer quién eres, y aún seguiré haciéndolo, para que el amor que me
tienes esté en ellos, y para que yo mismo esté en ellos. Bendiciones.
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