Efesios 2:10. La Biblia de las Américas
(LBLA). Porque somos hechura suya, creados en
Cristo Jesús para hacer buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para
que anduviéramos en ellas.
Todas las cosas buenas, santas y justas, para todas las creaciones
de Dios se encuentran hechas en Jesucristo para que abunden en buenos frutos;
es por eso que necesitamos conocer toda la voluntad de Dios para nuestras vidas
y poder entender los tiempos en los que nos estamos moviendo, para así pedir la
sabiduría y la inteligencia espiritual que viene del Padre Celestial por medio
del Señor el Espíritu Santo y la Palabra de Dios, asimismo pedir el poder
espiritual y la capacitación para movernos como es digno del Señor llevando
fruto en abundancia en toda buena obra.
Romanos 11:33-36. Nueva Traducción
Viviente (NTV). ¡Qué grande es la riqueza, la
sabiduría y el conocimiento de Dios! ¡Es realmente imposible para nosotros
entender sus decisiones y sus caminos! Pues, ¿quién puede conocer los
pensamientos del Señor? ¿Quién sabe lo suficiente para aconsejarlo? ¿Y quién le
ha entregado tanto para que él tenga que devolvérselo? Pues todas las cosas
provienen de él y existen por su poder y son para su gloria. ¡A él sea toda la
gloria por siempre! Amén.
El resultado del amor de Dios, la gracia y la misericordia, es
nuestra salvación y adopción en la familia celestial por medio del Señor
Jesucristo, que deben dar como resultado la manifestación de los hijos de Dios
en buenas obras. No que las obras den como resultado la salvación y la vida
eterna, sino que como salvos e hijos e hijas de Dios nuestras vidas deben dar
buenos frutos, sólo si andamos en el camino de Dios, en la senda antigua.
Hebreos 1:2-3. La Biblia de las Américas
(LBLA). En estos últimos días nos ha hablado por su
Hijo, a quien constituyó heredero de todas las cosas, por medio de quien hizo
también el universo. Él es el resplandor de su gloria y la expresión exacta de
su naturaleza, y sostiene todas las cosas por la palabra de su poder. Después
de llevar a cabo la purificación de los pecados, se sentó a la diestra de la
Majestad en las alturas.
No hay otra forma de agradar al Padre Celestial, es a la manera de
él, la religión no nos alcanza, los ritos no nos alcanza, las obras por si
solas no nos alcanza, las buenas intenciones tampoco nos alcanza, es sólo la
vida del Hijo de Dios, nuestro Señor Jesucristo a través del Espíritu Santo en
nuestros corazones quien nos da la capacidad de andar como es digno de Dios
para llevar buenos frutos en toda buena obra.
Hebreos 13:20-21. Traducción en lenguaje
actual (TLA). El Dios de paz resucitó a nuestro
Señor Jesús, y por medio de la sangre que Jesús derramó al morir, hizo un pacto
eterno con nosotros. Somos el rebaño de Jesús, y él es nuestro gran Pastor. Por
eso le pido al Dios de paz que haga que ustedes sean buenos y perfectos en
todo, y que Jesucristo los ayude a obedecerlo. ¡Que Jesús reciba la gloria y la
honra por siempre! Amén.
Dios ya ha preparado las obras que tiene para nosotros, y lo hizo
con el propósito de que caminemos en ellas. Por lo tanto, no somos nosotros los
que preparamos las buenas obras, sino Dios quien ya las ha preparado para
nosotros. Sin embargo, nosotros necesitamos caminar en ellas, es decir,
realizarlas, hacerlas, vivirlas y brillar a otros por medio del evangelio
eterno.
Juan 14:6. Traducción en lenguaje actual
(TLA). Jesús le respondió: Yo soy el camino, la
verdad y la vida. Sin mí, nadie puede llegar a Dios el Padre.
Cuando creímos en nuestro corazón en el Señor Jesucristo y su
resurrección fuimos nacidos de nuevo y nos volvimos nuevas criaturas, por lo
tanto por ese nuevo nacimiento fuimos engendrados por el Espíritu Santo y
hechos hijos de Dios.
Juan 1:12-13. Nueva Traducción Viviente
(NTV). Pero a todos los que creyeron en él y lo
recibieron, les dio el derecho de llegar a ser hijos de Dios. Ellos nacen de
nuevo, no mediante un nacimiento físico como resultado de la pasión o de la
iniciativa humana, sino por medio de un nacimiento que proviene de Dios.
2 Corintios 5:17-19. Traducción en
lenguaje actual (TLA). Ahora que estamos unidos a
Cristo, somos una nueva creación. Dios ya no tiene en cuenta nuestra antigua
manera de vivir, sino que nos ha hecho comenzar una vida nueva. Y todo esto
viene de Dios. Antes éramos sus enemigos, pero ahora, por medio de Cristo,
hemos llegado a ser sus amigos, y nos ha encargado que anunciemos a todo el
mundo esta buena noticia: Por medio de Cristo, Dios perdona los pecados y hace
las paces con todos.
Es muy importante que entendamos que la salvación no se alcanza por
obras, sino por gracia y que las obras son el resultado de la obediencia de
nuestra fe en Dios y su Palabra, para lo
cual fuimos creados, hechos para las buenas obras que Dios ha preparado para
nosotros desde antes de la fundación del mundo.
Efesios 2:8-9. Reina-Valera 1960
(RVR1960). Porque por gracia sois salvos por medio
de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que
nadie se gloríe.
El Padre Celestial nos está diciendo que nos hizo completamente
capaces en Cristo, que nos ha creado para glorificarlo y esto viene de nuestra
nueva naturaleza espiritual: el hacer esas buenas obras que Él ha preparado
para nosotros. El hacer estas buenas obras debe ser algo natural para nosotros, para
nuestra nueva naturaleza, porque fuimos creados para ellas. De lo contrario, el
no caminar en estas buenas obras, sería como no llevar a cabo el plan de Dios para lo que fuimos
creados.
1 Corintios 12:18. Traducción en lenguaje
actual (TLA). Pero Dios puso cada parte del cuerpo
en donde quiso ponerla.
1 Corintios 12:27. Traducción en lenguaje
actual (TLA). Cada uno de ustedes es parte de la
iglesia, y todos juntos forman el cuerpo de Cristo.
Cada uno de nosotros es miembro del cuerpo de Cristo con una
función particular que le fue dada por Dios. Dios nos ha puesto en el cuerpo
con un rol específico y como Él quiso. Y como en el cuerpo físico el
responsable en dar las órdenes es la cabeza, el cerebro, así también en el
cuerpo espiritual el responsable en dar las órdenes es la cabeza, la cual es:
Cristo.
Efesios 5:23. Traducción en lenguaje
actual (TLA). Porque el esposo es cabeza de su
esposa, así como Cristo es cabeza de su iglesia, y también su Salvador. Cristo
es la cabeza, y la iglesia es el cuerpo.
Los miembros del cuerpo de Cristo, así como los miembros del cuerpo
natural, tienen la misión de hacer lo que la cabeza les ordene. Nosotros no
somos los que decidimos las buenas obras, el rol que tenemos en el cuerpo de
Cristo. Dios ya las ha decidido y preparado para nosotros.
Nuestra misión es la de caminar en estas buenas obras, ejecutarlas,
funcionar para lo que fuimos creados. Si ignoramos esto, si escogemos cerrar
los ojos a esta verdad y no hacerlas o ejecutarlas, entonces nuestra misión
nunca será completada, los planes y los propósitos para nuestras vidas se verán
truncados.
Salmos 139:16. Nueva Traducción Viviente
(NTV). Me viste antes de que naciera. Cada día de
mi vida estaba registrado en tu libro. Cada momento fue diseñado antes de que
un solo día pasara.
Dios es nuestro punto de partida, nuestro Creador, existimos tan
solo porque él lo ha deseado, fuimos creados por Dios y para Dios, y hasta que
lo entendamos nuestra vida no tendrá ningún sentido. Muchos tratan de usar a
Dios para su propio beneficio, pero eso es antinatural y está condenado al
fracaso. Fuimos creados para Dios y no al contrario, la vida consiste en
permitir que Él nos use para sus propósitos y no que lo usemos a Él para los
nuestros. Tener Éxito y cumplir el propósito de nuestras vidas son dos temas
muy distintos. Podríamos alcanzar todas las metas y ser triunfadores de acuerdo
con los estándares del mundo y aun así no saber la razón para la cual Dios nos creó.
Una persona sin propósito en su vida tiene las siguientes
características: aparentemente se ve feliz pero interiormente puede que este
destruido. La mayoría de las personas sin un propósito fijo en su vida, tratan de
reflejar éxito y felicidad, pero la verdad es que la mayor parte de estas
personas interiormente se sienten solas, puesto que pueden tener mucho éxito
pero no tener en claro porque fueron creados.
Jeremías 29:11-14. Traducción en lenguaje
actual (TLA). Mis planes para ustedes solamente yo
los sé, y no son para su mal, sino para su bien. Voy a darles un futuro lleno
de bienestar. Cuando ustedes me pidan algo en oración, yo los escucharé. Cuando
ustedes me busquen, me encontrarán, siempre y cuando me busquen de todo
corazón. Estaré con ustedes y pondré fin a su condición de esclavos. Los
reuniré de todas las naciones por donde los haya dispersado, y los haré volver
a Jerusalén. Les juro que así lo haré.
El Padre Celestial ya ha preparado las buenas obras para nosotros,
pero nosotros somos los que debemos caminar en estas obras de amor, justicia y
misericordia, somos nosotros los que tenemos que ejecutar lo que la cabeza
diga. Si no lo hacemos, entonces en el cuerpo nadie lo hará por nosotros. Si no
llevamos a cabo nuestro rol y el plan para lo que hemos sido llamados y
comisionados en el cuerpo, entonces como el cuerpo natural sufre cuando alguno
de sus miembros no funciona bien, así también el cuerpo de Cristo se ve
afectado.
La cabeza que es Cristo es el único que da las órdenes y espera que
cada uno de los miembros realice la parte que le corresponde. Muchos de los que
han creído y son hijos de Dios, tienen un significado distorsionado de lo que
la iglesia es y creen que el ministerio, que el hacer la obra de Dios, las
obras que Él ha preparado para nosotros, es algo que le pertenece solo a los
que sirven de tiempo completo en el ministerio.
Mateo 28:19-20. Dios Habla Hoy (DHH). Vayan, pues, a las gentes de todas las naciones, y
háganlas mis discípulos; bautícenlas en el nombre del Padre, del Hijo y del
Espíritu Santo, y enséñenles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes.
Por mi parte, yo estaré con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo.
Es muy importante que cada hijo e hija de Dios tomemos la decisión
correcta frente a la verdad de vivir haciendo buenas obras en todos nuestros
asuntos y colocar en nuestro corazón el deseo de agradar a Dios por encima de
todas las cosas, porque al fin y al cabo esto es lo que realmente nos conviene en
esta vida y en la vida eterna.
Salmos 40:8. La Biblia de las Américas
(LBLA). Me deleito en hacer tu voluntad, Dios mío; tu
ley está dentro de mi corazón.
Isaías 6:8. Traducción en lenguaje actual
(TLA). Enseguida oí la voz de Dios que decía: ¿A
quién voy a enviar? ¿Quién será mi mensajero? Yo respondí: Envíame a mí, yo
seré tu mensajero.
Algo a tener en cuenta es que no pasará nada que permanezca para
vida eterna, si no tenemos la disposición correcta frente al deber que debemos
cumplir en esta tierra y podemos apreciarlo en el siguiente texto de la Biblia.
Si no estamos disponibles para Dios y para obedecerle, entonces no va a
pasar nada, no vamos a llevar una vida fructífera.
Mateo 25:14-30. Nueva Traducción Viviente
(NTV). Parábola de los tres siervos. También el reino del cielo puede ilustrarse
mediante la historia de un hombre que tenía que emprender un largo viaje.
Reunió a sus siervos y les confió su dinero mientras estuviera ausente. Lo
dividió en proporción a las capacidades de cada uno. Al primero le dio cinco
bolsas de plata; al segundo, dos bolsas de plata; al último, una bolsa de
plata. Luego se fue de viaje.
El siervo que recibió las
cinco bolsas de plata comenzó a invertir el dinero y ganó cinco más. El que
tenía las dos bolsas de plata también salió a trabajar y ganó dos más. Pero el
siervo que recibió una sola bolsa de plata cavó un hoyo en la tierra y allí
escondió el dinero de su amo. Después de mucho tiempo, el amo regresó de su
viaje y los llamó para que rindieran cuentas de cómo habían usado su dinero. El
siervo al cual le había confiado las cinco bolsas de plata se presentó con
cinco más y dijo: “Amo, usted me dio cinco bolsas de plata para invertir, y he
ganado cinco más”. El amo lo llenó de elogios. “Bien hecho, mi buen siervo
fiel. Has sido fiel en administrar esta pequeña cantidad, así que ahora te daré
muchas más responsabilidades. ¡Ven a celebrar conmigo!”.
Se presentó el siervo que
había recibido las dos bolsas de plata y dijo: “Amo, usted me dio dos bolsas de
plata para invertir, y he ganado dos más”. El amo dijo: “Bien hecho, mi buen
siervo fiel. Has sido fiel en administrar esta pequeña cantidad, así que ahora
te daré muchas más responsabilidades. ¡Ven a celebrar conmigo!”.
Por último se presentó el
siervo que tenía una sola bolsa de plata y dijo: “Amo, yo sabía que usted era
un hombre severo, que cosecha lo que no sembró y recoge las cosechas que no
cultivó. Tenía miedo de perder su dinero, así que lo escondí en la tierra.
Mire, aquí está su dinero de vuelta”. Pero el amo le respondió: “¡Siervo
perverso y perezoso! Si sabías que cosechaba lo que no sembré y recogía lo que
no cultivé, ¿por qué no depositaste mi dinero en el banco? Al menos hubiera
podido obtener algún interés de él”.
Entonces ordenó: “Quítenle
el dinero a este siervo y dénselo al que tiene las diez bolsas de plata. A los
que usan bien lo que se les da, se les dará aún más y tendrán en abundancia;
pero a los que no hacen nada se les quitará aun lo poco que tienen. Ahora bien,
arrojen a este siervo inútil a la oscuridad de afuera, donde habrá llanto y
rechinar de dientes”.
En este caso vas a ser como un miembro del cuerpo que aunque absolutamente
está en el cuerpo, no se comunica con la cabeza. Ese es un miembro enfermo, un
miembro que no funciona bien. El Padre Celestial desea y ha planeado que llevemos
fruto y que le glorifiquemos a través de nuestras vidas en obediencia a su Palabra
viva por medio de la presencia y la vida impartida por el Espíritu Santo.
Juan 15:5-8. Nueva Traducción Viviente
(NTV). Ciertamente, yo soy la vid; ustedes son las
ramas. Los que permanecen en mí y yo en ellos producirán mucho fruto porque,
separados de mí, no pueden hacer nada. El que no permanece en mí es desechado
como rama inútil y se seca. Todas esas ramas se juntan en un montón para
quemarlas en el fuego. Si ustedes permanecen en mí y mis palabras permanecen en
ustedes, pueden pedir lo que quieran, ¡y les será concedido! Cuando producen
mucho fruto, demuestran que son mis verdaderos discípulos. Eso le da mucha
gloria a mi Padre.
Recordemos nuevamente que la nueva vida en Cristo nos imparte la
naturaleza divina de Dios por su Espíritu Santo en nuestros corazones,
haciéndonos parte de la familia del Padre Celestial; por lo tanto nos es dada
una nueva identidad como hijos de Dios, como herederos de Dios y coherederos
con Cristo en los lugares celestiales. Somos ciudadanos de la Nueva Jerusalén,
la patria celestial, que nos espera para estar en la presencia de Dios Padre,
el Creador de todo lo que existe por la gracia divina.
En la carta a los Romanos
8 vemos la obra amorosa y poderosa de la santificación, la seguridad, y la adopción
de Dios para cada persona que ha creído en el Señor Jesucristo como Señor y
Salvador; también vemos la nueva provisión de Dios para nuestra santificación y
para llevar la vida que agrada a Dios. Los misterios más profundos en las cosas
majestuosas que pertenecen sólo a Dios son encontrados en la revelación de la Palabra
Viva: “en Cristo”. Permitamos que esas palabras penetren profundamente en nuestro corazón.
Para dar fruto para Dios, para llevar una vida fructífera en Cristo,
debemos vivir en la ley del Espíritu no sólo quiere decir el principio de una
ley, sino también la autoridad que ejerce el Espíritu. El "Espíritu de
vida" quiere decir que el Espíritu Santo trae vida porque esencialmente es
vida. Él es el "Espíritu de vida". Y la expresión "en Cristo
Jesús" da a entender que el Espíritu Santo está completamente unido a Cristo
Jesús, porque el hijo o la hija de Dios comparte la vida de Cristo y el Señor
trae libertad como está escrito: que para esto apareció el Hijo de Dios para
deshacer las obras del diablo y darnos vida en abundancia, la vida eterna, pero
la santidad es la que nos lleva a dar frutos en abundancia.
Romanos 8:9-11. Traducción en lenguaje
actual (TLA). Pero, si el Espíritu de Dios vive en
ustedes, ya no tienen que seguir sus malos deseos, sino obedecer al Espíritu de
Dios. El que no tiene al Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Por culpa del
pecado, sus cuerpos tienen que morir. Pero si Cristo vive en ustedes, también
el espíritu de ustedes vivirá, porque Dios los habrá declarado inocentes. Dios
resucitó a Jesús, y él también hará que los cuerpos muertos de ustedes vuelvan
a vivir, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Esto Dios lo hará por
medio de su Espíritu, que vive en ustedes.
El apóstol Pablo dice en su carta a los Efesios, capítulo 5, versículo 18: "No os embriaguéis con vino,
pues eso lleva el desenfreno; antes bien sed llenos del Espíritu". La
santificación es la obra del Espíritu Santo en la vida regenerada del creyente,
liberándolo del poder del pecado, incluso ante la misma presencia del pecado, y
obrando la voluntad de Dios en la vida del creyente. Al creyente se le ha dado
una nueva naturaleza. Él puede entregarse a esa nueva naturaleza y ése es un
acto de la voluntad. Y ésa es la nueva lucha que se nos presenta.
La expresión bíblica "la carne" describe al hombre natural. El Señor Jesucristo, en el evangelio de Juan, capítulo 3, versículo 6, dijo que: "Lo que es nacido de la carne, carne es". Siempre será carne. Dios no tiene un plan para cambiar esa débil naturaleza humana. Pero Él brinda algo nuevo. Y la parte final de ese versículo 6, en el evangelio de Juan, capítulo 3, dice: "Y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es". Eso es algo diferente. Tenemos ante nosotros ahora, una nueva lucha. Ya no es la nueva naturaleza del hijo de Dios tratando de vencer al pecado en el cuerpo, sino que es el Espíritu Santo luchando contra la vieja naturaleza.
Pues, bien, el creyente tiene a su lado
al Espíritu Santo para que éste le defienda de la carne. Yo no puedo vencer la
carne. Aprendí eso hace mucho tiempo. Así que debo confiar en alguien que sí
puede hacerlo y ese alguien es el Espíritu Santo que reside dentro de cada hijo
e hija de Dios y Él quiere hacerlo y puede lograrlo en nosotros.
Romanos 8:12-17. Traducción en lenguaje
actual (TLA). Por eso, hermanos, ya no estamos
obligados a vivir de acuerdo con nuestros propios deseos. Si ustedes viven de
acuerdo a esos deseos, morirán para siempre; pero si por medio del Espíritu
Santo ponen fin a esos malos deseos, tendrán vida eterna. Todos los que viven
en obediencia al Espíritu de Dios, son hijos de Dios. Porque el Espíritu que
Dios les ha dado no los esclaviza ni les hace tener miedo. Por el contrario, el
Espíritu nos convierte en hijos de Dios y nos permite llamar a Dios: «¡Papá!»
El Espíritu de Dios se une a nuestro espíritu, y nos asegura que somos hijos de
Dios. Y como somos sus hijos, tenemos derecho a todo lo bueno que él ha
preparado para nosotros. Todo eso lo compartiremos con Cristo. Y si de alguna
manera sufrimos como él sufrió, seguramente también compartiremos con él la
honra que recibirá.
Muchos viven según la carne, cometiendo todo tipo de pecado y
maldad sin poder vivir con su conciencia tranquila. Viven sin esperanza, sin
alegría, sin imaginación, renegados, en arrogancia y en rebeldía, viven en los
deseos de la carne, en los deseos de los ojos y la vanagloria de la vida, viven
encerrados en sí mismos, sólo buscan sus intereses personales, se pelean por
los primeros puestos, antes que servir, quieren ser servidos, son como los
huesos secos que describe el profeta Ezequiel en el capítulo
37
de su libro. En ellos se evidencia los frutos de la
carne, descritos en el libro de Gálatas, capítulo 5:19-21, ellos son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia,
idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas,
disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas
semejantes a estas.
El vivir en la carne produce muerte. Sólo con el poder del Espíritu
Santo se puede cambiar esta situación caótica en cada uno de nosotros; sólo Él
puede producir ese verdadero cambio existencial y espiritual. El Espíritu Santo nos permite y nos ayuda para que vivamos plenamente y encontremos el verdadero valor
delante de Dios y delante de las demás personas.
Romanos 8:31-39. Traducción en lenguaje
actual (TLA) ¡Cuánto nos ama Dios! Sólo nos queda
decir que, si Dios está de nuestra parte, nadie podrá estar en contra de
nosotros. Dios no nos negó ni siquiera a su propio Hijo, sino que lo entregó
por nosotros, así que también nos dará junto con él todas las cosas. ¿Quién
puede acusar de algo malo a los que Dios ha elegido? ¡Si Dios mismo los ha
declarado inocentes! ¿Puede alguien castigarlos? ¡De ninguna manera, pues
Jesucristo murió por ellos! Es más, Jesucristo resucitó, y ahora está a la
derecha de Dios, rogando por nosotros. ¿Quién podrá separarnos del amor de
Jesucristo? Nada ni nadie. Ni los problemas, ni los sufrimientos, ni las
dificultades. Tampoco podrán hacerlo el hambre ni el frío, ni los peligros ni
la muerte. Como dice la Biblia: Por causa tuya nos matan; ¡por ti nos tratan
siempre como a ovejas para el matadero!»
En medio de todos nuestros
problemas, estamos seguros de que Jesucristo, quien nos amó, nos dará la
victoria total. Yo estoy seguro de que nada podrá separarnos del amor de Dios:
ni la vida ni la muerte, ni los ángeles ni los espíritus, ni lo presente ni lo
futuro, ni los poderes del cielo ni los del infierno, ni nada de lo creado por
Dios. ¡Nada, absolutamente nada, podrá separarnos del amor que Dios nos ha
mostrado por medio de nuestro Señor Jesucristo!
Bendiciones.
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