Nuestro deseo es que cada uno de los mensajes, así como cada uno de los ministerios y recursos enlazados, pueda ayudar como una herramienta al crecimiento, edificación y fortaleza de cada creyente dentro de la iglesia de Jesucristo en las naciones y ser un práctico instrumento dentro de los planes y propósitos de Dios para la humanidad. Cada mensaje tiene el propósito de dejar una enseñanza basada en la doctrina bíblica, de dar una voz de aliento, de edificar las vidas; además de que pueda ser adaptado por quien desee para enseñanzas en células o grupos de enseñanza evangelísticos, escuela dominical, en evangelismo personal, en consejería o en reuniones y servicios de iglesias.

Dios es mi fortaleza-



Romanos 8:28. Palabra de Dios para Todos (PDT). Victoria en Cristo. Sabemos que Dios obra en toda situación para el bien de los que lo aman, los que han sido llamados por Dios de acuerdo a su propósito.

Para aquellos que amamos a Dios de manera sincera y que de alguna manera estemos pasando situaciones difíciles, perseguidos por enemigos ocultos, que han sido calumniados, que han sido víctimas de difamaciones con mentiras para dañar su nombre y honra, perseguidos por  deudas, por escasez y algunas veces por falsos hermanos, por enfermedad.

Hay momentos en los que se siente que no hay escapatoria, que no hay salida, los que creíamos nuestros amigos y familiares desaparecen como le sucedió a Job en los capítulos uno y dos del libro que lleva su nombre. Puede que todo esto haya acontecido por alguna prueba, o por algún ataque del diablo o como consecuencia de errores propios y malas decisiones.

Salmos 78:7. La Biblia de las Américas (LBLA). Para que ellos pusieran su confianza en Dios, y no se olvidaran de las obras de Dios, sino que guardaran sus mandamientos.

Salmos 94:22. Dios Habla Hoy (DHH). Pero el Señor es mi refugio; mi Dios es la roca que me defiende.

Nuestro caminar en esta vida como hijos de Dios no es fácil, el Señor ya nos ha mostrado esta verdad espiritual, debemos ser fuertes cuando pasemos momentos de tribulación, de angustia, de hambre, de escasez, de enfermedad, de dificultad, de dolor o con problemas a los que no le veamos salida, porque Dios ha prometido que estará con nosotros, que nos ayudará y nos hará entender todas las cosas de la manera correcta, que nos dará la revelación de sus planes y de sus propósitos para nuestras vidas y todo lo que necesitemos, que siempre está al lado nuestro para ayudarnos y pastorearnos a través de su Espíritu Santo.

Hechos 14:22. Nueva Biblia Latinoamericana de Hoy (NBLH). Fortaleciendo los ánimos de los discípulos, exhortándolos a que perseveraran en la fe, y diciendo: “Es necesario que a través de muchas tribulaciones entremos en el reino de Dios.”

Siempre estaremos confrontados con las tensiones y la ansiedad de todas las circunstancias que vivimos a diario; esto se debe a que en nuestro caminar por esta tierra como peregrinos y extranjeros somos probados en nuestra fe y nuestra manera de vivir. Sin embargo, es posible salir adelante, airosos, si dependemos enteramente de nuestro amado Padre Celestial.

Él nos hizo nuevas criaturas en Cristo, con la capacidad de enfrentar todas las situaciones que se nos presenten; en Dios también podemos tener la inteligencia espiritual, la sabiduría y el entendimiento necesario para saber de qué manera debemos vivir en cada paso de nuestra existencia, para cumplir con el llamado y los propósitos por el cual estamos en la tierra.

Lucas 12:22-48. La Biblia de las Américas (LBLA). Advertencia contra la ansiedad. Y dijo a sus discípulos: Por eso os digo: No os preocupéis por vuestra vida, qué comeréis; ni por vuestro cuerpo, qué vestiréis. Porque la vida es más que el alimento, y el cuerpo más que la ropa. Considerad los cuervos, que ni siembran ni siegan; no tienen bodega ni granero, y sin embargo, Dios los alimenta; ¡cuánto más valéis vosotros que las aves! ¿Y quién de vosotros, por ansioso que esté, puede añadir una hora al curso de su vida? Si vosotros, pues, no podéis hacer algo tan pequeño, ¿por qué os preocupáis por lo demás?

Considerad los lirios, cómo crecen; no trabajan ni hilan; pero os digo que ni Salomón en toda su gloria se vistió como uno de éstos. Y si Dios viste así la hierba del campo, que hoy es y mañana es echada al horno, ¡cuánto más hará por vosotros, hombres de poca fe! Vosotros, pues, no busquéis qué habéis de comer, ni qué habéis de beber, y no estéis preocupados. Porque los pueblos del mundo buscan ansiosamente todas estas cosas; pero vuestro Padre sabe que necesitáis estas cosas.

Mas buscad su reino, y estas cosas os serán añadidas. No temas, rebaño pequeño, porque vuestro Padre ha decidido daros el reino. Vended vuestras posesiones y dad limosnas; haceos bolsas que no se deterioran, un tesoro en los cielos que no se agota, donde no se acerca ningún ladrón ni la polilla destruye. Porque donde esté vuestro tesoro, allí también estará vuestro corazón.

Uno de los mandatos de nuestro Señor Jesucristo para todos los que lo hemos aceptado en nuestro corazón en cualquier época en la que vivamos, es el de no preocuparnos, sino más bien que aprendamos a confiar y descansar en Dios, que aprendamos a descansar en su Espíritu Santo y en la Palabra de Dios, que aprendamos a descansar en sus promesas.

Romanos 8:31-39. Dios Habla Hoy (DHH). ¿Qué más podremos decir? ¡Que si Dios está a nuestro favor, nadie podrá estar contra nosotros! Si Dios no nos negó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó a la muerte por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos también, junto con su Hijo, todas las cosas? ¿Quién podrá acusar a los que Dios ha escogido? Dios es quien los hace justos. ¿Quién podrá condenarlos? Cristo Jesús es quien murió; todavía más, quien resucitó y está a la derecha de Dios, rogando por nosotros. ¿Quién nos podrá separar del amor de Cristo? ¿El sufrimiento, o las dificultades, o la persecución, o el hambre, o la falta de ropa, o el peligro, o la muerte violenta? Como dice la Escritura:

«Por causa tuya estamos siempre expuestos a la muerte; nos tratan como a ovejas llevadas al matadero.»

Pero en todo esto salimos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Estoy convencido de que nada podrá separarnos del amor de Dios: ni la muerte, ni la vida, ni los ángeles, ni los poderes y fuerzas espirituales, ni lo presente, ni lo futuro, ni lo más alto, ni lo más profundo, ni ninguna otra de las cosas creadas por Dios. ¡Nada podrá separarnos del amor que Dios nos ha mostrado en Cristo Jesús nuestro Señor!

La palabra afanarse es lo mismo que estar ansioso o preocuparse, se puede traducir indistintamente por: “no estéis ansiosos”, “no os angustiéis”, “no os preocupéis” a lo que añade, “por vuestra vida”, (comida o vestido) o estar ansiosos por lo que vamos a comer, beber y cubrirnos, así como lo que nos deparará el futuro, esto no debe constituir una fuente de angustia. La palabra que usó nuestro Señor Jesucristo en aquel tiempo indica algo que divide, separa o distrae; es la situación de la mente dividida en secciones o compartimentos y que no funciona como un todo.

Sin embargo, Jesús no enseña que no debemos ocuparnos por las cosas materiales o que no debemos pensar nunca en nuestro futuro sin tomar precauciones. Algunos piensan que “vivir por fe” excluye cualquier tipo de prevención para el futuro. La misma ilustración del Señor de las aves que no han de limitarse a estar posadas en las ramas de los árboles, sino que tienen que ir en busca de su alimento indica que debe existir una actividad para poder alimentarse. Pero una cosa es ocuparse y otra es afanarse.

“¿No es la vida más que el alimento y el cuerpo más que el vestido?” (v.25): La profundidad de este argumento nos lleva de una deducción mayor a una menor. Pensemos por un momento de donde procede nuestra vida y nos daremos cuenta en seguida que es un don de Dios. Ninguno de nosotros decidió venir a este mundo y el hecho de estar vivos se debe enteramente a Dios. Por eso, el argumento es este: Si Dios nos ha dado la vida, él no puede negarse a sí mismo y no procurar que la vida se sostenga y pueda continuar y de ahí que no tenga sentido estar ansioso acerca de estas cosas.

Parte de la vida del cada ser humano es que tenemos que trabajar, ganar dinero y salir adelante por nosotros y por nuestros hogares, pero lo que no debemos hacer es angustiarnos pensando que de repente no vayamos a tener lo suficiente para mantenernos; es en esos momentos que debemos tener presente que fuimos rescatados del mundo y de una vana manera de vivir, para vivir la vida de Cristo a través de nosotros, con todas las promesas que el Padre Celestial nos ha provisto en su Hijo, nuestro Salvador.

Como hijos de Dios y creyentes en Jesucristo nuestro deber es confiar en plena dependencia de Dios, que es el que hace crecer las semillas en la tierra para dar alimento a todo ser viviente. Hay una providencia de Dios en aquellos aspectos que no podemos controlar después de sembrar; de la misma manera que las aves encuentran su comida y sólo tienen que tomarla, así también nosotros tenemos todo lo que necesitamos en las Palabras de vida eterna que han salido del corazón del Padre Celestial y de su Hijo Jesucristo y que son reveladas y cinceladas por el Señor el Espíritu Santo en nuestros corazones.

Salmos 46:1-3. Reina Valera Contemporánea (RVC). Dios es nuestro amparo y fortaleza. Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en todos los problemas. Por eso no tenemos ningún temor. Aunque la tierra se estremezca, y los montes se hundan en el fondo del mar; aunque sus aguas bramen y se agiten, y los montes tiemblen ante su furia.

Y si nuestro Padre celestial cuida de las aves con las que tiene una relación de providencia general, ¡cuánto mayor tiene que ser necesariamente su cuidado de nosotros que somos sus hijos! Si pensamos así desparecerán la ansiedad y la preocupación. Con relación al cuerpo, tenemos que considerar un hecho de la naturaleza, los lirios del campo, cómo crecen misteriosamente, lo bellos que son; pero ni Salomón con todo su esplendor se vestía como uno de ellos (para los judíos era proverbial la gloria de Salomón). Y si la hierba del campo que tiene una vida efímera, porque era cortada y se dejaba secar para usarla como combustible para el horno del pan, Dios la viste así, ¿qué no hará con nosotros y por nosotros que nos ha hecho sus hijos por medio de Cristo?

Aquellos que no aman a Dios, aquellos que aman el mundo y son del mundo buscan con afán muchas cosas, su deseo está en los deleites y placeres de la carne, pero Dios conoce la necesidad de sus hijos y espera de nosotros que actuemos en la fe que nos ha sido dada. El paso a seguir para nuestras vidas es admitir que la preocupación es una tentación común en la vida de todas las personas, pero para el cristiano, es absolutamente contrario a la fe en Cristo.

Filipenses 4:6-7. La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH). Nada debe angustiarlos; al contrario, en cualquier situación, presenten a Dios su deseos, acompañando sus oraciones y súplicas con un corazón agradecido. Y la paz de Dios, que desborda toda inteligencia, guardará sus corazones y sus pensamientos por medio de Cristo Jesús.

Algunas enfermedades físicas están directamente relacionadas a la preocupación y muchos casos de alcoholismo, de adicción a las drogas y a otros vicios son síntomas de la preocupación. Es muchas veces por causa de la preocupación que muchos toman decisiones necias, decisiones equivocadas, cayendo en consecuencias dolorosas y otras veces terribles como el suicidio.

La preocupación es un arma devastadora que utiliza el diablo para dañar el alma de las personas, pero aún más importante es lo que la preocupación le hace a su corazón. Cuando caemos en preocupación extrema le estamos diciendo a Dios que no creemos que podemos confiar en Él, ni mucho menos que nos pueda ayudar a salir de nuestra situación o de nuestra condición.

La preocupación ataca a las personas para que no crean a Dios y a sus promesas; cuando el ser humano se preocupa, está escogiendo ser dominado por sus circunstancias en vez de la verdad de Dios. Los acontecimientos y las pruebas de la vida son mínimos en comparación a la grandeza de la salvación.

Dios nos da el glorioso regalo de la vida eterna, vivamos en la luz de su evangelio y en el gozo presente que nos produce el que Cristo este en nuestros corazones, usando los recursos que Dios provee por su Espíritu Santo. Cada momento en el presente en Jesucristo es lo que poseemos para la eternidad, pues Dios no permite a ninguno de nosotros vivir el mañana hasta que se convierta en hoy.

Nuestro deber es poder llegar a entender que Dios nos da la fuerza un día a la vez, nos da lo que necesitamos, cuando realmente lo necesitamos y no nos carga excesivamente: Dios nos da de su gracia en la hora en que la necesitamos, en su tiempo perfecto.

Hebreos 13:8. RV1960. Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos”.

Significa que el Padre Celestial seguirá haciendo mañana lo mismo que hizo ayer. Si tenemos alguna pregunta sobre el futuro, miremos todo lo que Dios ha hecho en el pasado. ¿nos ha sostenido hasta ahora? No nos preocupemos porque Él nos sostendrá en el futuro también. Las tensiones y la ansiedad son elementos inherentes a la vida de todo ser humano. ¿Quién no las ha enfrentado?

¿Cuál es el plan de Dios para nosotros al respecto? Que sepamos salir al paso de estas situaciones que golpean nuestras vidas y nuestras familias e impiden nuestro crecimiento personal y espiritual. Dios nos ha llamado a superar el temor, dándonos por sentado que Él siempre estará con nosotros. Por esa razón, vencer las tensiones y la ansiedad puede ser una realidad para cada uno de nosotros. Por estas razones que hemos visto anteriormente, apropiémonos de todas las promesas de Dios para nosotros.

Aunque todos aquellos que estaban cerca de nosotros nos abandonen en las crisis, Dios permanecerá fiel por siempre. Salmos 27:10. Dios habla hoy (DHH). Aunque mi padre y mi madre me abandonen, tu, Señor te harás cargo de mí.

En la vida hay tantas circunstancias que quieren robarnos la paz que Dios ha depositado en nuestros corazones. No podemos evitar que estas cosas vengan a nuestra vida, pero si podemos evitar que estorben nuestro caminar. Debemos valorar los momentos de quietud y tranquilidad, porque Dios responderá cuando le llamemos. La verdadera bendición y vida eterna es vivir para Cristo y rendirnos sólo a Él, a su voluntad y propósito para nuestras vidas; no estamos solos, Dios es la fuente de todo bien y don perfecto.

Las tribulaciones nos vienen como la escuela de Dios en la formación del carácter. Las pruebas, los conflictos y las dificultades son las herramientas a través de las cuales vamos afinando el propósito de Dios en nuestra vida. Las tribulaciones producen paciencia y la paciencia es la cualidad que no se da por vencida, es la determinación a permanecer firmes a pesar de los conflictos. Permanecemos firmes mientras las tribulaciones van obrando en nuestra vida interior y es en esta etapa de firmeza que se va desarrollando el carácter de Cristo en nuestros corazones.

El gloriarse en las tribulaciones es el resultado de entender que los hijos de Dios nos amparamos en las promesas que son fieles y esta confianza produce esperanza, y esta esperanza no nos desilusiona por cuanto en el camino vamos experimentando la presencia del amor de Dios que nos sostiene. Este es el amor de Dios que nos acompaña en medio de las tribulaciones y de cada circunstancia que enfrentamos a diario, es la presencia de Dios por medio del Espíritu Santo que nos conforta.

No permitamos que el enemigo nos robe la paz que Dios quiere depositar en nuestra vida, no permitamos que el temor nos robe la confianza de que Dios es nuestra fortaleza. Practiquemos la fe verdadera en la palabra del Señor y comencemos a confiar plenamente en El, pues El jamás nos defraudara.

Es por tal razón que los hijos de Dios se mantienen de pie en medio de todas las tribulaciones que se presentan; ahora bien, es de rodillas y con un corazón rendido y postrado ante Dios que estamos sentados juntamente con Cristo en el mundo espiritual, en la paciencia y firmeza estamos de pie ante todas las adversidades y circunstancias.

La esperanza es la confianza de que no estamos solos en la batalla y en los conflictos, la esperanza no avergüenza ni nos desilusiona, porque las tempestades de afuera que nos azotan no pueden minar la fortaleza de un carácter probado en el interior del creyente.

Vienen las tribulaciones y nosotros seguimos firmes, vienen las pruebas y nosotros seguimos confiados. Vienen los conflictos y nosotros seguimos de pie. Por consiguiente, la cuestión no es si es la verdad que el Señor nos llevará a un estado de paz, sino si nosotros lo creemos verdaderamente en nuestro corazón y en nuestra alma. Es por eso que el Señor nos asegura mediante el profeta Jeremías:

Jeremías 17:7-8. Nueva Traducción Viviente (NTV). Pero benditos son los que confían en el Señor y han hecho que el Señor sea su esperanza y confianza. Son como árboles plantados junto a la ribera de un río con raíces que se hunden en las aguas. A esos árboles no les afecta el calor ni temen los largos meses de sequía. Sus hojas están siempre verdes y nunca dejan de producir fruto.

El gozo del Señor es nuestra fortaleza. Dios no sólo quiere que estemos en paz con Él, sino que, además, experimentemos el gozo que el Espíritu Santo produce por su presencia en nosotros como creyentes. Ese gozo del Señor es nuestra verdadera fortaleza. El gozo verdadero, es la misma presencia del Espíritu Santo en el espíritu y en el corazón de los hijos e hijas de Dios.

Leemos en Nehemías 8:10. El gozo del Señor es vuestra fortaleza. En eso consiste el reino de Dios en nuestras vidas.  Romanos 14:17. Reina Valera 1960. Porque el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo.

Refugiémonos en Dios, él es todo suficiente para nosotros, busquémosle en el lugar secreto, porque él no nos rechazará, él es un buen Padre, amoroso, compasivo y protector, sólo el Señor conoce nuestro corazón, nuestra condición, nuestra situación y nuestras intenciones, dejemos que sea el tomando el control de nuestras vidas y circunstancias, él sabe lo que mejor nos conviene para nuestro bien.

Cuando Dios está de nuestro lado, no debemos de temer a nadie, ni a nada: Dios el Padre Celestial, Dios su Hijo Jesucristo y Dios el Señor el Espíritu Santo, son lo mejor de nuestra existencia, en esta vida y en la otra; el Padre Celestial nos creó en Jesucristo para que vivamos con él por la eternidad, él es nuestro refugio y nuestro protector. Bendiciones.

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